La España vaciada se ha llenado de molinos y paneles solares, pero desperdicia energía por una simple razón: faltan cables

Publicado el 10/09/2025 por Diario Tecnología
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La España vaciada se ha llenado de molinos y paneles solares, pero desperdicia energía por una simple razón: faltan cables

A mediodía, el sol y el viento sobran en las comarcas vaciadas. Al anochecer, las ciudades vuelven a encender el gas. España ha corrido más que nadie levantando renovables en el territorio despoblado, pero no ha tendido a la misma velocidad los cables que las llevan hasta donde se concentra la demanda. El resultado es un puente roto: la energía limpia nace en la España vaciada y no llega, cuando hace falta, a la España urbana. Hoy, por primera vez, las distribuidoras han publicado el “mapa de enchufes” para nueva demanda: la foto es descarnada. 

El esperado mapa. Por mandato de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), las grandes distribuidoras —i-DE (Iberdrola), e-Distribución (Endesa), UFD (Naturgy), E-Redes (EDP) y Repsol Distribución— han publicado los mapas de capacidad para conectar nueva demanda firme a la red de distribución. 

Es una radiografía donde muestran, nudo a nudo, dónde hay hueco, qué está ocupado y qué está en trámite. Según la patronal Aelēc, los primeros resultados confirman que el 83,4% de los nudos ya está saturado, lo que impide conectar nuevos consumos como industrias, centros de datos, almacenamiento o recarga de vehículo eléctrico. La propia asociación lo define como “hito de transparencia”, pero advierte de que, en estas condiciones, sin inversión, la transición se encalla.

El gran cuello territorial. Aquí está el núcleo del problema. España ha instalado renovables donde hay recurso y suelo: comarcas rurales con baja densidad y poca red. No obstante, la demanda crece en las ciudades: áreas metropolitanas, corredores logísticos, clústeres de datos. En medio queda un sistema eléctrico que no aguanta ese desajuste, ya que faltan corredores de transporte para evacuar excedentes y, sobre todo, capacidad de distribución para conectar la nueva demanda donde se solicita. El resultado es que a mediodía sobran MWh baratos que se cortan o se venden a precio cero; al caer el sol, la red necesita respaldo y entra el gas, encareciendo el pool

La doble cara de la España vaciada. Si no se remunera y planifica la red anticipatoria, no llegarán industrias, ni CPDs, ni recarga de vehículos eléctricos, ni proyectos de hidrógeno o almacenamiento que creen empleo y fijen población. Pero si se invierte sin criterio, el coste recaerá en tarifas sin uso efectivo. La clave es planificación ágil, prioridades claras y mecanismos que aceleren refuerzos donde la demanda es verosímil: polos como Aragón, pero también Extremadura, Castilla y León, Castilla-La Mancha o Andalucía interior, donde los nudos calientes y el curtailment —hasta un 30% de renovable desperdiciada por saturación— ya son habituales.

El boom de la demanda. Hay un dato muy ilustrativo: el aumento de centros de datos. Las solicitudes para conseguir un punto de acceso se han multiplicado por 80 frente a años anteriores, según El Español. Entre ellas figuran tecnológicas, grandes consumidores y promotores de híbridos que buscan consumir in situ.

Aragón se ha convertido en epicentro. Solo los centros de datos proyectados allí sumarían más de 2 GW de potencia solicitada, con Amazon Web Services, Microsoft o QTS/Blackstone a la cabeza. En este nuevo escenario, la carrera por un “enchufe” ya no se limita a llegar primero: pesan avales, garantías y criterios de proyecto.

“Atasco histórico”.  Los “mapas completos” —sin huecos significativos— tensionan aún más el pulso con la CNMC. El temor del sector es doble: perder proyectos industriales y digitales (incluidos CPDs) por no poder conectarlos y ver deslocalización de inversiones si el atasco persiste. El relato de las eléctricas conecta esa urgencia con la retribución regulada: sostienen que con una tasa del 6,46% no se incentiva lo suficiente el volumen de refuerzos que exige la ola de demanda, y recuerdan que en otros países (Italia, Reino Unido, Suecia) las tasas de referencia son superiores; en España, piden en torno al 7,5%.

Por su parte, la CNMC presentó en julio dos propuestas: una tasa de retribución financiera del 6,46% para 2026-2031 (desde el 5,58% actual) y una nueva metodología de distribución que vira hacia el modelo TOTEX (capex + opex). Este sistema incluye incentivos a la eficiencia y la calidad, y liga parte de la retribución a la potencia contratada, para evitar sobrerredes que acaben pagando los consumidores. El regulador insiste en que el marco debe incentivar inversión sin comprometer la asequibilidad de la factura.

Las previsiones. El acceso a la red de distribución ya no depende solo del orden de llegada. La tramitación exige avales, anteproyectos técnicos y garantías, y un plazo de un mes para presentar la documentación tras reservar un punto. Las resoluciones deberían emitirse en menos de seis meses, con apoyo técnico de Red Eléctrica. Además, se aplican puntuaciones que valoran reducción de CO₂, volumen de inversión y rapidez en el inicio del consumo.

En paralelo, surgen soluciones como los PPAs de baterías, que permiten financiar almacenamiento y aprovechar la electricidad barata del mediodía al caer la tarde, evitando el recurso al gas. Pero sin planificación y límites de inversión más amplios, como reclama Aelēc, el puente entre la España rural y la España urbanita seguirá roto.

El PNIEC prevé más de 53.000 millones en redes hasta 2030, aunque la CNMC defiende mantener la tasa en el 6,46% por eficiencia y asequibilidad, mientras el sector pide mayor certidumbre y retorno. El contexto político añade presión: tras el rechazo del “decreto antiapagón” en julio, el dilema se agudiza.

El punto final. España no tiene un problema de sol ni de viento; tiene un problema de puente entre donde se produce y donde se consume. Los mapas de capacidad han hecho visible lo que la industria venía sufriendo: la red de distribución está al límite.

Sin un salto en inversión y planificación, la transición se atascará allí donde menos mano de obra y más territorio hay. Si la red no llega a la España vaciada, la energía limpia no llegará a la España rica. La elección no es si invertir o no, sino cómo, dónde y con qué reglas para que el coste no lo pague ni el campo ni la ciudad, sino el futuro económico de ambos.

Imagen | FreePik

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