Durante años Alemania presionó al resto de Europa a trabajar más. Ahora se acaba de despertar con una cifra inimaginable

Publicado el 10/09/2025 por Diario Tecnología
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Durante años Alemania presionó al resto de Europa a trabajar más. Ahora se acaba de despertar con una cifra inimaginable

En mayo, y a través de los datos de Eurostat, se constató una realidad que a veces confunde un relato: el mito que dice que los alemanes trabajan más que los españoles no se sostenía con las cifras en la mano. La clave, como comentamos entonces, estaba en la calidad del mercado laboral: buena parte de los trabajadores alemanes trabajan menos horas a la semana en trabajos a tiempo parcial, pero lo hacían durante más años que los trabajadores españoles.

Y ahora ha llegado la OCDE para poner a Alemania en su sitio.

Crisis de identidad laboral. Alemania, tradicionalmente asociada con la disciplina y la productividad, enfrenta hoy una paradoja: según la OCDE, es el país desarrollado donde menos horas se trabaja al año, apenas 1.331 frente a las 1.898 de Grecia o las 1.716 de Portugal. La situación supone un golpe simbólico para un país que hace apenas una década imponía políticas de austeridad a los países del sur, estigmatizándolos como poco trabajadores. 

La caída de la carga laboral se combina con un deterioro económico palpable: el desempleo ha superado los tres millones de personas por primera vez en una década, la economía se ha contraído durante dos años consecutivos y el PIB es ya menor que en 2019, mientras España y Grecia crecen a ritmos superiores al 2%.

El debate sobre el trabajo. Lo hemos ido contando. La reducción de horas trabajadas se ha convertido en tema central en la política alemana. El canciller Friedrich Merz advierte de que con semanas laborales de cuatro días y un exceso de énfasis en el “equilibrio vital” no se sostendrá la prosperidad del país. 

Los datos son llamativos: los trabajadores alemanes disfrutan de vacaciones más largas que el mínimo legal, numerosas festividades y una media de 19 bajas médicas al año, frente a 16 antes de la pandemia, un cambio que los expertos atribuyen más a la cultura que a la salud. Escándalos como el de una profesora en baja desde 2009 cobrando salario íntegro han reforzado la percepción de que la laxitud laboral es insostenible.

Las raíces del fenómeno. Contaban en el Washington Post que los especialistas sostienen que no se trata de pereza, sino más bien de barreras estructurales. Casi la mitad de las mujeres alemanas trabajan a tiempo parcial, cifra que supera el 65% en el caso de las madres, lo que se traduce en una de las mayores brechas de empleo equivalente a tiempo completo de toda la UE. 

Factores históricos también pesan: en la Alemania occidental, las madres trabajadoras eran estigmatizadas como “madres cuervo”, mientras que en el Este, bajo el modelo socialista, se promovía el empleo a tiempo completo con guarderías desde edades tempranas. Hoy persisten diferencias culturales y un sistema de cuidado infantil con horarios cortos que impide a muchas familias sostener empleos a jornada completa.

Propuestas y resistencias. Los expertos coinciden en que ampliar las guarderías y extender sus horarios sería decisivo, pero las soluciones técnicas chocan con la política. Cambiar el sistema fiscal de declaración conjunta a individual podría sumar el equivalente a medio millón de empleos a tiempo completo, pero es percibido como “anti-familia” y resulta difícil de aprobar. 

Por su parte, los empresarios reclaman menos burocracia y más inmigración, mientras que algunos investigadores abogan por reformas simples que liberen horas de trabajo ocultas. Con todo, las respuestas gubernamentales han sido consideradas tímidas e insuficientes, y persiste la sensación de aplazamiento.

El elefante de los cuatro días. Paradójicamente, mientras los líderes políticos piden más trabajo, cada vez son más las empresas que ensayan con semanas laborales más cortas. En 2024, 45 compañías probaron la semana de cuatro días con salarios iguales y horas reducidas, con resultados positivos: mayor productividad por hora y empleados más satisfechos. 

La mayoría de esas firmas planea mantener el modelo, consolidando la tendencia a favor del tiempo libre. Así, Alemania se mueve entre dos polos: un sistema productivo que sufre estancamiento y presiona para alargar jornadas, y una sociedad que valora cada vez más la vida fuera del trabajo, dibujando un choque de visiones que pone en juego no solo la economía, sino la identidad del país.

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