El nuevo objetivo de los drones ucranianos está muy lejos del frente: son las gasolineras de Rusia

Publicado el 22/08/2025 por Diario Tecnología
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El nuevo objetivo de los drones ucranianos está muy lejos del frente: son las gasolineras de Rusia

Los precios del petróleo vuelven a repuntar en las últimas semanas. El Brent subió un 2,7% y el West Texas Intermediate un 1,1% esta semana, según Reuters. Detrás de esta volatilidad están las bajas expectativas, presumibles, de un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. Esa incertidumbre se refleja de inmediato en los mercados, que ya descuentan sanciones más duras contra Moscú y una guerra larga.

De hecho, mientras que en Alaska estaban reunidos Vladimir Putin y Donald Trump, a miles de kilómetros, drones ucranianos alcanzaban una refinería rusa. Dejando entrever que la guerra ya no se libra solo en el Donbás. Ahora golpea donde más le duele al Kremlin: el petróleo.

Escasez frente a los bombardeos. En Rusia, los precios mayoristas de la gasolina se han disparado a niveles récord. En un reportaje del Financial Times se detalla que el combustible más común, el A95, alcanzó en agosto los 82.300 rublos por tonelada en la Bolsa de San Petersburgo, un 55% más que a principios de año. La escalada responde a una doble presión: el repunte estacional de la demanda y los daños a la infraestructura energética rusa provocados por ataques ucranianos con drones.

La población empieza a sufrir consecuencias. Los conductores ya lo están evidenciando: largas colas, surtidores vacíos y racionamiento en regiones como Zabaikalsky, Crimea y el Extremo Oriente. Según el Moscow Times, Rusia ha perdido alrededor del 13% de su capacidad de refinación desde principios de agosto, tras ataques que obligaron al cierre de al menos cuatro refinerías. En Vladivostok, los automovilistas esperan hasta dos horas para repostar. “Los surtidores están cubiertos con carteles de ‘fuera de servicio’”, ha expresado un conductor a la prensa local.

La escasez también tiene un eco histórico. En algunas zonas se han introducido “cupones” de combustible, un mecanismo de racionamiento que evoca los recuerdos de los últimos años de la URSS. Crimea, anexionada por Rusia en 2014, sufre cortes de suministro. Sergei Aksyonov, jefe regional designado por Moscú, ha admitido a FT “interrupciones en algunas estaciones” y pidió paciencia “hasta el final de la operación especial militar”. Sin embargo, a pesar de intentar contener la crisis con subsidios y prohibiendo la exportación de gasolina el 28 de julio, la demanda interna sigue sin satisfacerse.

La ofensiva de drones. De acuerdo con El País, Ucrania ha lanzado en agosto una ofensiva sistemática contra la industria petrolera rusa, golpeando refinerías y centros de distribución a cientos y hasta miles de kilómetros de la frontera. El 10 de agosto, drones ucranianos alcanzaron una instalación de Lukoil en la república de Komi, a más de 2.000 kilómetros, un récord de alcance. El ataque detuvo durante días la producción de una de las refinerías clave de Rosneft en Saratov.

Estos ataques no son nuevos, pero ahora son más frecuentes y coordinados. El Financial Times ha subrayado que a diferencia de 2023 —cuando los daños se reparaban con rapidez— en 2024 la campaña apunta a dejar fuera de servicio a varias plantas simultáneamente durante más tiempo. El objetivo estratégico, como ha explicado El País, es doble: mostrar al Kremlin que es vulnerable en su propio territorio y golpear su principal fuente de ingresos, los hidrocarburos, en mitad de las negociaciones de paz.

El caos de los drones. El arma de Kyiv son enjambres de drones de bajo coste y largo alcance, producidos en masa. Como ha detallado mi compañero en Xataka, Ucrania fabricó 2,2 millones de drones en 2024 y quiere duplicar esa cifra en 2025. Pero el campo de batalla se ha convertido también en un caos electrónico: hasta 60 drones pueden volar en apenas un kilómetro de frente, interfiriéndose mutuamente. En ocasiones, las propias contramedidas ucranianas contra los drones rusos dejan inoperativos a sus aparatos. En otras, operadores se conectan sin querer a transmisiones enemigas. Aun así, el mensaje estratégico es claro: los drones permiten a Ucrania golpear lejos y erosionar la economía de guerra rusa.

Las previsiones. Los analistas prevén que los precios de la gasolina en Rusia seguirán altos al menos hasta septiembre, según el Financial Times. Aunque no se anticipa una crisis nacional generalizada —porque la demanda baja tras el verano y parte de la capacidad dañada se puede recuperar— sí se espera que continúen los problemas en regiones alejadas y mal conectadas. Moscú podría recurrir a importaciones de productos refinados desde Bielorrusia para cubrir parte del déficit. Sin embargo, Ucrania parece decidida a mantener su campaña. “Habrá más”, ha advertido el Estado Mayor ucraniano tras un ataque a la refinería de Syzran en Samara.

Un laboratorio bélico. Más allá de lo económico, el conflicto revela dos tendencias de largo alcance. Por un lado, la guerra en Ucrania se ha convertido en un laboratorio de innovación militar, donde se ensayan drones resistentes a interferencias, plataformas con inteligencia artificial y nuevas doctrinas de guerra electrónica, como hemos apuntado en Xataka. Estas lecciones aprendidas marcarán los ejércitos del futuro. Por otro lado, dentro de Rusia, la aparición de racionamiento por cupones conecta la guerra actual con memorias colectivas de escasez soviética, un recordatorio incómodo de que los costos de la invasión llegan también a la vida cotidiana.

Un nuevo frente. La guerra en Ucrania ha desplazado su frente más visible: ya no está solo en las trincheras del Donbás, sino en las colas de las gasolineras rusas. Mientras Putin insiste en que Moscú mantiene la iniciativa militar, los ciudadanos enfrentan racionamientos, colas y precios en alza.

La historia sugiere que la escasez golpea más fuerte que cualquier proyectil. Los zares lo aprendieron a principios del siglo XX, cuando el descontento popular minó su poder. Hoy, más de un siglo después, el Kremlin vuelve a ver cómo el frente interno puede convertirse en su mayor vulnerabilidad: si los drones siguen atacando las refinerías, el precio no solo lo pagará la economía, sino también la población.

Imagen | Unsplash y National Police of Ukraine

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