La falta de presupuesto de 28 días después nos dejó con una Londres completamente desolada gracias a la amabilidad de los ciudadanos

Publicado el 26/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original

Algunas películas logran rodar algunas escenas que acaban siendo tan impactantes que se quedan grabadas a fuego en nuestra memoria. En 28 días después sucedió algo así con una imagen inolvidable: Jim caminando completamente solo por las calles de Londres, rodeado de silencio, sin un alma a su alrededor, sin señales de vida y una atmósfera asombrosa para mostrar en pantalla una ciudad completamente desolada.

Lo curioso detrás de esta secuencia de la película de terror de Danny Boyle es la cantidad de problemas y triquiñuelas que hubo que llevar a cabo para grabarla sin inconvenientes. El equipo de producción tuvo que recurrir a métodos ingeniosos debido a que no tenían ni un duro porque el presupuesto era extremadamente limitado. Tan solo contaron con ocho millones de dólares, que para un largometraje de este tipo es una cantidad ínfima.

Dada la situación, hubo un momento del rodaje que ya no había más dinero y no se pudo grabar el final que se había planeado. Es más, el final que conocemos no se grabó hasta que fue posible obtener algo más de financiación adicional. Asimismo, todos estos problemas marcaron la forma en la que se rodó la icónica escena de Jim paseando en solitario por Londres, porque el equipo no podía solicitar ayuda para cortar las calles debido a los costes tan elevados que eso hubiera supuesto.

Por lo tanto, en lugar de cerrar las calles, se acordó que la mejor idea era levantarse muy temprano y ponerse a grabar en cuanto empezaban a aparecer los primeros rayos de luz, sobre las 04:00 y las 05:00 de la mañana, cuando la inmensa mayoría de la población estaba durmiendo. Había que ir directos al grano, porque apenas tenían unos minutos para grabar lo que deseaban antes de que el tráfico y los peatones aparecieran por todas partes.

Eso no impidió que en algún momento surgiera algún ciudadano por los alrededores, pero estos no podían salir en pantalla de ninguna manera. Así pues, para que todo estuviera bajo control se recurrió a un truco tan sencillo como eficaz: se colocaron a varias personas en los accesos de las calles para pedir a las personas que tomaran unos caminos alternativos o esperaran unos minutos para no meterse de lleno en el plano.

Lo cierto es que la colaboración y la amabilidad de los ciudadanos fue ejemplar y digna de aplaudir, porque gracias a ello se lograron grabar unas escenas únicas y asombrosas. Además, para no perder tiempo y hacerlo más rápido posible, el equipo empleó cámaras digitales ligeras, demostrando que con algo de creatividad y cortesía se podía suplir perfectamente la falta de presupuesto.

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