Barcelona probó una renta básica de 1.297 euros al mes y el 22% dejó de trabajar: la prueba fue un éxito
Publicado el 26/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
¿Si tus necesidades básicas de subsistencia estuvieran cubiertas, buscarías un trabajo? Esa es una cuestión casi filosófica e inherente a la naturaleza humana que se han preguntado muchos sociólogos y responsables de políticas económicas. Sam Altman, sin ir más lejos, planteaba establecer una renta básica universal para amortiguar el impacto de la IA en el mercado laboral.
En el mundo se han realizado distintos experimentos sobre la eficacia de proveer de una paga que cubra las necesidades básicas. Uno de esas pruebas se llevó a cabo en Barcelona entre 2017 y 2019 y se entregaban hasta 1.297 euros al mes a los participantes. Los resultados de aquella prueba acaban de publicarse.
Renta universal básica en Barcelona. La ciudad condal puso en marcha uno de los experimentos sociales más ambiciosos que se han realizado en España: el programa B-MINCOME, con un coste total de 4,8 millones de euros.
822 hogares de distintos barrios vulnerables de la ciudad, recibieron una renta mensual (prestación de Apoyo Municipal a la Inclusión o SMI, por sus siglas en catalán), que llegaba hasta los 1.297 euros para familias de cuatro miembros, o de 663 euros para un hogar unipersonal. Ese importe corresponde a una estimación equivalente al 70%-80% del umbral de pobreza local.
Estos hogares se distribuyeron en dos grupos de control (en principio iban a ser cuatro grupos de control):
- Renta básica (SMI) vinculada a la participación voluntaria en actividades formativa y de inclusión social no supervisada.
- Renta básica (SMI) en modalidad limitada, que reduce la prestación en la misma medida que se recibe un salario.
- Renta básica (SMI) con retirada gradual en tramos, condicionada a la percepción de un salario entre el 25% (cada euro adicional reducía la prestación 25 céntimos de los primeros 250 euros) y el 35 % (cada euro adicional reducía la prestación 35 céntimos ingresos superiores a 250 euros).
Un euro de SMI por cada un euro de salario: el fracaso. Uno de los puntos fuerte de este estudio es que los investigadores pudieron comprobar los efectos de la renta básica abordada desde distintos condicionantes, y sus efectos son determinantes.
El estudio reveló una caída del 22% en las probabilidades de trabajar en el grupo al que se aplicaba la modalidad limitada. Es decir, por cada euro que percibieran de un salario, se le descontaba un euro de la renta básica. Esa pérdida económica desincentivaba la búsqueda de un empleo. Esta caída no solo afectaba al receptor de la prestación, sino que afectaba al conjunto del hogar, reduciendo la probabilidad de que cualquier adulto del núcleo familiar buscase un trabajo, perpetuando la dependencia del subsidio.
Según el estudio, en este grupo se vio afectado tanto el empleo a tiempo parcial como a tiempo completo, siendo este último el responsable de dos tercios del efecto general de abandono del empleo. Es decir, cuanto mayor es la remuneración salarial obtenida, más se desincentiva la inserción laboral.
Renta básica con descuento. En cambio, los resultados para el grupo que solo recibía un porcentaje de descuento por cada euro salarial recibido (entre el 25 y el 35%), las probabilidades de reinserción laboral se incrementaban un 6,5% que quienes no recibieron ningún tipo de ayuda.
Es decir, al mantenerse un cierto nivel de incremento salarial con respecto a la renta básica, se incentivaba a la búsqueda de un empleo para mejorar los ingresos familiares, haciendo compatible y beneficioso recibir la prestación con desarrollar un empleo a tiempo completo.
Además, este modelo resultaba más eficiente para la Administración ya que en el caso del modelo de retirada total, cada euro transferido suponía 34 céntimos de gasto público adicional. En el modelo con descuento, el coste era de solo 12 céntimos por cada euro entregado. Es decir, el impacto sobre el empleo era mejor y el coste menor cuando el diseño aplicaba un descuento parcial.
Trabajar en casa y cuidar. El impacto más llamativo del experimento se concentró en hogares con hijos del grupo al que se les aplicaba el modelo de retirada total. En estos casos, algunos adultos, especialmente mujeres, redujeron su participación en el mercado laboral para dedicarse a los trabajos no remunerados del hogar, cuidados de personas dependientes e hijos.
Los investigadores hablan de una "sustitución entre trabajo remunerado por trabajo de cuidados". Algunas de estas familias optaron por cuidar a sus hijos o familiares dependientes sin miedo a caer en la exclusión social. Según apuntaban los investigadores, esta decisión "podría generar externalidades positivas, como mejoras en la educación y la salud de los niños o reducciones de la delincuencia adolescente", además de mejorar la conciliación familiar al resto de miembros de la familia.
Las conclusiones coinciden con Alemania. Los resultados del B-MINCOME no están aislados en el panorama internacional. En Alemania también se llevó a cabo un proyecto similar en el que ser el beneficiario de una asignación mensual básica independiente de la situación laboral hizo que los participantes mejoraran su formación para obtener mejores empleos.
El hecho de mantener la salvaguarda de un ingreso asegurado incentivóa los beneficiarios alemanes a aventurarse a cambiar a empleos mejor pagados, a estudiar y formarse e incluso redujo los niveles de ansiedad y otros problemas mentales al tener la certeza de llegar a fin de mes gracias a la renta básica vital.
No obstante, la conclusión más relevante que deja la prueba de Barcelona, al igual que la alemana, es que no basta con asignar un subsidio a un determinado perfil de población en riesgo de exclusión social, sino que lo importante es aplicar la estrategia adecuada para incentivar su progreso, no estancar a ese grupo en lo que los investigadores denominaban "trampas de pobreza" que perpetúa su dependencia.
Imagen | Pexels (Markus Spiske)
utm_campaign=26_Jun_2025"> Rubén Andrés .