Europa quiere paneles solares sin trabajo forzoso. El único problema es que casi todos vienen de China

Publicado el 25/05/2025 por Diario Tecnología
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Europa quiere paneles solares sin trabajo forzoso. El único problema es que casi todos vienen de China

A principios de los 2000, Europa se consagraba como el mayor fabricante de energía solar a nivel mundial. Después de más de dos décadas, esa posición dominante es un recuerdo frente al avance imparable de China, que ha logrado que más del 80% de la producción global salga de sus fábricas.

Un cambio de paradigma. China tiene una mirada muy particular de ver el mundo a largo plazo, gracias a esa filosofía ha conseguido posicionarse como líder en la energía solar. Su método ha logrado fabricar paneles solares más baratos gracias a una estrategia de subsidios, integración vertical y un control casi absoluto de las cadenas de suministro, como ha detallado BloombergNEF. Mientras, los fabricantes europeos han tenido que competir con esos precios, lo que ha desencadenado una oleada de cierres de fábricas, quiebras y reducciones de personal.

La respuesta de Europa. El viejo continente quiere volver a fabricar sus propios paneles solares, pero motivados por una presión ética y geopolítica en el sector. Según Financial Times, ha crecido el escrutinio sobre la región de Xinjiang, en China, que concentra cerca del 20 % de la producción mundial de polisilicio y donde diversos gobiernos occidentales han denunciado violaciones de derechos humanos y trabajo forzoso contra la población uigur.

Frente a esto, países como el Reino Unido han tomado una posición firme. En abril, el gobierno británico declaró que su empresa estatal de energía no podrá utilizar paneles solares vinculados al trabajo forzoso. Esta tendencia ética podría forzar a los desarrolladores solares europeos a repensar su cadena de suministro y priorizar proveedores más transparentes, incluso si son menos competitivos en precio.

Ya hay medidas en marcha. Por un lado, en un intento más ambicioso para recuperar parte de su autonomía energética, la UE aprobó el año pasado la Ley de Industria Net Zero. Esta normativa obliga a considerar no solo el precio, sino también criterios como la resiliencia de la cadena de suministro, el impacto ambiental y el origen local al realizar compras públicas de tecnologías limpias.

Por otro lado, se priorizarán los productos europeos en licitaciones para equipar hospitales, edificios públicos y otras infraestructuras estatales con energía solar. Según Solar Power Europe para Financial Times, esta normativa podría crear un mercado de hasta 9 gigavatios de capacidad solar para productos “resilientes” ya en 2026.

Pero los números no mienten. La distancia con China es abismal. Hoy, los paneles solares chinos se venden a unos 0,09 dólares por vatio, un descenso radical desde el dólar por vatio en 2012, según BloombergNEF. Las empresas europeas simplemente no pueden competir en costes frente a la escala y eficiencia del modelo chino.

Hay algo más de fondo. No solo es una cuestión de ensamblaje, sino de minerales estratégicos. En un contexto más amplio, poner en marcha una mina puede tardar hasta 17 años desde que se encuentra hasta que se activan todos los protocolos. En cambio, China lleva 20 años de ventaja asegurando sus fuentes de litio, tierras raras, cobre y silicio.

De este modo, aún con las nuevas regulaciones de la UE funcionando perfectamente, el llamado “mercado de resiliencia” cubriría menos del 14 % de la capacidad solar añadida en Europa, según Financial Times. Y no habrían garantías de que esos paneles sean producidos por fabricantes europeos: podrían provenir de India, Corea del Sur u otros países que no usen materiales de origen chino.

¿Pasará por el aro? Aquí la pregunta principal que se plantea es: ¿Está dispuesta Europa a asumir el costo económico político de reindustrializar su sector solar? ¿O aceptará la dependencia de un proveedor barato pero geopolíticamente complejo? Por ahora, las medidas parecen insuficientes para alterar significativamente la estructura del mercado. La transición energética europea avanza, pero lo hace montada sobre paneles chinos, incluso cuando sus gobiernos promueven discursos de soberanía tecnológica y ética en el comercio. Europa ha despertado tarde a una carrera que ella misma ayudó a iniciar. Recuperar el terreno perdido será difícil. El sol no espera, y China ya cerró la sombrilla.

Imagen | Climate Group

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