EEUU no tiene dudas: Rusia está construyendo un arma nuclear capaz de destruir todos los satélites en órbita
Publicado el 22/08/2025 por Diario Tecnología Artículo original
En 1962, el mundo se asomó al borde del abismo nuclear cuando Estados Unidos descubrió la instalación de misiles soviéticos en Cuba, a escasos kilómetros de sus costas. La tensión derivada de aquel pulso geopolítico simbolizó la fragilidad del equilibrio estratégico y la facilidad con la que un avance tecnológico o una jugada arriesgada podían precipitar al planeta hacia una confrontación total. Hoy, más de sesenta años después, Estados Unidos evoca aquel episodio histórico al advertir sobre una amenaza similar, aunque trasladada al espacio.
Una nueva crisis. El anuncio de que Rusia estaría desarrollando un arma nuclear orbital capaz de inutilizar en un solo acto la totalidad de los satélites en órbita baja terrestre ha encendido las alarmas en Washington, con comparaciones directas a aquella crisis de los misiles de Cuba que comentamos.
Según los datos desclasificados por el Congreso estadounidense, este sistema combinaría un ataque físico inicial que generaría una reacción en cadena de destrucción orbital con un pulso nuclear destinado a freír la electrónica de todos los satélites afectados.
El resultado. Sería, a su juicio, devastador: con el colapso de GPS, comunicaciones, inteligencia y sistemas de alerta temprana de misiles, todos elementos críticos para la seguridad y la economía global.
Estados Unidos sostiene que el arma, aún no operativa, podría dejar inutilizable la órbita durante un año entero, generando un vacío estratégico sin precedentes en el que tanto Washington como sus aliados quedarían expuestos a amenazas convencionales o incluso nucleares sin la cobertura de sus constelaciones espaciales.
El papel de los satélites. Hoy orbitan más de 12.000 satélites que cumplen funciones vitales para la vida moderna: desde servicios de televisión y navegación hasta la arquitectura militar y económica internacional. De hecho, la guerra en Ucrania ya demostró su vulnerabilidad cuando el ataque ruso contra Viasat en 2022 dejó a decenas de miles de usuarios sin servicio en gran parte de Europa.
Más recientemente, el secuestro de una señal satelital para emitir el desfile del Día de la Victoria en Ucrania evidenció cómo el ciberespacio y el espacio exterior se entrelazan como nuevos campos de batalla. Los expertos advierten que basta con explotar software desactualizado o enlaces de comunicación inseguros para inutilizar satélites clave, lo que convierte al espacio en un talón de Aquiles de las democracias occidentales.
La nueva carrera espacial. Lo hemos ido contando. El anuncio de la posible arma rusa coincide con el resurgir de la competencia espacial por el dominio de los recursos extraterrestres. La Luna se ha convertido en la pieza central de esta rivalidad: su riqueza en helio-3, potencial combustible para futuros reactores de fusión nuclear, ha disparado los planes de establecer bases permanentes.
La NASA anunció la instalación de un pequeño reactor nuclear como paso inicial para consolidar presencia antes de que lo hagan Rusia o China, que ya proyectan sus propias plantas lunares. El control de zonas estratégicas de la superficie lunar se percibe como determinante para definir la próxima hegemonía global en energía y tecnología, en un contexto donde la creciente demanda de energía para la inteligencia artificial acelera la competencia.
China entre medias. Mientras Rusia guarda silencio sobre la supuesta arma antisatélites, China ha reaccionado denunciando a Washington por “militarizar el espacio” y acusándolo de expandir alianzas militares que convierten el dominio espacial en una zona de guerra.
Pekín insiste en que se opone a una carrera armamentística fuera de la Tierra, aunque en paralelo impulsa proyectos de minería espacial y bases en la Luna que la sitúan en el mismo tablero competitivo que Estados Unidos y Rusia. La retórica china se presenta como garante del orden internacional frente a un Estados Unidos acusado de exacerbar la tensión, aunque el desarrollo simultáneo de capacidades tecnológicas de gran alcance revela un juego de poder más amplio.
La respuesta de Washington. Creada en 2019, la Fuerza Espacial estadounidense ha asumido la tarea de proteger los intereses nacionales en órbita, desde las constelaciones de comunicaciones hasta los satélites militares de inteligencia y navegación. Su flota incluye el X-37B, un transbordador no tripulado que ejecuta misiones secretas prolongadas en órbita y simboliza la voluntad de Washington de dominar este ámbito.
Aunque pequeña en comparación con ramas como el Ejército o la Marina, la Fuerza Espacial se expande y el Pentágono planea consolidar pronto su sede central. Para los mandos militares estadounidenses, el acceso seguro al espacio es ya un interés vital de seguridad nacional. La perspectiva de que Rusia despliegue un arma nuclear espacial eleva el desafío a una escala inédita: la posible paralización de la infraestructura satelital mundial, con consecuencias militares, económicas y psicológicas comparables a un ataque nuclear estratégico.
Un punto de inflexión. Sea como fuere, el fantasma de una “crisis de los misiles en el espacio” refleja que la competencia ya no se limita a tierra, mar y aire, ni siquiera al ciberespacio, sino que alcanza el dominio orbital y lunar como nuevos escenarios de poder.
Si Estados Unidos está en lo cierto y se permite a Rusia avanzar con un arma antisatélites, el equilibrio estratégico global podría alterarse de manera radical, inaugurando una era en la que las grandes potencias disputen no solo territorios, sino el acceso mismo a la infraestructura que sostiene la vida moderna.
La urgencia, tanto para unos como para otros, parece clara: o se establecen límites firmes en el uso militar del espacio, o el riesgo de que la próxima gran crisis internacional estalle a cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas se hará cada vez más real.
Imagen | Steve Jurvetson
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