Cuando OnePlus termina un móvil, el siguiente paso es torturarlo hasta que no puede más: lo hemos visto en su fábrica
Publicado el 25/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
En este mundo hay muchos sitios a los que muy pocas personas pueden entrar. Lugares que guardan secretos como, por ejemplo, cómo se fabrica un móvil y cómo se pone a prueba para que aguante todas las penurias a las que lo sometemos día tras día. Por eso visitar una fábrica siempre tiene algo especial, porque sabes que lo que estás viendo no suele verse a menudo. El problema es mostrarlo, porque una cosa es ver y otra muy distinta es poder echar fotos y enseñar lo que hemos visto. No es el caso de la visita que hoy nos ocupa.
Hace una semanas estuvimos en Shenzhen con OnePlus. Durante nuestra visita pudimos acceder al Laboratorio de Salud, como ya hemos contado, pero también a la línea de producción en la que se fabrica el OnePlus 13. Hemos visto cómo lo que comienza siendo una placa base pasa por todo un circuito de máquinas y manos hasta salir como un OnePlus 13 hecho y derecho. No solo eso, sino que también hemos visto de primera mano cómo lo torturan en el Laboratorio de Durabilidad y cómo testean la cámara. Y hoy no solo os lo podemos contar, sino que os lo podemos mostrar de primera mano.
La fábrica

En la fábrica de OnePlus no solo se fabrican smartphones OnePlus porque, de hecho, el edificio en el que estábamos era de OPPO. Al fin y al cabo, OPPO, OnePlus y Realme son primas cercanas. Vivo también, pero es algo más independiente. En cualquier caso, desde OnePlus nos confirmaron que la línea que estábamos visitando se usaba sola y exclusivamente para ensamblar los OnePlus 13.

A diferencia de la fábrica de Samsung que visitamos en Corea del Sur, que estaba prácticamente robotizada, esta línea de OnePlus era sorprendentemente manual. Había herramientas robóticas haciendo, por ejemplo, test de software o soldaduras concretas, pero era llamativo ver a una enorme ristra de trabajadores (bastante jóvenes en su mayoría) uno tras otro ensamblando los móviles como si de un LEGO se tratase.

OnePlus mantiene en secreto el número concreto de trabajadores y, aunque no los conté uno a uno, sí diría que solo en esta línea podría haber alrededor de cien personas. De aquí salen 3.000 unidades de OnePlus 13 al día. Todos los empleados han de completar programas de capacitación y deben obtener certificaciones específicas para su puesto que, aunque en algunos casos consiste en limpiar el agujero de la cámara con un palito de algodón, en otros casos consiste en operar máquinas.
Antes de llegar a la zona de ensamblaje hay una parte separada del resto, literalmente. Es una zona estanca donde se ensamblan y analizan componentes principales, como las placas base, y que requieren de ciertas condiciones ambientales. Esos componentes van a parar a la línea siguiente, donde los trabajadores están sentados en línea montando el teléfono desde cero.

El orden está perfectamente marcado y no vamos a detenernos en detallar cada proceso porque ni nos lo explicaron en detalle ni tiene sentido. Los componente se ensamblan uno a uno en el más absoluto silencio: chasis, placa base, batería, SMT, sensores de cámara (sí, se ensamblan de uno en uno), pantallas, chasis trasero... Lo que empieza siendo un marco sale como un móvil listo para empaquetar. ¿Y dónde se empaqueta? En la planta de abajo, aunque no la visitamos.

Nos vamos a detener en la cámara. Estamos tan acostumbrados a verla y usarla que , muchas veces, no nos paramos a pensar en cómo se monta. Los sensores vienen en blísteres como si de pastillas para la tos se tratasen. Un empleado coge un sensor con sus manos (usando unos guantes para dedos que desechan cada poco), lo coloca en la placa base, pasa una comprobación en una máquina, y pasa al siguiente.


El siguiente le pone otro sensor, pasa la comprobación, y así hasta el final. Esperaba que fuese una de las primeras cosas que se colocan, pero no. Se ponen los sensores de cámara antes que la batería, por ejemplo. Cada sensor tiene una protección, como una especie de película protectora, que se retira (a mano) más adelante, tras lo cual pasa una inspección visual y se ensambla a la trasera.
Y esto nos llamó poderosamente la atención. Había una persona, solo una, limpiando los agujeritos de la carcasa por los que asomarán los sensores con un palito de algodón. La idea, claro, era asegurarse de que no entran motas de polvo al interior que puedan perjudicar la experiencia. Esta persona, por supuesto, trabaja en una zona estanca y con más protecciones en su cuerpo.

Tras una serie de comprobaciones finales, el dispositivo pasa a una caja metido en una bolsita que, posteriormente, será transportada a la planta baja para su empaquetado. ¿Y eso es todo? Ni mucho menos, porque una vez tenemos el teléfono está listo hay que ponerlo a prueba. De eso se encargan en el laboratorio de durabilidad.
La hora del dolor
El laboratorio de durabilidad está separado de la fábrica. En el mismo edificio, pero en otra zona. Tiene sentido. Este laboratorio está compuesto de diferentes zonas donde se realizan diferentes pruebas. De sus resultados dependen que la firma pueda decir que el terminal cumple con la certificación IP68, que aguanta a caídas desde tal altura, etc. No solo eso, sino que algunas pruebas tienen como objetivo comprobar que el teléfono no hace cosas como partirse en dos cuando lo llevamos en el bolsillo.

La primera prueba fue la de caída. Durante la prueba, el teléfono se deja caer libremente sobre una placa de mármol, apuntando a sus seis caras, ocho esquinas y 12 bordes. Después de cada caída, el operador realiza una inspección visual en busca de arañazos, golpes, grietas, etc. Tras una primera ronda, se hacen más caídas desde 1,5 metros para asegurar la integridad de, sobre todo, la batería.

A su lado está la prueba de volteo, que simula los típicos golpes que podemos darle al móvil durante el uso. Los operadores introducen el teléfono en una cámara que gira y lo dejan caer desde alturas de entre medio y un metro con una velocidad de rotación de entre ocho y diez ciclos por minuto durante 150 ciclos. Pasa la prueba si sigue funcionando después del test.

A continuación, prueba de micro-caídas. Esta consiste en dejar caer el teléfono sobre todas sus caras desde una altura de diez centímetros un total de 14.000 veces. Después de la prueba, se desarma para verificar que los componentes internos y el ensamblaje estructural estén intactos. El objetivo, sobra decir, es simular caídas como soltar el teléfono sobre una mesa o sobre la cama.

Justo a su lado está la prueba de inserción de USB, que sirve para comprobar que el puerto USB tipo C sigue funcionando a pesar del desgaste. Varios teléfonos son colocados en vertical mientras una máquina introduce y extrae 20.000 veces un USB. Tras la prueba, el teléfono se desarma para ver si todo sigue en orden o si ha habido algún problema.

La prueba de torsión simula el daño por fuerzas de torsión durante el uso. Según el ancho y grosor del teléfono, se aplica un torque calculado durante 750 torsiones. No se permiten defectos funcionales ni estructurales. Tras la prueba, el teléfono se inspecciona completamente antes de desarmarlo para evaluar la integridad estructural interna. Esta es de esas pruebas que duelen nada más verlas.

De esta otra prueba no nos dieron datos exactos, pero se trata de una máquina que simula el comportamiento del móvil cuando lo llevamos en el bolsillo. El teléfono es introducico en una especie de saco de tela vaquera y una presa lo presiona hacia abajo para comprobar que no se dobla.


También vimos la prueba de lluvia. Esta prueba, que suena muy fancy, es la que valida la compatibilidad con los estándares IPX2 e IPX4. El móvil se enciende y, mientras reproduce un vídeo o una llamada, se inclina 75 grados en los cuatro lados mientras se rocía agua durante entre diez minutos y una hora. Luego se deja secar y se examina a los dos días. La prueba se pasará si no hay corrosión en la placa base, pantalla o conectores. La prueba de IPX8 es todavía más bruta: el teléfono se sumerge en un tanque de agua de 1,5 metros durante media hora.


En este laboratorio también se analizan los cables de los cargadores (su elasticidad y capacidad de compresión) y las correas de los relojes, que se estiran y comprimen en una máquina para comprobar su deterioro. Fue curioso ver cómo prueban la resistencia a cinco atmósferas, que normalmente significa que lo puedes sumergir 50 metros. Para el que se estuviera imaginando una piscina de 50 metros, no. Es un tanque normal que simula cinco atmósferas de presión jugando con la temperatura y la presión.

De la misma manera, la compañía comprueba la resistencia a arañazos tanto de la parte trasera como de la pantalla usando máquinas dedicadas. Si imaginabas una prueba extravagante, nada más lejos de la realidad: el cristal o la trasera se pegan a una base con dos tiras de cinta y se pasa un mástil texturizado por encima para ver si se arañan o no.

Y por último, las baterías. Una de las pruebas más importantes para una batería es la de carga y descarga y la de temperatura. De nada sirve tener una batería de silicio-carbono buenísima si sufre más de la cuenta cuando la temperatura aumenta o si tiene problemas de carga. En una zona separada del resto de pruebas, donde hacía un calor tremendo, había armarios y armarios llenos de baterías conectadas, simulando el comportamiento del usuario, y siendo analizadas.
Las pruebas, por cierto, no son acumulativas. Varias pruebas se llevan a cabo con varios teléfonos al mismo tiempo. El móvil que ha pasado las penurias del agua no tiene por qué pasar las pruebas de la torsión, y viceversa. Eso sería imposible en términos de tiempo y eficiencia.
El curioso laboratorio de cámaras

Otro lugar escondido de los ojos del público es el laboratorio de cámaras. A diferencia de los otros sitios, que sí gritan "edificio de empresa" por todos lados, el laboratorio de cámaras está en una zona aparentemente residencial. Tanto, que al lado había hasta un campito para echarse un furbito. Por fuera es un edificio de apariencia totalmente mundana, pero la planta baja es un lugar que de lo más peculiar.
Imagina una planta llena de habitaciones y que cada habitación fuera un escenario. En una zona tienes una recreación ultradetallada de un supermercado, con productos de colores, cristales, luz blanca, etc. Justo enfrente, lo que podría ser una mesa de un restaurante con luz cálida más tenue. Al lado, la recepción de un hotel. Enfrente, una biblioteca, el salón de tu casa, un restaurante de comida rápida o una discoteca. Cada zona con su atrezzo, su luz, todo para comprobar cómo rinde la cámara en diferentes condiciones. Nada que ver con el que vimos hace años.


En total, 16 escenarios diferentes con 500 pegatinas en el suelo repartidas por varios puntos estratégicos. ¿Para qué son esas pegatinas? Para marcar todas y cada una de las ubicaciones en las que hay que sacar fotos con todas las lentes del móvil. Si tienes un móvil OPPO o OnePlus, que sepas que su cámara se ha analizado, perfilado y afinado gracias a un laboratorio como este.

No es viable ajustar la cámara de un móvil en situaciones reales del mundo real. Se necesitan condiciones ceteris paribus para, por un lado, aligerar el proceso y, por otro lado, iterar entre generaciones. Si sacas la misma foto desde el mismo sitio con el OnePlus 1, el OnePlus 2, el OnePlus 3, el OnePlus 4, etc., podrás ver cómo evoluciona la cámara y qué aspectos se pueden mejorar.

Tampoco tendría sentido hacer esto a mano, y de hecho no lo hacen. OnePlus tiene en su haber tres robots con un brazo que se mueven por el escenario y toman fotos desde los lugares marcados. El robot se desplaza, mueve el brazo, saca la foto y cambia entre objetivos de forma autónoma (aunque según una ruta prefijada por un operario). En total, para cada móvil se sacan la friolera de 75.000 fotos. En casa paseo, cada robot saca 500 fotos.
Esta fue, sin duda, una de las zonas más curiosas de ver. No por el robot, no por las zonas, sino porque muchas de las fotos que acompañan este artículo (todas menos de la de la fábrica, de hecho) las tomé con un OPPO Find X8 Pro que también pasó por este laboratorio. Y si nos fijamos en el brazo veremos que el teléfono está escondido en una especie de funda negra. Eso significa que ese teléfono es un prototipo o un teléfono en fase de desarrollo.
¿Cuál? Seguramente no tardemos mucho en salir de dudas.
Imágenes | Xataka
utm_campaign=25_May_2025"> Jose García .