Una iglesia medieval de Álava escondía pinturas de bestias y discos solares en sus muros. Nadie sabe qué diablos hacen ahí

Publicado el 11/08/2025 por Diario Tecnología
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Una iglesia medieval de Álava escondía pinturas de bestias y discos solares en sus muros. Nadie sabe qué diablos hacen ahí

Cruces, estatuas de santos, frescos con escenas bíblicas, representaciones de la Virgen María o los apóstoles, incluso figuras de diablos retorciéndose. Dentro de una iglesia uno espera encontrarse un amplio abanico de imaginería cristiana, pero cuando hace unos años los historiadores empezaron a limpiar el muro más antiguo de la iglesia de Arbulo, en Álava, se encontraron con algo bien distinto. Bajo capas y capas de cal y pintura empezó a asomar otra cosa: figuras del siglo XII que muestran cuadrúpedos misteriosos con garras, aves enfrentadas y ruedas.

Ahora los expertos se preguntan qué diablos significan.

En un lugar de Álava… Más concretamente en Arbulo, en el municipio de Elburgo, se alza una antigua iglesia en honor a San Martín de Tours. La mayor parte del templo que hoy vemos se levantó entre finales del siglo XV y principios del XVI, pero sus constructores partieron de los restos de un edificio anterior, de la época románica. Pese a su valor histórico con el paso del tiempo la iglesia acabó en estado ruinoso. A finales del XX su cubierta se deterioró y empezó a filtrarse agua a través de las bóvedas, lo que entre otras cosas acabó deterioró el mobiliario.

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Restauradores al rescate. La situación del templo era tan crítica que estuvo cerrado entre 1999 y 2008 y hacia 2004 se puso en marcha una restauración que incluyó el desencalado de los muros. Los especialistas tenían buenas razones para hacerlo. Como recuerda el historiador Gorka López de Munain, de la Universidad del País Vasco (UPV), las humedades obligaron a retirar el retablo y desconcharon las paredes del ábside, lo que dejó a la vista las capas de pintura acumuladas con el paso de los siglos, incluido lo que parecían "extraños motivos de tonalidad rojiza".

¿Qué clase de pinturas? Los expertos apreciaron varias capas en los muros, pero hubo una en concreto que llamó tanto la atención de López de Munain que decidió dedicarle un amplio artículo en De Medio Aevo. ¿Cuál? La primera, situada en el muro del ábside y que a falta de análisis más detallados el investigador fecha entre los siglos XII y XIII, por lo que se asocia al primitivo templo románico. Hoy sabemos que su autor (o autores) las trazaron sirviéndose de pigmentos de tierras ocres mezclados con aglutinante y que no permanecieron demasiado tiempo expuestas. Antes del XV ya estaban cubiertas con una nueva capa de cal.

Y llegó la gran sorpresa. Lo más curioso no es sin embargo con qué se elaboraron los pigmentos, sino para qué se usaron. En un templo cristiano uno esperaría encontrarse con símbolos asociados a ese credo: cruces, representaciones de Cristo y la Virgen, escenas bíblicas… No en el muro de la iglesia de Arbulo.

Allí, en palabras del profesor de la UPV, lo que apareció fueron representaciones de animales y formas geométricas "en una disposición aparentemente azarosa". En una superficie amplia, de algo más de 24 metros cuadrados (m2), los expertos se encontraron con restos que en origen debieron decorar la cabecera de la iglesia primitiva y han azuzado la curiosidad y la imaginación de los historiadores.

"En esta primera capa se pintaron motivos de gran variedad y riqueza formal: cuadrúpedos de semblante porcino, animales con garras con aspecto de felino o de lobo, pavos reales, pájaros de gran volumen similares a gallinas, estrellas, ruedas con radios, figuras arboriformes e incluso  cruces bellamente decoradas", recoge el artículo de De Medio Aevo, que reconoce que las figuras del muro absidal de la iglesia de Arbulu "no responden a los repertorios más conocidos de su tiempo".

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"Algo inesperado". López de Munain no es el único al que han sorprendido las imágenes del templo. En 2018, en una entrevista con EITB.eus, Isabel Mellén, del proyecto 'Álava Medieval', reconocía su entusiasmo. "Lo que se pintó, a nuestros ojos, es algo inesperado. Lo que esperamos encontrar en una iglesia son pinturas religiosas, con escenas o simbología cristiana, pero lo que se muestra en Arbulo no tiene nada que ver con todo eso", recoge el análisis de la cadena vasca.

En vez de pantocrátores o cruces lo que muestran los muros del templo con trazos gruesos y tonos rojizos son bestias: aves, animales con aspecto de cerdos o jabalíes, discos con radios, estrellas con forma de asterisco flores de lis trazadas con líneas básicas y toscas…  Una iconografía peculiar que deja botando una pregunta tan fascinante como difícil de responder: ¿Qué nos quieren decir exactamente?

Interrogando a la historia. De entrada y después de aclarar lo difícil que resulta interrogar a las imágenes en busca de significados con los ojos del siglo XXI, el investigador desliza una idea: al menos parte de las figuras parecen revelar una connotación fúnebre. Por ejemplo, entre las imágenes rescatadas en Arbulo se aprecian pavos reales, un tema recurrente a lo largo de la Edad Media, cargado de polisemia y que se ha empleado de forma habitual en contextos mortuorios.

"Las aves afrontadas pintadas en Arbulu evocan inevitablemente a aquellas que beben juntas de una crátera o picotean un racimo de uvas, habituales en las estelas y lápida romanas y muy frecuentes en el románico del entorno con connotaciones eucarísticas, funerarias o bautismales", señala el investigador vasco, que reconoce en cualquier caso que en las imágenes de Arbulu las aves no aparecen junto a otros iconos, como copas, por lo que "su naturaleza es difícil de identificar" y "esquiva".

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¿Hay más significados? Sí. En su análisis el investigador presta atención a otros elementos que han emergido en el muro de Arbulu, como los discos de ocho radios. "Esas ruedas o estrellas radiadas aparecen con frecuencia en las estelas discoidales tanto del País Vasco como de regiones cercanas", desliza.

Su significado es también sugerente e invita a mirar, más que a cruces de consagración, a los diseños que pueden verse con frecuencia en las estelas funerarias medievales. Las figuras arbóreas también le han llevado a deslizar la hipótesis de que puedan estar vinculadas con las pinturas de un personaje histórico, Gastea de Arburu, de origen galo pero enterrado en la región.

Pero… ¿Por qué? La gran pregunta. ¿Por qué pintar un templo cristiano con aves, discos solares y cuadrúpedos con garras, algunos con apariencia de jabalíes? En una entrevista con El País López de Munain desliza algunas teorías, como que sus creadores quisiesen representar en las paredes aquello que veían en su entorno más inmediato o que los promotores del templo deseasen replicar símbolos con cierta carga de prestigio, como los elementos asociados a la cultura romana.

"Eran templos privados donde los dueños hacían un poco lo que querían, al margen de las injerencias de los episcopados. Las cruces son lo único que indica que estamos en una iglesia, del resto ni una de las imágenes nos remite a ello".

Más allá de Arbulo. Las figuras de Arbulo resultan fascinantes por su "extrañeza" y variedad, pero no son los únicos ejemplos de pinturas rojizas sobre fondos blancos que decoran templos levantados en Álava durante la Edad Media. "Pese al desconocimiento general que rodea estos conjuntos, entre los siglos XII y XIII, buena parte de las iglesias de la región se decoraron en su interior con pintura mural roja sobre un fondo de cal blanca, con mayor o menor pericia y al margen de las dinámicas de los talleres especializados", recuerda el experto.

También se encuentran ejemplos en otros puntos de Europa, dentro y fuera de templos. Ni lo uno ni lo otro han evitado sin embargo que ese legado cayera en el olvido y sufrido el desinterés de los historiadores, quedándose fuera del canon. Para López de Munain Arbulu es la prueba de que toca replantearse su valor.

"Las imágenes de Arbulu demuestran la necesidad de prestar atención a las manifestaciones que han quedado en los márgenes del canon histórico-artístico, ya que poseen un extraordinario potencial epistemológico que debe ser subrayado y estudiado", reflexiona. "Estas obras desatendidas pueden ayudar a abrir nuevas posibilidades de análisis sobre las migraciones de formas y sus significados, obligándonos a contemplar una cultura visual más vasta y desjerarquizada".

Imágenes | Gorka López de Munain (De Medio Aevo)

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