El WindRunner será el avión más grande del mundo para transformar la energía eólica. El Pentágono ya le ha echado el ojo

Publicado el 11/08/2025 por Diario Tecnología
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El WindRunner será el avión más grande del mundo para transformar la energía eólica. El Pentágono ya le ha echado el ojo

En los albores de la guerra de Ucrania, Rusia tomó el control del espacio del aeropuerto de Hostomel. Era donde dos monstruos de la aviación, el Antonov-124 y el Antonov-225, quedaron atrapados. ¿El resultado de los ataques? Graves daños a uno de los aviones de transporte de mercancías más usados de Europa y la destrucción del Antonov-225, el avión más grande del mundo y orgullo de la aviación ucraniana. Su pérdida ha dejado un vacío que una startup quiere aprovechar con el WindRunner, el nuevo avión más grande del mundo enfocado en el transporte de palas de aerogeneradores.

El problema es que hay serias dudas de que algún día emprenda el vuelo, pero ya hay un interesado que nada tiene que ver con el sector de las energías renovables: el Pentágono.

Impulsar la energía eólica. La empresa tras este ambicioso proyecto es Radia, una startup que considera que, en un escenario de descarbonización y con una inteligencia artificial tan voraz en términos energéticos, es necesario impulsar la instalación de aerogeneradores por todo el mundo. El problema es que, para acelerar esa instalación, habría que aumentar la cadencia de instalación de aerogeneradores y el transporte de sus elementos, como las palas, es un problema. Las torres se pueden ir montando por piezas, pero las palas son otro cantar.

Radia considera que ninguno de los aviones de carga tienen la capacidad de transportar palas de grandes dimensiones, y ahí entra en juego su plan con el WindRunner y una bodega que permitirá transportar de una tacada tres palas de 80 metros, dos de 95 metros o apenas una de 105 metros de largo. Y lo hará directamente en una pista de aterrizaje improvisada en el lugar de construcción del parque eólico.

WindRunner

Las comparaciones son odiosas. Por poner en contexto de qué tipo de avión estamos hablando, si el Antonov-225 era un monstruo, este WindRunner sería incalificable:


WinrRunner

Antonov An-225

Longitud total

108 metros

84 metros

Envergadura

80 metros

88,4 metros

Altura

24 metros

18,1 metros

longitud de bodega

105 metros

43,3 metros

volumen de bodega

8.200 m³

1.300 m³

Viene con un precio. El problema es que poner semejante avión en el aire tiene un problema: combustible. Por las 250 toneladas que podía cargar el Antonov-225, el WindRunner se quedará en unas más modestas 72,5 toneladas. Suficiente para su principal misión de transportar palas que en sus longitudes más grandes rondan las 60 toneladas.

Pero la autonomía también puede ser el gran problema de ese plan que permite impulsar la eólica por todo el mundo. Impulsado por cuatro motores que funcionarán con combustible sostenible de aviación, o SAF, su autonomía será de hasta 2.000. Será su gran limitación, ya que lo relegará a un uso casi local en Europa, América o Asia, con continuos repostajes o con la necesidad de que las palas se fabriquen a esos 2.000 kilómetros de su destino.

Windrunner WindRunner a la izquierda, Antonov An-124 en el centro, Boeing 747-400 a la derecha

Serias dudas. Es evidente que el WindRunner es prometedor, pero expertos de la industria aeroespacial no tienen tan claro que Radia pueda materializar su visión. El argumento que esgrimen analistas y expertos de la industria de la aviación es que Radia es una startup que necesitará mucho dinero y han visto quedarse por el camino proyectos con mejores argumentos comerciales y menores riesgos tecnológicos.

Además, y como leemos en BBC, Radia va contra todo lo que se suele hacer en esta industria y, tras unas pruebas de un modelo a escala en el túnel de viento, quiere agilizar tiempos y reducir costes pasando de ese modelo a escala a aeronaves de prueba de tamaño real. ¿Cómo? En lugar de ir construyendo prototipos tradicionales, fiándose de las herramientas de diseño digitales. Y esto no es como construir un coche por tu cuenta: una vez construido, se inicia un abrumador proceso de certificación de la aeronave.

Captura De Pantalla 2025 08 11 A Las 8 36 04 Prácticamente todo el interior del Windrunner es bodega.

Confianza. En el mismo artículo de BBC, Mark Lundstrom, fundador de Radia, confesó que, si bien existen numerosos desafíos, los principios fundamentales del desarrollo del WindRunner pasan por “no hacer nada nuevo y desarrollar la aeronave mínimamente viable para la aviación”. Eso hace que hayan descartado alternativas como los dirigibles, que deberían pasar por nuevas regulaciones y cadenas de suministro, y también que hayan optado por una cadena de suministro más tradicional.

Por ejemplo, contratando proveedores experimentados como la italiana Leonardo para el fuselaje, la estadounidense AFuzion para revisar la seguridad o la española Aernnova para las alas y los pilones de unión a los motores. Aún no se sabe quién les suministrará los motores, pero desde Radia comentaron a BBC que han “seleccionado un motor certificado existente y están trabajando para definir la estrategia de integración en el fuselaje”.

Es decir, Radia está utilizando tecnologías y componentes ya probados, lo que les permitirá que “el coste unitario sea proporcional al peso y tamaño de la aeronave y, por tanto, comparable al de otras aeronaves civiles de fuselaje ancho”, según el portavoz de Radia. Y se espera que el 70% de los proveedores de Radia sean europeos.

El Pentágono le ha echado el ojo. Desde luego, Radia no es la primera compañía aeroespacial visionaria, pero si no cuaja el objetivo de construir el WindRunner para su objetivo principal de llenar el planeta de aerogeneradores, puede que quien ha llamado recientemente a su puerta tengo algo interesante que ofrecer.

En mayo de este año, el Departamento de Defensa de Estados Unidos firmó un acuerdo con Radia para analizar si el WindRunner podría transportar carga militar. Aunque el peso que puede llevar es muy inferior al del desaparecido Antonov-225, su bodega es enorme y es algo que ha captado la atención del Pentágono. Desde Radia mantienen que su objetivo sigue siendo servir al mercado de la energía eólica, pero reconocen que las capacidades únicas de su avión lo hacen interesante para aplicaciones adicionales.

Boeing calienta motores. Radia tiene como objetivo tener varias unidades de prueba de tamaño real para realizar un primer vuelo de prueba a finales de esta década. De nuevo, una ambición desmedida si tenemos en cuenta que aviones como el mencionado An-225 apenas realizaban unos pocos vuelos al año… y sólo había uno. Y veremos cómo afecta la presión a los planes de Radia, ya que una empresa mucho más experimentada en esto de la aviación ha vuelto a declarar su interés en la creación de superaviones.

El Boeing C-17 Globemaster III es uno de los aviones de transporte más versátiles del mundo. No es enorme, ya que tiene una longitud de 53 metros, pero su capacidad de carga es de 77,5 toneladas y puede recorrer unos 5.000 kilómetros con carga máxima sin repostar. Está enfocado al uso militar, pero aunque su línea de producción se cerró en 2015, estas últimas semanas la compañía confirmó que está preparada para reanudar la producción con un nuevo C-17 si hay pedidos firmes.

Japón es uno de los interesados, pero aunque es complicado que hagan algo tan grande y específico como para cargar palas de aerogeneradores, si el Pentágono lo que quiere es un nuevo avión de carga y Boeing desarrolla uno con más alcance que los 2.000 kilómetros del WindRunner, cortará esa vía alternativa para el avión de Radia. Todo esto es especulación, claro, pero es evidente que el horizonte no está tan despejado para la startup.

Imágenes | Radia

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