En 1980 Europa fabricó 700 aviones para fumigar cultivos. Ahora llevan misiles aire-aire guiados para “fumigar” drones rusos
Publicado el 11/08/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Tras más de tres años desde la invasión rusa en Ucrania, la guerra ha transformado muchas de las concepciones que se tenían de las batallas modernas. No hablamos solo de avances tecnológicos, donde los drones y la IA se han convertido en piezas fundamentales que el resto de las potencias aplicarán a sus defensas, sino también de esa mezcla de artillería del pasado donde el ingenio (debido a la falta de recursos) ha resultado igualmente clave.
Lo último, aviones para granjas.
Otra defensa improvisada. Sí, Ucrania ha incorporado una nueva pieza a su arsenal de soluciones improvisadas contra drones: un avión agrícola Zlin Z-137 Agro Turbo modificado para portar misiles aire-aire R-73, uno bajo cada ala. Este aparato, normalmente empleado para fumigación de cultivos, conserva su silueta de aeronave civil, pero se ha repintado con un esquema gris militar y franjas blancas en el fuselaje trasero para reducir el riesgo de fuego amigo.
El vídeo que muestra su vuelo rasante sobre un maizal ucraniano no precisa fecha ni lugar, pero confirma que el país sigue aprovechando recursos disponibles para reforzar su defensa aérea. Diseñado en Checoslovaquia como evolución turbopropulsada del Z-37 Čmelák, el Z-137 entró en servicio en la década de 1980 y se fabricaron más de 700 unidades, empleadas ampliamente en el bloque oriental. La cantidad exacta que podría estar disponible para Ucrania es incierta, así como el estado operativo de este ejemplar armado.
El misil R-73 y su papel en sistemas híbridos. El R-73, denominado AA-11 Archer por la OTAN, es un misil de corto alcance con buscador infrarrojo de alta maniobrabilidad y capacidad para enganchar blancos hasta 75° fuera del eje frontal con la ayuda de visores en casco. Su alcance máximo es de unos 30 km contra objetivos de frente y de 14 km contra blancos en persecución.
Ucrania lo ha reutilizado en múltiples plataformas improvisadas conocidas como FrankenSAM, incluyendo sistemas terrestres como el Gravehawk, vehículos antiaéreos Osa modificados y drones navales Sea Dragon. La integración en el Z-137 parece emplear raíles APU-73, aunque no se observan sensores externos, lo que sugiere que el piloto tendría que maniobrar para situar el objetivo dentro del campo de visión del misil, o bien que se contemple la instalación de un sistema FLIR para operaciones diurnas y nocturnas. La conexión del avión a la red nacional de vigilancia, con radares, observadores y sensores acústicos, permitiría recibir datos por radio o enlace digital para la interceptación.
Cargas adicionales y adaptaciones futuras. Además de los misiles, el aparato muestra depósitos o contenedores cilíndricos en soportes internos cuya función no está clara. Podrían ser restos de su función agrícola, tanques suplementarios de combustible, pods de armamento o equipos auxiliares.
Su estructura podría adaptarse a otros misiles ya entregados a Ucrania, como ASRAAM británicos, Sidewinder estadounidenses o incluso AIM-9X de última generación. Esta versatilidad lo convierte en un banco de pruebas para integrar armamento en plataformas no diseñadas originalmente para combate aéreo, manteniendo un coste bajo y un despliegue rápido.
Función táctica y limitaciones. Un avión de este tipo, aunque mucho más lento que un caza o un helicóptero de ataque, podría servir como “piquete aéreo” en áreas concretas, patrullando sectores donde se prevea actividad de drones y reaccionando a incursiones de bajo coste para el enemigo.
Su velocidad limitada reduce la capacidad de interceptar múltiples objetivos a gran distancia, pero en zonas delimitadas su presencia podría ser decisiva. Operaciones de este tipo se complementarían con otros medios, desde equipos móviles con ametralladoras y focos hasta complejos sistemas Patriot, empleando cada recurso según la amenaza detectada.
Contexto estratégico y valor en la guerra de desgaste. Plus: la adaptación del Z-137 refleja la presión constante que sufre Ucrania para defenderse de un volumen elevado de drones rusos, especialmente los Shahed, y la necesidad de destinar los sistemas antiaéreos más avanzados a amenazas de mayor entidad.
Frente a la escasez de baterías modernas, estas soluciones improvisadas sirven como fuerza de contención, manteniendo un equilibrio entre coste y eficacia. La capacidad de armar plataformas civiles con misiles militares demuestra un alto grado de flexibilidad operativa y técnica, y subraya que en una guerra prolongada la inventiva y la rapidez de adaptación pueden ser tan determinantes como la sofisticación tecnológica.
Precedentes internacionales y paralelismos. Por último, hay que recordar que el uso de aviones agrícolas para funciones militares no es exclusivo de Ucrania. La Fuerza Aérea de Estados Unidos introdujo recientemente el OA-1K Skyraider II, una versión militarizada del Air Tractor AT-802, aunque con un papel distinto y aún en definición.
Tanto en este caso como en el del Z-137 ucraniano, la idea central es aprovechar plataformas simples y resistentes como vectores de armamento, algo que también ha probado Rusia con soluciones rudimentarias como armas fijas bajo alas de aeronaves lentas. Una tendencia que refleja un patrón global: en un escenario donde las amenazas de drones proliferan, incluso aeronaves diseñadas para tareas agrícolas pueden convertirse en cazadores armados.
Imagen | X, Vitaly V. Kuzmin
En Xataka | Rusia ha tenido una idea para hacer más letales sus drones kamikaze: lanzarlos sobre Ucrania a 500 km/h
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