Taiwán tiene un plan para frenar una invasión de China. Se llama “puercoespín” y solo tiene un problema: convencer a Pekín
Publicado el 13/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Hace apenas un mes ocurrió una especie de Deja Vú en la isla de Taiwán: había amanecido con una flota de China frente a sus costas, otra vez. Pekín volvía a repetir la estrategia una vez más, y el enclave entonces tomó una decisión: activar un plan B realizando la mayor simulación de su historia, una invasión disfrazada de maniobra que duraba 14 días para ver hasta dónde llegarían sus defensas.
La isla ha decidido ahora adoptar otra estrategia fijándose en Ucrania.
Supervivencia y resistencia. Lo contaba esta semana en exclusiva el Wall Street Journal. El gobierno de Taiwán ha iniciado una transformación urgente y profunda de sus fuerzas armadas ante la creciente preocupación de que China pueda lanzar una invasión antes de 2027. El principal cambio en la estrategia reside en que el objetivo no es derrotar a Pekín en un enfrentamiento directo, sino resistir el tiempo suficiente para que intervenga, por ejemplo, Estados Unidos.
Puercoespín. Para ello, Taipéi abandona su tradicional preparación para una guerra convencional y adopta una estrategia asimétrica conocida, según el diario, como “estrategia del puercoespín”, diseñada para infligir un coste tan alto al invasor que disuada un ataque o al menos lo frene.
Esto implica desplegar múltiples capas de defensa costera, reorientar su marina hacia operaciones litorales, reorganizar su ejército, incrementar sus arsenales de misiles antibuque y antiaéreos y multiplicar la adquisición de drones, con la intención de replicar el modelo ucraniano frente a Rusia. Plus: ha fundado una academia especializada en entrenamiento con drones y modernizado la formación de sus tropas para operar sistemas de armas sofisticados en condiciones reales de combate.
Inspiración en Ucrania. Como decíamos, el ejemplo de Ucrania ha servido a Taiwán para aprender lecciones fundamentales, como la rapidez con que se agotan las reservas de munición en una guerra prolongada. Con todo, la geografía insular del enclave haría extremadamente difícil recibir suministros externos en caso de bloqueo. Por ello, sus autoridades insisten en que aumentar las reservas de misiles es prioritario. Este cambio de doctrina, sin embargo, enfrenta otros obstáculos. El ministro de Defensa, Wellington Koo (uno de los pocos civiles en ocupar el cargo), debe romper una mentalidad militar centrada durante décadas en la guerra convencional.
Hay más, ya que a ello se suma la presión de Trump, que ha exigido a Taiwán elevar su gasto militar hasta un 10% del PIB, un objetivo difícil de alcanzar para un país que durante años ha mantenido el gasto en torno al 2%. El presidente Lai Ching-te se ha comprometido a aumentarlo hasta el 3% antes de que acabe el año, aunque se enfrenta a una oposición parlamentaria que prefiere una política más conciliadora con Pekín. Por último, se da una paradoja política: las armas pequeñas y baratas propias de una guerra asimétrica (como drones y misiles portátiles) son menos visibles como muestra de compromiso presupuestario, pese a su mayor eficacia.
Lo “militar” vs sociedad. El WSJ añadía otro “pero” muy importante a la nueva estrategia. Más allá de la doctrina y el armamento, el mayor talón de Aquiles de la defensa taiwanesa es su escasez de personal. Con una meta de 215.000 efectivos, el ejército solo había cubierto el 78% de sus plazas a finales del año pasado. La demografía no ayuda: Taiwán tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, y su juventud (educada en décadas de crecimiento económico y pacificación) muestra poco interés por la carrera militar.
La “mili”. Las autoridades han extendido el servicio obligatorio de cuatro a doce meses, han subido los sueldos hasta 400 dólares al mes y han modernizado los alojamientos militares. Paralelamente, se han lanzado campañas de reclutamiento que apelan al patriotismo y al idealismo juvenil.
También se está invirtiendo en mejorar la movilización de las reservas, un componente clave para enfrentar un conflicto prolongado. La formación de los conscriptos ha cambiado radicalmente: ahora se entrena a soldados en el uso de drones, misiles Stinger y maniobras de defensa en escenarios realistas, abandonando la vieja rutina de adiestramiento en bases sin contacto con armamento avanzado.
La importancia de la alianza estratégica. Aunque el plan taiwanés presupone que Estados Unidos acudirá en su defensa, ese apoyo no está asegurado. Tras ver cómo Trump redujo el respaldo a Ucrania, Taipéi busca convencer a Washington de que su esfuerzo defensivo justifica una eventual intervención. La cooperación militar bilateral aún está en desarrollo y, según los analistas, falta mucho para que ambas fuerzas puedan ejecutar operaciones conjuntas reales.
De ahí el acuerdo que contamos hace unos meses y que los funcionarios taiwaneses admitan que no tienen experiencia en guerra moderna y necesitan aprender de quienes sí la tienen, es decir, del ejército estadounidense. Con todo, el Pentágono no ha hecho comentarios públicos sobre el grado de preparación conjunta. En ese sentido, la isla busca no solo equiparse, sino también coordinarse doctrinal y operativamente con Washington, consciente de que su supervivencia podría depender tanto de sus propios avances como de la voluntad política de Estados Unidos a intervenir llegado el momento.
Entre la urgencia y la realidad. En definitiva, el éxito o fracaso de la nueva estrategia de defensa taiwanesa dependerá no solo del tiempo disponible y del músculo militar, sino también del respaldo interno y la voluntad política tanto local como extranjera. Taiwán está tratando de reinventar su capacidad defensiva con una rapidez sin precedentes, en un contexto de creciente presión regional, escasa experiencia bélica, desafíos demográficos y polarización política.
En última instancia, su objetivo no es (nunca lo ha sido del todo) ganar una guerra contra China, sino hacerla lo suficientemente costosa, lenta y dolorosa como para que, en esencia, nunca comience.
Imagen | 總統府
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