Moscú soñaba con un acuerdo rápido, pero el Power of Siberia 2 llega bajo el guion de Pekín: suministro asegurado, precio rebajado

Publicado el 03/09/2025 por Diario Tecnología
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Moscú soñaba con un acuerdo rápido, pero el Power of Siberia 2 llega bajo el guion de Pekín: suministro asegurado, precio rebajado

En mayo, las conversaciones entre Moscú y Pekín sobre el gasoducto Power of Siberia 2 volvieron a encallarse. Rusia apretaba el acelerador para cerrar el trato, pero China frenaba: rechazaba una ruta por Mongolia y discutía cada cifra de precio y plazos. El proyecto, de nuevo, quedaba atrapado en la desconfianza mutua.

Mientras tanto, en Europa la agenda era otra. Bruselas aceleraba su estrategia para recortar la dependencia del gas ruso y ampliar las renovables. Ese movimiento dejaba a Moscú con menos margen: sin Europa, necesitaba un comprador a toda prisa. Y todos los caminos llevaban a Pekín.

Un giro en Pekín. El tablero se ha movido en septiembre. Durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Pekín, Vladímir Putin y Xi Jinping anunciaron que habían firmado un memorando para construir el Power of Siberia 2. Según adelantó Reuters, el documento tiene carácter legalmente vinculante, no  es solo una declaración de intenciones.

El gasoducto, una vez completado, permitirá transportar 50 bcm de gas anuales desde los yacimientos árticos de Yamal hasta el norte de China a través de Mongolia durante 30 años. Sin embargo, como adelantó Wall Street Journal, no se han cerrado los puntos esenciales: precio, financiación y calendario de construcción. Pekín, que nunca ha tenido prisa, mantiene así la sartén por el mango.

Pero algo empieza a moverse. Aunque el gran proyecto no tiene fecha, algo sí empezó a cambiar. Reuters informó de que Gazprom y la CNPC cerraron un aumento inmediato en los envíos actuales: el Power of Siberia 1 pasará de 38 a 44 bcm anuales, y el gasoducto de Sakhalin subirá de 10 a 12 bcm.

Volviendo al gasoducto Power of Siberia 2. Hasta ahora lo que se sabe es que partirá de los yacimientos del Ártico ruso —los mismos que antes abastecían a Europa— y recorrerá Siberia hasta Mongolia, antes de llegar al norte de China. Su capacidad: 50 bcm al año, equivalente a casi un tercio de todo lo que Rusia vendía a Europa antes de la invasión de Ucrania. Según Financial Times, la infraestructura podría entrar en funcionamiento a principios de la década de 2030, aunque el acuerdo no concreta fechas.

Hay mucho en juego. El Power of Siberia 2 no es solo un acuerdo bilateral: puede reordenar las dinámicas del mercado mundial del gas. Como ha explicado Financial Times, su entrada en funcionamiento del gasoducto retiraría de golpe 50.000 millones de metros cúbicos de demanda de gas natural licuado (GNL) del mercado internacional. Esa ausencia pesará sobre los planes de inversión en nuevas plantas de exportación, especialmente en Estados Unidos, pero también en Qatar y Australia. “Para quienes están a punto de tomar decisiones finales de inversión, este anuncio es inquietante”, señalaba para el medio británico Anne-Sophie Corbeau, investigadora del Center on Global Energy Policy en Columbia.

China refuerza su seguridad energética. En este contexto, el mayor beneficiado es China. Este nuevo gasoducto le asegura un suministro en un contexto marcado por la volatilidad del suministro desde Oriente Medio. Según Wall Street Journal, Pekín importaría en torno a 100 bcm de gas ruso por tubería cada año, lo que representaría aproximadamente un 20% de su consumo total. Una cifra significativa, pero lejos de una dependencia absoluta.

Un panorama menos alentador para Moscú. Como recordó Reuters, Rusia pasó de exportar 177 bcm de gas a Europa en 2018-19 a apenas 31 bcm a China el año pasado. Por ello, con el Power of Siberia 2 puede compensar parte de ese volumen, pero no los ingresos: Gazprom ha admitido que los precios para Pekín serán inferiores a los europeos, según Bloomberg.

En definitiva, Rusia gana un cliente estratégico pero pierde poder de fijación de precios; China asegura un suministro estable sin comprometer su margen de maniobra; y el mercado global del gas tendrá que ajustarse a un mapa en el que Asia se convierte en el centro de gravedad.

Estados Unidos en el espejo. El acuerdo llega tras la cumbre de Alaska con Donald Trump, en la que se agudizó la confrontación con China y Rusia. Como destacó Bloomberg, el memorando del Power of Siberia 2 se interpreta como un desafío directo al orden global liderado por Washington.

Para Washington, el acuerdo supone un doble golpe: China podría reducir la compra de gas natural licuado estadounidense, y la alianza Moscú-Pekín se refuerza en un momento de máxima tensión con la administración Trump. La cumbre en Pekín, con Rusia, China, India y Corea del Norte en el mismo tablero, se interpreta como una piedra angular de un bloque alternativo al eje euroatlántico.

Crónica de una ruptura anunciada.  Hace apenas unos días, Europa anunciaba que entraba en septiembre con un colchón energético inesperado: los depósitos de gas están ya al 76% de su capacidad. Además, dentro de dos años se ha establecido el corte total de dependencia del gas ruso por parte de la Unión Europea.

En ese contexto, Bruselas ha fijado 2027 como fecha límite para cortar definitivamente la relación energética con Moscú. El Power of Siberia 2 simboliza esa ruptura: el gas que antes encendía calefacciones en Berlín o París ahora tendrá destino en Shanghái o Pekín.

Una relación desigual. Pese a la retórica de amistad, la relación es claramente asimétrica. Como explicó Alexander Gabuev, del Carnegie Russia Eurasia Center, citado por WSJ, China “tiene todas las cartas”: controla el ritmo, el precio y las condiciones. Rusia, aislada y sancionada, necesita a Pekín mucho más que al revés.

Además, como recordó Reuters, China avanza hacia un modelo más eléctrico y renovable, lo que en el medio plazo puede reducir su dependencia del gas. Rusia corre el riesgo de invertir miles de millones en un proyecto del que el verdadero beneficiado será el gigante asiático.

Imagen | Unsplash y Kremlin

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