La era de los petroestados está terminando: China es el primer "electroestado" del mundo y no por su moral climática
Publicado el 25/08/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Los combustibles fósiles definieron los últimos dos siglos de nuestra historia. La extracción, el comercio y el conflicto en torno al petróleo y el gas dibujaron el mapa geopolítico y tecnológico que conocemos. Pero la era de los petroestados está llegando a su fin. Una nueva fuerza ha irrumpido en el orden mundial: China, el primer "electroestado" del mundo.
Una década de planificación estratégica. China genera ya más de una cuarta parte de su electricidad con energía solar y eólica. Su industria renovable crece de manera exponencial, superando incluso el crecimiento de la demanda energética. Como resultado, el país antes conocido por su contaminación atmosférica está consiguiendo recortar ya sus emisiones de dióxido de carbono.
Este hito no es casualidad, sino el fruto de una década de planificación estratégica. Bajo la iniciativa "Made in China 2025", el gobierno chino dibujó en 2015 un plan para convertir al país en líder manufacturero de alta tecnología. Pero la motivación de Pekín no era la moral climática. El país dependía de la importación de petróleo y gas, una enorme vulnerabilidad estratégica. El plan fue una apuesta decidida por la electrificación, canalizada en un despliegue masivo de energía eólica, solar, baterías y vehículos eléctricos.
La transformación de China en un electroestado. Tras desarrollar cadenas de suministro completas con economías de escala inigualables, China ha logrado un dominio aplastante de la industria energética renovable y la electrificación. Los paneles solares, las baterías y los vehículos eléctricos de fabricación china son cada vez mejores y más asequibles.
Esto ha tenido un impacto directo en los países en desarrollo. Según un análisis de Carbon Brief, solo en 2024, las exportaciones chinas de tecnología limpia redujeron en un 1% las emisiones de CO2 fuera de sus fronteras. El despliegue es tan masivo que las emisiones generadas durante la fabricación de estos productos se compensan en menos de un año de uso.
Un mapa energético bipolar. El auge de China como electroestado ha creado una nueva dualidad en el poder. Por un lado, están los petroestados (Arabia Saudí, Rusia...), cuya influencia energética se basa en la exportación de hidrocarburos. Por otro, los electroestados (con China a la cabeza y Europa como seguidora), que basan su poder en la electrificación, las renovables y el control de las cadenas de suministro de tecnología limpia.
Esta nueva bipolaridad no va a durar mucho. Mientras que los petroestados dependen de mercados volátiles y geopolíticamente complejos, la energía renovable es una forma de soberanía. Cualquier país puede generar su propia electricidad a partir del sol o el viento, eliminando su dependencia de las importaciones y aislándose de la volatilidad de los precios del combustible.
El ocaso de los petroestados. Para los países que dependen de la exportación de petróleo y gas, el ascenso de China es una amenaza existencial. China no es solo un competidor: es su mayor cliente. Y ese cliente está diversificando sus fuentes de energía a una velocidad vertiginosa. El impacto ya se nota.
Las importaciones de crudo a China cayeron en 2024 por primera vez en dos décadas, sin contar con la pandemia. Se espera que la demanda de petróleo del país alcance su punto máximo en 2027. Puesto que China ha impulsado dos tercios del crecimiento de la demanda mundial de petróleo en la última década, su desaceleración cambiará las reglas del juego para productores como Rusia y Arabia Saudí, que ya está intentando reconvertirse en renovable.
Las contradicciones del gigante. A pesar de sus avances, China sigue siendo el mayor consumidor de carbón del mundo y, paradójicamente, continúa construyendo nuevas centrales térmicas. Sin embargo, su utilización media ronda el 50% y la ley las define desde 2022 como un respaldo para aportar flexibilidad a la red eléctrica.
Un sector más preocupante es el de su industria carboquímica, que convierte el carbón en combustibles y productos químicos. Este sector añadió un 3% a las emisiones totales de CO2 de China entre 2020 y 2024. En cualquier caso, el país ha recortado en un 1% sus emisiones de CO2 durante la primera mitad de 2025, compensando otros sectores con el masivo despliegue renovable.
Un movimiento tectónico. El ascenso de China como el primer electroestado del mundo es el presagio de un cambio global. Una transformación impulsada por el interés propio, la seguridad nacional y la ambición industrial, no por el altruismo climático, pero cuyos efectos están acelerando la descarbonización global de una manera que las negociaciones internacionales por sí solas no han logrado.
Estamos entrando en una era en la que el poder geopolítico no se medirá solo en barriles de petróleo, sino en gigavatios de capacidad renovable, en el control de minerales críticos y en el dominio de las cadenas de suministro de baterías y paneles solares. La era de los petroestados está llegando a su fin, y el amanecer de la era de los electroestados ya está aquí. Las reglas del poder global se están reescribiendo, esta vez con electrones.
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