Japón ha dado con la cifra de hijos por mujer para evitar la extinción demográfica. Dos tercios del planeta están muy lejos
Publicado el 06/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Un grupo de investigadores en Japón se puso a estudiar qué cifra de niños por mujeres se podría entender como clave para “evitar la extinción”, entendiendo ésta, no como la prevención ante un apocalipsis total de nuestra civilización, sino como la prevención a la extinción estadística de los linajes o líneas familiares a lo largo del tiempo. Encontraron dos cosas: que el número que se presuponía anteriormente era muy bajo, y que gran parte de la población va con retraso.
Más allá del umbral. Durante décadas, el número mágico para mantener "estable" la población humana ha sido el 2.1: se creía que, en promedio, cada mujer debía tener poco más de dos hijos para asegurar el reemplazo generacional y evitar el declive poblacional.
Sin embargo, un nuevo estudio advierte que ese umbral está desactualizado y es insuficiente. Según los investigadores japoneses, el verdadero nivel de fertilidad necesario para garantizar la supervivencia a largo plazo de una población humana no es 2.1, sino de 2.7 hijos por mujer.
¿Las razones? Este ajuste se debe a que el cálculo tradicional no contempla la variabilidad estocástica (es decir, la aleatoriedad) en factores como la fertilidad individual, la mortalidad, las proporciones de sexo al nacer y la probabilidad de que algunas personas simplemente nunca tengan descendencia.
Al incorporar estas fluctuaciones reales en modelos matemáticos poblacionales (a través del modelo Galton-Watson), los autores concluyeron que se necesita una tasa más alta para evitar la extinción progresiva de linajes familiares en generaciones del futuro, especialmente en sociedades con baja natalidad sostenida.

Advertencia ignorada. El hallazgo es especialmente alarmante porque actualmente dos tercios de la población mundial vive en países con tasas de fertilidad por debajo del antiguo umbral de 2.1, y muy por debajo del nuevo estimado de 2.7. Entre los más afectados, muchos altamente desarrollados, están Corea del Sur (0.87), Italia (1.29), Japón (1.30), Canadá (1.47), Alemania (1.53), Reino Unido (1.57), Francia (1.79) o Estados Unidos, con una tasa de apenas 1.66 hijos por mujer.
Estos niveles, que se han mantenido bajos durante décadas, significan que casi todas las líneas familiares en estos países están destinadas, estadísticamente, a extinguirse en algún punto del futuro. Plus: el estudio aclara que un ligero sesgo hacia nacimientos femeninos (es decir, una proporción ligeramente mayor de niñas que de niños) podría disminuir marginalmente el riesgo de extinción, al aumentar la probabilidad de reproducción en generaciones futuras. Pero incluso ese factor, por sí solo, no bastaría para compensar una tasa de fertilidad persistentemente baja.

Pronatalistas. Curiosamente, esta información refuerza las alarmas que han sonado desde ciertos sectores preocupados por el futuro demográfico. Uno de los rostros más visibles del pronatalismo contemporáneo es Elon Musk, quien ha advertido reiteradamente que las bajas tasas de natalidad “terminarán con la civilización” y cuya prolífica paternidad (con al menos 11 hijos conocidos) se presenta como un acto deliberado ante ese temor.
Para los pronatalistas, elevar la natalidad es una prioridad existencial. Sin embargo, esta postura no es compartida ampliamente por la población general.

Realismo social. Contaba Fortune que una encuesta de Population Connection realizada a inicios del año mostraba que la mayoría de las personas no considera la baja natalidad como un problema urgente.
Solo el 15% la percibió como uno de los principales desafíos globales, mientras que el 45% expresó mayor preocupación por el crecimiento poblacional excesivo, ante el temor de que los niños nazcan en condiciones de pobreza o con recursos naturales agotados.
Más percepciones. Otro sondeo más reciente, realizado por Yahoo News y YouGov, reveló que apenas el 8% de los estadounidenses estaban “muy preocupados” por la caída en la tasa de natalidad del país, y solo el 32% manifestaron cualquier grado de preocupación al respecto.
De fondo, otra realidad que hemos venido contando: una mayoría de quienes no tienen hijos, o tienen pocos, no lo hacen por apatía hacia el futuro de la humanidad, sino por razones prácticas: la falta de apoyo institucional, la carestía de la vida, el alto coste de la crianza o la percepción de que el mundo no es un lugar propicio para formar familias numerosas, también son clave. Además, genera un contraste cada vez más agudo entre las predicciones demográficas de los expertos y las prioridades inmediatas de la población.
¿Entonces? La advertencia de los investigadores japoneses parece clara: sin un cambio de rumbo, la extinción demográfica será lenta pero inevitable en muchas regiones del mundo. Y aunque el término “extinción” puede sonar apocalíptico, lo que está en juego, según los científicos, no es la desaparición súbita de la especie humana, sino la erosión progresiva de la continuidad familiar y cultural, en un proceso donde las generaciones futuras serán más escasas, más aisladas y, en muchos casos, inexistentes.
Desde ese prisma, reproducirse está más condicionado que nunca a factores sociales, económicos y ambientales, y la cifra de los 2.7 hijos por mujer puede parecer más una utopía demográfica que un objetivo alcanzable. No parece que nos vayamos a extinguir a corto plazo, al menos no a través de la “fertilidad”, pero el estudio pone el foco en el (de)crecimiento poblacional al que apuntan muchas regiones.
Imagen | Pexels, JohnsonReed, Korakys
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