Llevábamos años intentando saber para qué servían los neuroestrógenos. Acabamos de descubrir una pista: regulan el apetito
Publicado el 06/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Durante los últimos años hemos visto avances en el estudio de las hormonas encargadas de regular nuestro apetito y la sensación de saciedad, hormonas como las que transmiten desde el estómago hasta el cerebro la información de que hemos consumido ya nuestra ración de alimentos y podemos parar. Sin embargo, ahora acabamos de encontrar una de estas hormonas en un lugar inesperado, en hormonas que hasta ahora asociábamos principalmente con la reproducción.
Del estómago al cerebro. Un equipo japonés de investigadores ha hallado una relación entre los neuroestrógenos y la regulación del apetito.
Neuroestrógenos. Los estrógenos son hormonas que solemos asociar principalmente con la reproducción femenina. En este contexto regulan aspectos como el desarrollo y mantenimiento de las características sexuales femeninas. Pero esta “familia” de hormonas cuenta con una diversidad de miembros que abarcan otros contextos.
Por ejemplo podemos encontrar a los fitoestrógenos producidos por las plantas o los neuroestrógenos. Estos últimos son producidos por el cerebro, como su nombre sugiere y hasta ahora representaban un misterio en nuestra bioquímica ya que desconocemos cuál o cuáles son sus funciones exactas.
Buscando una respuesta. El equipo investigaba precisamente el papel de estas hormonas cerebrales. Para ello recurrieron a ratones en un laboratorio. Compararon varios grupos de ratones, incluyendo algunos sin capacidad de producir estrógeno; y otros a quienes se había inhibido la producción de neuroestrógenos. Esto último se logró eliminando la aromatasa, una enzima empleada por el cerebro para sintetizar estas hormonas.
Comprobaron así que el grupo de ratones que carecía de ovarios y aquellos sin aromatasa mostraban una mayor masa corporal y un mayor consumo de alimentos en comparación con los ratones del grupo de control. El equipo después reactivó el gen vinculado con la aromatasa, devolviendo la enzima a sus cerebros. Vieron así que los ratones pasaban a consumir menos alimentos.
MC4R. El equipo comprobó que estos ratones a quienes se había devuelto la capacidad de sintetizar aromatasa y con ello neuroestrógenos mostraban un “marcado aumento” en la expresión del receptor de la melanonortina 4 (MC4R), un receptor conocido por su papel en la regulación del consumo de alimentos.
Esto llevó al equipo a concluir que los neuroestrógenos producidos a través de la aromatasa estaban involucrados en la expresión del receptor y que era a través de este que eran capaces de “suprimir” la sensación de hambre.
El papel de la leptina. El estudio, explica el equipo responsable, indicaba también que los neuroestrógenos podrían también aumentar la capacidad de respuesta del cerebro a la leptina, una de las hormonas cuya función ya sabíamos relacionada a la regulación del apetito.
“Observamos que los ratones con neuroestrógenos restaurados respondían más efectivamente al tratamiento con leptina”, explicaba en una nota de prensa Takanori Hayashi, coautor del estudio. “Esto puede deberse a que el neuroestrógeno aumenta la respuesta natural del cuerpo a los mecanismos que suprimen el apetito”.
Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista The FEBS Journal.
La vista puesta en tratamientos. El equipo responsable del estudio menciona la posibilidad de que este descubrimiento abra nuevas vías terapéuticas enfocadas en el desarrollo detratamientos para la pérdida de peso.
También señalan la posibilidad de que comprender la función fisiológica del neuroestrógeno también podría ayudarnos a encontrar formas de regular el estrógeno de manera más precisa en nuestros cuerpos, por ejemplo en contextos como la menopausia o el posparto.
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Imagen | Milad Fakurian / Sander Dalhuisen
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