Unos montañeros quieren subir el Everest desde Londres en siete días. Hay polémica porque hay "truco": gas xenón

Publicado el 20/05/2025 por Diario Tecnología
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Unos montañeros quieren subir el Everest desde Londres en siete días. Hay polémica porque hay "truco": gas xenón

A pesar de que se ha convertido en un monstruo turistificado, con cientos de ascensos cada año y gran cantidad de basura, el Everest sigue siendo una montaña al alcance de una minoría. Coronarla no es barato, exige una buena forma física y una inversión de tiempo considerable para aclimatarse a su altitud. Los alpinistas suelen pasar varias semanas en el campamento base y se mueven por la montaña y los picos vecinos para preparar sus cuerpos antes de adentrarse en la "zona de la muerte", a más de 8.000 m, denominada así por sus bajos niveles de oxígeno.

Ahora un grupo de británicos se ha propuesto completar toda una expedición en solo siete días gracias a la ayuda de un gas que suele emplearse como anestésico. Y eso está generando un revuelo considerable en el mundo del alpinismo.

Un "paseo" de Londres al Everest. El itinerario resulya tan sorprendente que suena a ciencia ficción o el guion de la nueva película de la saga 'Misión Imposible'. Lo que se han propuesto Al Carns y otros tres compañeros, todos exmilitares, es ir y volver al Everest desde Londres en una semana. Con cumbre incluida, claro.

Su hoja de ruta contempla subirse a un avión en Londres, volar alrededor de 7.5400 kilómetros hasta Katmandú, en Nepal, completar luego el trayecto hasta el campamento base del Everest a bordo de un helicóptero y por último ascender a la cima del mundo en solo unos días. En total alrededor de 168 horas. Nada que ver con las semanas de aclimatación que suele exigir escalar el Everest.

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Tres días de subida, dos de bajada. "El tiempo empieza a contar cuando salimos de Heathrow y se detiene al regresar", comentaba Carns hace poco a The Washington Post. "Pensamos probablemente en un día de viaje, luego tres días de subida, dos de bajada y el último día de viaje". El objetivo es ambicioso: cumplir una travesía al Everest de siete jornadas "puerta a puerta" desde Londres y, de paso, "redefinir lo que es posible en el montañismo a gran altitud".

La misión se llama "7 Days Mission Everest", tenía previsto partir de Londres el viernes 16 (su avance actualizado puede seguirse a través de su web) y su objetivo, más allá de marcar un hito en la historia del Everest, es recaudar dinero para las organizaciones benéficas dedicadas a apoyar a veteranos de guerra y sus familias.

"Siempre digo que tenemos un 30% de posibilidades de conseguir esto en siete días, y alrededor del 70% de hacerlo en menos de 21 días", comenta Carns. Incluso aunque al final alcanzase ese último objetivo el equipo lograría rebajar de forma considerable la duración de las expediciones tradicionales y hacerse con un récord nacional. La expedición más rápida desde Londres hasta la fecha duró 21 días.

¿Y cómo van a hacerlo? He ahí la clave. Carns y sus compañeros son exmilitares en buena forma y a lo largo de los últimos meses se han sometido a un exigente entrenamiento. No solo eso. Desde hace varios meses los cuatro duermen en tiendas de campaña hipóxicas instaladas en sus casas, espacios que reproducen los niveles de oxígeno que se encontrarán a elevadas altitudes y a los que suelen recurrir los montañistas para mitigar los síntomas del mal de altura.

Con todo, ni el entrenamiento ni la aclimatación son nada nuevo ni explican cómo el equipo de Carns pretende subir y bajar la montaña en cuestión de cinco días, un tiempo irrisorio si se compara con las semanas y semanas de aclimatación a las que suelen someterse los alpinistas que viajan al Everest. La clave de su misión es otra: el xenón. Eso es lo que explica que aspiren a terminar la expedición en siete días en vez de las entre seis y siete semanas que suelen durar las misiones normales.

¿Y para qué sirve el xenón? El xenón es un gas noble descubierto en el siglo XIX y que se empleó durante décadas como un potente anestésico en medicina. El equipo británico se ha fijado en él sin embargo por otra razón: su supuesta utilidad para aumentar la producción de glóbulos rojos y acelerar la aclimatación a altas altitudes. En otras palabras, prepararlos para las condiciones que se encontrarán en la zona más peligrosa del Everest, pasados los 8.000 metros de altura.

Con ese propósito los cuatro exmilitares inhalaron una "concentración subanestéstica" del gas xenón mezclado con oxígeno, una única dosis de una hora que recibieron bajo supervisión médica. Según explica a The Washington Post el médico responsable del protocolo, el tratamiento muestra sus efectos más intensos pasados entre 10 y 14 días. Ellos recibieron su dosis el 5 de mayo, más o menos una semana y media antes de que se subieran en el avión que los llevó hasta Nepal.

Las ventajas del xenón. Detrás de la idea está Lukas Furtenbach, un veterano montañero al frente de una empresa que organiza expediciones y que hace años ya logró reducir la duración de las escaladas al Everest gracias precisamente al uso de tiendas hipóxicas. Junto a un experto en anestesiología, exploró el uso del gas para la aclimatación, un uso que Furtebanch ya ha probado en sus propias carnes.

La clave estaría en la utilidad del xenón para aumentar en el organismo la producción de eritropoyetina, o EPO, una hormona que generan los riñones para estimular la generación de glóbulos rojos. "Uno de los efectos secundarios es que desencadena la producción de EPO y eso produce un aumento de glóbulos rojos en la sangre. Es el mismo efecto que se produce al aclimatarse a una altitud real", señala Furtenbach. La idea, insiste, no está en mejorar el rendimiento de los montañistas que se someten al tratamiento, sino en proteger sus tejidos.

El debate, servido. La idea ha generado expectación, pero también un interesante debate en el mundo del alpinismo. Furtenbach defiende que menos días en el Everest se traducen también en menos peligros, menos generación de residuos y menor impacto medioambiental para la montaña. Expediciones como la de Carns no son baratas además (su coste ronda los 170.000 dólares), así que tampoco es probable que acaben sustituyendo las campañas tradicionales.

"Cuando el oxígeno apareció por primera vez en el montañismo se consideró un tabú. Ahora todo el mundo lo usa. Usar helicópteros para ir al campamento base se consideraba también un tabú, pero ahora mucha gente también lo hace", insiste.

"Maniobra publicitaria". Entre los escépticos el uso del xenón se ve con otra perspectiva. Hay quien considera que en el fondo se trata de una simple "maniobra publicitaria" y recuerda que el espíritu de los escaladores siempre fue "seguir las mejores prácticas para no doparse". "La gente debería poder escalar como quiera, pero no es alpinismo, es turismo de montaña", reflexiona Adrian Ballinger.

Otros, como el médico y experto en montañismo Peter Hackett, van más allá y se centran en la eficacia del gas en sí: "¿Aumenta el xenón los glóbulos rojos? Bueno, eso nunca se ha demostrado de manera concluyente. Aumenta la EPO de forma transitoria, pero en un estudio realizado con atletas no aumentó los glóbulos rojos ni su rendimiento. Sin embargo ese es un estudio realizado en circunstancias específicas y debe volver a estudiarse en circunstancias diferentes".

El aviso de la UIAA. El tema ha despertado tanto interés que ha obligado a pronunciarse a la Federación Internacional de Escalada y Montañismo, la UIAA. En un comunicado lanzado en enero el organismo advierte de que a día de hoy no hay pruebas de que inhalar xenón mejore el rendimiento en la montaña, y advierte:

"Su uso inapropiado puede ser peligroso. Si bien una sola inhalación puede aumentar considerablemente la liberación de erotropoyetina, este aumento no se mantiene durante cuatro semanas de uso ni se asocia con cambios en los glóbulos rojos", insiste: "Según la literatura, los efectos sobre el rendimiento son poco claros y probablemente inexistentes [...]. El xenón se emplea poco en medicina y no está aprobado en todos los países. Desde un punto de vista médico, debe rechazarse su uso fuera de lo indicado, sin base científica y con riesgos desconocidos".

Imagen | Michael Clarke (Unsplash)

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