Un ejército de 25.000 norcoreanos se dirige a Rusia. No van a combatir, van a construir el mayor ejército de drones kamikaze
Publicado el 20/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Se está produciendo una paradoja en la guerra que está teniendo lugar en Europa. Mientras Ucrania ha ido debilitando la artillería rusa, otra amenaza creciente ha ido aumentando más y más con el paso de los meses. Si Kiev se convirtió en un referente de la industria de drones de combate en tiempo récord, Moscú está decidida a superarle.
¿Cómo? Para empezar, con la llegada de miles de norcoreanos.
Drones, obreros y una alianza. La alianza estratégica entre Rusia y Corea del Norte ha dejado de ser una cooperación marginal para convertirse en un eje estructural con implicaciones directas en la evolución de la guerra en Ucrania y en la arquitectura de seguridad de Asia oriental.
Según fuentes diplomáticas citadas en medios japoneses y occidentales, Pyongyang ha comenzado a enviar un ejército de hasta 25.000 trabajadores a la zona económica especial de Alabuga, en la república rusa de Tartaristán. El objetivo: apoyar de forma masiva la producción industrial de drones Shahed, de origen iraní, utilizados por Moscú como arma principal de saturación y ataque en Ucrania.
Pero hay más. Esta colaboración incluye también transferencia de conocimientos operativos, formación en el uso de sistemas no tripulados, y un componente de ayuda a la reconstrucción en zonas de combate, como Kursk, que ha sufrido importantes daños desde la ofensiva ucraniana de agosto de 2024.
La llegada de personal norcoreano no solo representa una solución a la creciente escasez de mano de obra cualificada en Rusia, sino que además contribuye a consolidar un eje político y militar basado en intereses convergentes frente a Occidente.
Kamikazes en masa. La fábrica de Alabuga, epicentro del programa ruso de drones Shahed, produce actualmente unas 2.000 unidades al mes con el objetivo de llegar a las 5.000 gracias a esta nueva fuerza laboral. De hecho, los satélites han detectado una enorme expansión en la zona industrial, con la construcción de dormitorios colectivos diseñados para alojar a cientos de trabajadores, siguiendo una arquitectura de ocupación intensiva y permanente.
El refuerzo logístico tiene como fin garantizar la continuidad de la producción incluso bajo amenaza directa, ya que la planta ha sufrido de forma repetida ataques de drones ucranianos, como ocurrió el 15 de junio con un Aeroprakt A-22 cargado de explosivos que remolcaba un planeador, táctica inédita hasta entonces y capaz de atacar dos objetivos simultáneamente.

Un dron clave. La necesidad rusa de mantener la presión sobre las defensas ucranianas ha convertido a los Shahed en la columna vertebral de su ofensiva aérea. Lo hemos contado antes: estos vehículos se modifican para portar cargas explosivas mayores y, en algunos casos, elementos de autonomía que los hacen más difíciles de interceptar.
El uso masivo (con ataques que alcanzan más de un centenar de drones por noche) obliga a Ucrania a consumir de forma acelerada sus reservas de munición antiaérea, debilitando progresivamente su capacidad de defensa y reacción.
Reconstruir con lógica militar. El envío de trabajadores norcoreanos no se limita a la producción de armamento. Tras su visita a Pyongyang, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, confirmó la incorporación de unos 1.000 zapadores norcoreanos y al menos 5.000 obreros civiles que participarán en la reconstrucción de infraestructuras destruidas en Kursk. Esta región, invadida por fuerzas ucranianas en agosto de 2024 y recuperada por Rusia tras semanas de combate, ha quedado profundamente dañada.
Moscú considera esencial su reconstrucción tanto en términos de moral nacional como de sostenibilidad logística del frente. No solo eso. Contaban los analistas de TWZ que la iniciativa responde también a una lógica interna: el Kremlin percibe a los migrantes centroasiáticos como políticamente inestables y potencialmente vulnerables al reclutamiento por servicios de inteligencia occidentales o ucranianos, lo que ha impulsado la búsqueda de “migrantes leales”, como los norcoreanos.
Un híbrido laboral. Según el general ucraniano Kyrylo Budanov, parte de estos trabajadores acabarán firmando contratos con el Ministerio de Defensa ruso, constituyendo unidades paramilitares no oficiales de nacionalidad rusa pero origen norcoreano, lo que marcaría un nuevo paso en la hibridación entre fuerza laboral extranjera y estructura militar regular.
Transferencia tecnológica inversa. Es otra de las patas a analizar. La alianza tiene una dimensión geopolítica aún más profunda. Según Budanov, Rusia está ayudando de forma activa a Corea del Norte a mejorar la precisión de sus misiles balísticos KN-23, a modernizar sus misiles aire-aire de largo alcance y a reforzar las capacidades de sus submarinos nucleares, particularmente en lo referente al lanzamiento de misiles desde plataformas sumergidas.
Evolución estratégica. A cambio de mano de obra y cooperación logística, Moscú está consolidando una capacidad ofensiva norcoreana que podría alterar el equilibrio militar en la península de Corea. En ese sentido y como contamos, Pyongyang está desarrollando (con asistencia rusa) la infraestructura necesaria para producir versiones locales de los drones Shahed, lo que dotaría al régimen de Kim Jong-un de un arsenal capaz de, por ejemplo, saturar las defensas aéreas de Corea del Sur mediante ataques masivos y simultáneos.
Este cambio representa una evolución estratégica para un país que hasta hace pocos años operaba al margen de las grandes cadenas de producción militar global, pero que ahora se perfila como actor relevante en la guerra tecnológica asimétrica.
“Otro” orden mundial. En definitiva, la imagen de una fábrica gigante donde miles de rusos y norcoreanos se juntan en una línea de montaje de drones shahed eleva esa alianza Moscú-Pyongyang a un nuevo nivel. Si se quiere también, marca el surgimiento de un eje autoritario no solo militar, sino también económico y estructural, que desafía frontalmente el sistema de alianzas occidentales.
Qué duda cabe, si Rusia consigue estabilizar su frente mediante drones producidos en masa con ayuda norcoreana y al mismo tiempo fortalece las capacidades estratégicas de Pyongyang en Asia, la arquitectura de seguridad global experimentará una mutación peligrosa. Ahora no se trata simplemente de un intercambio de recursos por servicios, sino de la formación de una red de intereses coordinados con una narrativa compartida contra Estados Unidos, Europa y sus aliados asiáticos.
Imagen | KNCA, X
utm_campaign=20_Jun_2025"> Miguel Jorge .