Que casi todos los coches de un país fueran eléctricos parecía una quimera. Hasta que un país pobre y remoto lo consiguió

Publicado el 30/07/2025 por Diario Tecnología
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Que casi todos los coches de un país fueran eléctricos parecía una quimera. Hasta que un país pobre y remoto lo consiguió

Un vistazo a las diez marcas de coches eléctricos más vendidas del mundo arroja una demoledora conclusión: China no tiene rival. Sin embargo, si tuviéramos que hacer una lista de los países donde la adopción de los vehículos “eléctricos” ha sido un absoluto éxito, seguramente nos entrarían más dudas. Sabemos que Noruega lo está haciendo bien, pero pocos esperaban lo mismo de la nación que vive en la cima del planeta: Nepal.

Auge eléctrico en las alturas. Lo contaba esta semana el New York Times. En medio del caos vial de Katmandú, donde motocicletas, autobuses y taxis llenan de ruido de bocinas y humo las estrechas calles, una silenciosa revolución está en marcha y llega a todas las esquinas del país: los vehículos eléctricos ya representan el 76% de todos los automóviles de pasajeros vendidos en Nepal y cerca de la mitad de los vehículos comerciales ligeros.

Hace apenas cinco años, esa cifra era prácticamente inexistente. El país se ha convertido así en uno de los líderes mundiales en adopción de coches eléctricos, solo superado por casos como Noruega, Singapur o Etiopía, y muy por delante de las economías más desarrolladas, donde la cuota promedio global ronda el 20%. Este cambio vertiginoso es fruto de una combinación de factores: políticas estatales de subsidios, el aprovechamiento de la abundancia de energía hidroeléctrica y la cercanía de China, el mayor productor mundial de eléctricos.

Políticas y energía limpia como motor. La apuesta de Nepal por la electricidad no surgió de la nada. Tras la crisis fronteriza de 2015 con India, que asfixió la importación de petróleo, el gobierno decidió reforzar la seguridad energética mediante grandes inversiones en presas hidroeléctricas y redes de transmisión. Con ello logró erradicar los apagones crónicos y ofrecer energía barata y no contaminante.

La lógica siguiente fue trasladar ese recurso al transporte. Para abaratar los vehículos eléctricos en un país con un PIB per cápita de apenas 1.400 dólares, el Ejecutivo redujo los impuestos de importación a un máximo de 40%, frente al 180% aplicado a los coches de combustión. Además, impulsó una infraestructura de recarga al instalar 62 estaciones estatales y permitir que hoteles y restaurantes añadieran miles más gracias a aranceles casi nulos y electricidad subvencionada. El resultado: repostar un coche de gasolina pasó a costar quince veces más que cargar uno eléctrico, creando un incentivo económico inmediato.

Charging Station In Nepal Una estación de carga en Nepal

El impulso chino. La revolución eléctrica no podría explicarse sin el empuje de China. Marcas como BYD irrumpieron en Nepal con modelos adaptados a las carreteras montañosas y precios que dejaban atrás a la competencia india. En pocos años, distribuidoras como la de Yamuna Shrestha pasaron de ser visionarias marginales a gestionar decenas de concesionarios y miles de ventas.

Los consumidores, tentados por coches de altas prestaciones a mitad de precio que un Tesla, se lanzaron a la compra, mientras marcas tradicionales como Suzuki o Tata se ven obligadas a electrificar su catálogo o perder el mercado. El Times contaba ejemplos de particulares, como un ex policía que adquirió un minibús eléctrico para operar una línea entre Katmandú y Janakpur, descubriendo que pueden cubrir préstamos y obtener ganancias estables en menos de cinco años, a pesar de la aún limitada red de carga.

Riesgos de retroceso y dudas. El éxito, sin embargo, no está garantizado. ¿La razón? Nepal ha tenido tres primeros ministros en cinco años y cada cambio de gobierno altera las prioridades. El banco central duplicó recientemente el pago inicial exigido para la compra de un eléctrico, el Estado empieza a subir los aranceles para compensar la pérdida de ingresos por combustibles fósiles y aún no existe un plan nacional de reciclaje de baterías.

El temor de que vehículos defectuosos de marcas chinas menores dañen la confianza en el sector también preocupa a los concesionarios, que piden certificaciones de calidad independientes. Para algunos analistas, todo dependerá de que la política mantenga la estabilidad de los incentivos y se consolide una visión a largo plazo.

El desafío del transporte público. Con todo, y pese al avance en automóviles privados, la mayoría de los nepalíes no posee coche y depende de motos y buses contaminantes. La electrificación de este segmento es clave si el país quiere limpiar el aire de sus ciudades. El Estado ha adquirido 41 autobuses eléctricos para la empresa pública Sajha Yatayat, pero los expertos calculan que serían necesarios al menos 800 para ofrecer una alternativa real a los vehículos individuales.

China ya ofreció donar 100 unidades más, en un movimiento que combina diplomacia y mercado, y que Nepal acepta sin reparos. Sin embargo, los bajos precios del transporte público (unos 36 céntimos por los trayectos más largos) dificultan financiar grandes flotas. La solución pasaría por una autoridad metropolitana que reorganice el tráfico y priorice el transporte colectivo, aunque su creación sigue bloqueada por disputas políticas.

Futuro en construcción. En resumen, Nepal se ha convertido en un inesperadísimo laboratorio global de transición eléctrica, demostrando que un país en desarrollo, con políticas acertadas y energía limpia disponible, puede avanzar más rápido que las potencias.

El reto, posiblemente, sea sostener el impulso en un contexto de fragilidad política y económica, mientras se extiende la electrificación más allá de los coches privados hacia el transporte masivo y las motos. Como afirmaba un exdirectivo de Sajha Yatayat, el valle de Katmandú está “esperando a que alguien gire la llave”.

Si esa llave se mantiene firme, en apenas cinco años Nepal podría transformar por completo la movilidad urbana y convertirse en un modelo de electrificación para el mundo en desarrollo.

Imagen | Sergey Ashmarin, SNOW 977

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