No tienes honor, Assassin's Creed Shadows, pero al menos esta vez he disfrutado sin mirar el reloj cada dos por tres
Publicado el 16/09/2025 por Diario Tecnología Artículo original
He vuelto a Assassin's Creed Shadows después de meses sin tan siquiera plantearme reinstalar para ver todas las novedades. Acabé totalmente quemado tras 200 horas aproximadamente, dos partidas completas (canon y con elecciones) y una Niebla de Guerra que se convirtió en el auténtico jefe final del juego. Pero Ubisoft tuvo a bien recordarme el dlc Las garras de Awaji.
Ya he completado la nueva aventura con Naoe y Yasuke. Para acceder a ella debes completar toda la historia principal, incluidos los finales de cada personaje y el epílogo. No voy a hablarte de la nueva historia para evitar spoilers, aunque te diré que resuelve algunos asuntos pendientes, ni tampoco del resto de apartados técnicos porque sigue siendo el mismo juego que analicé.
Esta vez voy a centrarme en un punto muy concreto del dlc: una misión, que me servirá como ejemplo para contarte por qué Las garras de Awaji está mucho mejor planteado que el propio juego base... aunque comete exactamente los mismos errores. Sé que suena contradictorio, pero estoy seguro al 90% de que me darás la razón al finalizar este artículo.
¡No tienes honor, Assassin's Creed Shadows!
La misión en cuestión se llama Desmantelando la Guarnición y pertenece a la historia de uno de los cuatro señores Templarios que debes derrotar para acabar con la influencia de la orden en la isla de Awaji. Y es que el dlc comete el error de mantener la misma estructura: dar caza a una cantidad ingente de enemigos y hacer mil recados antes de decapitar al líder. Normal que el juego base dure alrededor de 60-70 horas sin despeinarse.
Las Garras de Awaji solo tiene una cacería y está precisamente en Desmantelando la Guarnición: 14 capitanes que debes asesinar para mermar las fuerzas de Tomaji, el brazo armado de los Templarios en la isla y uno de los tres objetivos a derrocar antes de acabar con la enemiga principal. Este bloque de la historia está pensado para durar poco más de cuatro horas... pero yo lo despaché en una o dos como máximo.
Me dirigí con Naoe hasta la aliada que activa esta misión. Esta me sugirió prudencia y un plan inteligente: derrotar a los 14 capitanes de Tomeji para mermar sus fuerzas y que el enfrentamiento fuese contra un adversario debilitado. "Habrá menos presentes para protegerlo", me dijo. "Ahora mismo está rodeado de aliados. Derrotarlo sería todo un desafío. No habrá ocasión de apostar por el sigilo".
Ojalá pudiese decirte que reflexioné la decisión, que sopesé marcharme y ejecutar a los capitanes en sigilo con Naoe, pero sería un mentiroso. Lo cierto es que recordé todas las horas que invertí recorriendo el mapa original para despachar a objetivos de listas interminables. Fue divertido... al principio. Superadas las 100 horas ya no lo fue tanto. Mi decisión fue casi instantánea "Luchar como Yasuke".
Tras un fundido a negro, Yasuke atraviesa las puertas del patio superior del castillo, donde encuentra a Tomaji y 10 de sus capitanes. Ambos guerreros intercambian palabras y finalmente, el señor invoca a sus aliados: "Demuestra que mereces mi atención. Hombres, a mí".

El primero de sus capitanes desenvainó su katana llameante y corrió hacia mí. Y yo hacia él. No me importaba derrotar a todos sus capitanes, uno a uno, para enfrentarme a Tomaji. "En peores plazas he toreado", pensé mientras me abalanzaba sobre el primero. Pero me equivoqué al pensar que Assassin's Creed Shadows tendría el mismo sentido del honor.
Tras acabar con el primero, dos capitanes se me echaron encima con una naginata y una maza pesada. Este último estaba blindado y solo podía ser dañado con ataques pesados y especiales. Retrocedí para asimilar la situación y solo pude gritar: "¡No tienes honor, Shadows!" Fue un grito mental porque eran las cuatro de la mañana y mis vecinos no tenían culpa de nada.
Derroté al capitán de la naguinata de dos golpes mientras recordaba las palabras de Leonidas en 300: "cerdos endogámicos y pedantes, inútiles, enfermos, ruines... corruptos". Utilicé el parry para romper las defensas del capitán blindado y acabó cayendo con un par de habilidades. El sangrado de mi katana ayudó mucho.
Se movieron tres capitanes en cuanto cayó el blindado: uno con un mosquete, otro con una naguinata y el último con un par de wakizashi. El deshonor de Shadows y Tomaji fue peor de lo que imaginé: además de jugar siempre inferioridad numérica, también utilizaban armas de fuego contra un enemigo armado únicamente con una katana.
Ataqué primero al capitán del mosquete, pero sus dos compañeros lo protegieron. Y antes de acabar con ninguno se levantó otro capitán pesado con un martillo enorme. Era un cuatro contra uno. El tirador debía morir rápido, así que asumí varios golpes enemigos y lo maté tan rápido como pude. El tres contra uno duró poco, porque los tres capitanes restantes se unieron: uno con naguinata, otro con un Bo y... un pesado con un trabuco y explosivos que denotaban en un área enorme.
Ahora eran seis contra uno. El honor yacía en una esquina de la arena totalmente violado, meado y vomitado, si es que no hay otra cosa peor que pueda añadir a la lista. No puedo decir que fue fácil, pero me siento orgulloso de que el capitán del trabuco no pudiese disparar ni una sola vez. El último en caer fue el pesado de la maza, que comparte con Tomaji una habilidad odiosa: hace daño en área cuando pega con el martillo en el suelo. Nunca he peleado a muerte con alguien que tiene un martillo gigante, pero estoy seguro de que la física no funciona así.
Imagawa Tomeji, uno de los jefes más rastreros que he tenido la desgracia de enfrentar, descendió por la escalera cuando el último de sus perros cayó. Vencerlo fue cuestión de evitar que me golpease, porque casi me mataba de un golpe, y de asestar pequeños golpes para mantener el sangrado activo. Y no me avergüenza admitir que golpeé un par de veces mi pecho como un orangután para exteriorizar mi euforia al derrotarlo porque, como te digo, eran las cuatro de la mañana.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno
Esos 10 minutos de batalla fueron un infierno de deshonra e injusticia que tornaron en euforia al acabar y en felicidad sideral cuando finalmente abrí el panel de misiones y vi cómo el juego pintaba de rojo los rostros de los 10/14 capitanes y del propio Tomeji. Quedaban cuatro vivos, pero no me molesté en buscarlos porque ya no mandaban ni en su casa.
Esto ocurrió durante las 3:30 horas de gameplay de un total de casi ocho horas. Derrotar a los capitanes por la vía alternativa habría extendido la experiencia al menos dos horas más entre búsquedas y ejecuciones. Justo las 10 u 11 que anuncia Ubisoft. Ya no hubo más cacerías, así que la historia se volvió más lineal. Y, tras alzarme vencedor de esta deshonra, el resto de jefes fueron un paseo.
La moraleja de esta misión, más allá de que Assassin's Creed Shadows no tiene honor, es una que Ubisoft no termina de comprender: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Hablamos de esto cuando se lanzó Mirage, cuya duración y extensión de mapa fueron más comedidas, y ahora traigo el tema nuevamente a la mesa con el dlc Las Garras de Awaji: he disfrutado tantísimo de las ocho horas de gameplay que no miré ni una sola vez el reloj a modo de queja. ¡Esto debe significar algo!
El mapeado de la isla de Awaji es muy comedido y explorarlo resulta muy agradable porque sabes que puedes visitarlo sin necesidad de entregar tu alma al juego, como ocurre con el mapeado base, a pesar de que hay emboscadas y trampas por todos lados que ralentizan mucho el avance. Es una característica que explota mucho este dlc.
Si bien la historia sigue cayendo en las malas costumbres de las listas eternas de objetivos para alargar artificialmente la experiencia, esta vez ofrece la opción de quitártela de un plumazo con un desafío. Deshonroso, pero un desafío al fin y al cabo.

Lo tengo muy claro: ahora, más que en toda su historia, Assassin's Creed debería apostar por las experiencias comedidas. Este dlc es la prueba de que la idea de Shadows es maravillosa, al contrario que la fobia de Ubisoft a las aventuras de 20-30 horitas.
No quiero acabar este artículo sin comentar dos detalles adicionales: el Bo es genial como nueva arma para Naoe (aunque personalmente prefiero otras) y la fase del dlc que es en scroll lateral, como Assassin's Creed Chronicles, me ha gustado mucho... y quiero pensar que es un globo sonda por parte de Ubisoft para aprovechar este formato tras el exitazo de Prince of Persia The Lost Crown. No soy fan de este rollo, pero siempre estaré en el barco de la variedad.
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