Lo raro no es que España se haya opuesto al 5% del PIB para Defensa. Lo raro es que haya sido el único país
Publicado el 23/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
A las puertas de la gran cumbre de La Haya, la OTAN ha visto cómo su debate sobre el gasto militar tenía un protagonista inesperado: España. La negativa de Pedro Sánchez a ampliar ese capítulo hasta alcanzar el 5% del PIB ha derivado en un tira y afloja entre Madrid y la Alianza que ha derivado en un pacto in extremis que dará mayor flexibilidad a España. La clave será que cumpla con los objetivos acordados por el resto de miembros, no si necesita o no el 5% para lograrlo.
La postura de España es interesante porque abre un debate de fondo: ¿Las capacidades de defensa deben fijarse en base a un porcentaje aleatorio o en base a las necesidades reales de cada país? ¿Sirven los umbrales de gasto generales?
Un porcentaje: el 5%. Más allá de las capacidades, objetivos, pactos o el rol de cada país, a lo largo de los últimos meses el debate en el seno de la OTAN ha girado en torno a una cifra: el 5%, el porcentaje de PIB que, según la Alianza, cada nación miembro debe destinar a la inversión en defensa. Para ser más precisos, la idea de la OTAN es que el 3,5% se dedique a gasto básico, y el 1,5% restante a "inversiones relacionadas", lo que permite incluir infraestructuras o gasto en industrias.
La cifra no es casual. Es exactamente el compromiso que reclamaba Donald Trump, quien en diciembre, antes incluso de instalarse en la Casa Blanca, ya se quejaba abiertamente del bajo nivel de inversión del resto de miembros de la OTAN y acusaba a la Alianza de "aprovecharse" de Estados Unidos.

Un protagonista: España. Con ese telón de fondo y tras meses recalcando la idea de que los aliados debían incrementar su gasto en defensa, a principios de mes la OTAN dejó claro cuál sería su nueva exigencia para los aliados: elevar el gasto en defensa al 5% del PIB en 2035. El acuerdo llegó acompañado además de un plan de inversión y una lista de nuevos objetivos que deberán validarse en la cumbre que se celebrará esta semana en La Haya. Antes de que llegase esa fecha surgió sin embargo una voz que no estaba dispuesta a cumplir con la meta del 5%: España.
"Para España comprometerse con un objetivo del 5% no solo sería irrazonable, sino también contraproducente", advertía Pedro Sánchez en una carta enviada al secretario general de la OTAN, Mark Rutte. En su misiva recordaba que elevar la inversión en defensa al 5% del PIB resultaría "incompatible con nuestro estado de bienestar y visión del mundo". Con su postura, La Moncloa se convirtió en un verso suelto dentro de la Alianza, lo que incluso molestó a Washington.
El giro: una carta. El desencuentro entre la cúpula de la OTAN y Madrid no duró demasiado. Ayer Sánchez reveló que ambas partes han alcanzado un acuerdo que básicamente da manga ancha a España para decidir qué porcentaje de su PIB dedica a cumplir los objetivos fijados por la OTAN. Es decir, el país se compromete a alcanzar los nuevos objetivos de capacidad militar de la Alianza, pero sin tener que dedicarles el 5% de su PIB. La clave es llegar, no cómo se llega.
Sánchez incluso compartió en X la carta de Mark Rutte en la que le confirma que la OTAN será flexible en ese último aspecto. En ella el secretario general de la Alianza se muestra claro: "Asumo que España está segura de que podrá cumplir los nuevos objetivos de capacidad con una trayectoria de gasto inferior al 5% del PIB", explica: "Confirmo que el acuerdo alcanzado en la próxima cumbre de la OTAN otorgará a España la flexibilidad para determinar su propia trayectoria soberana para alcanzar el objetivo". El organismo, eso sí, revisará sus avances en 2029.
Nuevo porcentaje: 2,1%. La pregunta del millón llegados a este punto es… ¿Cuánto tiene previsto invertir España? En 2014 la OTAN se marcó ya la meta de que el gasto en defensa alcanzase el 2% del PIB, pero muchos de sus miembros se mantenían el año pasado lejos de ese umbral que hoy se considera "insuficiente". Entre los rezagados figuran Portugal, Italia o Canadá, países que, en algún caso, han hecho un esfuerzo para llegar a la cumbre de La Haya cumpliendo el 2%.
En la lista figura también España, cuya inversión en defensa rondaba el año pasado, según los datos de la OTAN, el 1,3% del PIB. El Gobierno ha movido ficha ya para que la inversión alcance este año en el 2%, pero no parece dispuesto a ir mucho más allá. En el comunicado de ayer en el que anunciaba el acuerdo con la OTAN, Sánchez insiste en que el país está en condiciones de cumplir con el resto de aliados sin necesidad de moverse demasiado del umbral del 2%.
"España va a necesitar el 2,1% de su PIB para adquirir y mantener a todo el personal, todo el equipamiento, todas las infraestructuras solicitadas por la Alianza para hacer frente con nuestras capacidades a esas amenazas", esgrime Sánchez. Y recalca: "El 2,1%, ni más, ni menos". "Pasar del 2 al 5% de aquí al 2035 exigiría gastar unos 350.000 millones de euros adicionales, que solo podrían conseguirse a base de subirle a cada trabajar los impuestos en 3.000 euros anuales, eliminar prestaciones, reducir en un 40% las pensiones o recortar en educación".
El debate de fondo: ¿capacidad o porcentaje? El caso de España es interesante tanto por lo que representa en el seno de la OTAN como por el debate que abre: ¿Tiene sentido ligar los objetivos a porcentajes de gasto del PIB? ¿Para qué sirve ese umbral general? ¿Es solo política, un punto de consenso mesurable, o está realmente relacionado con las capacidades de los diferentes aliados? Sánchez ha ido al fondo de esa discusión y arroja dudas sobre la utilidad de fijar un objetivo de gasto como el del 5%, compartido por los 32 miembros de la OTAN.
"Piensen que, por ejemplo, en algunos países el salario medio de un soldado es tres veces mayor que en otros que también son miembros de la OTAN, o que producir o adquirir esas capacidades de defensa en ciertos países cuesta la mitad que en otros", razona el socialista. No es el único en el que apunta en esa dirección.
Una advertencia: "Insuficiente". En un artículo reciente publicado por Andrew Horton y Putri Handrianti y publicado por la Australian Strategic Policy Institute (ASPI) se incide en esa misma idea, aplicada al caso de Australia. Sus autores reconocen que cuantificar el gasto en defensa como porcentaje del PIB puede resultar práctico, didáctico, atractivo e incluso servir al Gobierno para justificar una aumento en el gasto, pero también cuestionan su utilidad.
"Basarse en este porcentaje es profundamente insuficiente. Ignora fundamentalmente las complejidades de la defensa moderna y corre el riesgo de malversar recursos valiosos. En un mundo en el que superioridad tecnológica y la agilidad estratégica prevalecen cada vez más sobre la masa, un punto porcentual, aunque políticamente potente, no nos dice prácticamente nada sobre nuestra capacidad real para disuadir la agresión o defender nuestros intereses".
Una pregunta: ¿Política o defensa? La catedrática Aurelia Valiño Castro dejaba botando otra reflexión interesante en un ensayo publicado en la web del ICEI: "El 2% del PIB en defensa es más un compromiso político que una garantía de seguridad […]. Sin embargo su efectividad depende de una inversión eficiente. Para España el reto no es solo aumentar el presupuesto, sino rediseñar su modelo de gasto para responder mejor a las amenazas actuales con la seguridad europea". "Lo crucial no es cuánto se gasta, sino cómo se invierte", remarca.
La experta advierte además de la necesidad de fijar bien los términos de las comparaciones para evitar errores. "El PIB varía según su cálculo en cada país", recuerda. "Desde 2014 la UE incluye actividades ilegales como el tráfico de drogas o prostitución, representando entre el 0,2% y 2% del PIB, mientras que EEUU las excluye. Esta diferencia distorsiona las comparaciones, ya que al inflar el denominador reduce artificialmente el porcentaje de gasto en defensa".
Imágenes | U.S. Army Europe (Flickr) y OTAN
utm_campaign=23_Jun_2025"> Carlos Prego .