En pleno hundimiento del consumo de vino en todo el mundo, un país aguanta contra viento y marea: Españita

Publicado el 13/05/2025 por Diario Tecnología
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En pleno hundimiento del consumo de vino en todo el mundo, un país aguanta contra viento y marea: Españita

El mundo está bebiendo menos vino que nunca. O al menos, menos que nunca en las seis últimas décadas. En 2024, el consumo cayó por tercer año consecutivo hasta el mínimo de principios de los sesenta, según los datos de la Organización Internacional del Vino citados por Cadena Ser.

Solo un país va en dirección contraria: España.

Por qué es importante. Este cambio en la tendencia de consumo es una amenaza para un sector clave de muchas economías, incluida la española.

España es el segundo país del mundo en superficie de viñedos y el tercero en producción. Es un generador de empleo, de exportaciones, y en parte, de la identidad cultural española.

En cifras. En 2024...

  • El consumo global se quedó en 214 millones de hectolitros. Cifra mínima desde 1961.
  • España se quedó en un consumo de cerca de 10 millones de hectolitros, que de hecho está muy cerca de ser su récord postpandemia.
  • Eso significó un aumento del 1,2% de su consumo respecto a 2023.

En contexto. No es que haya mucha gente renunciando al vino, sino que se bebe con menos frecuencia y de forma más selectiva. Hay más consumidores, pero con otros patrones: se bebe con mayor moderación, aumentan las opciones sin alcohol, y hay mayor presión social para evitar el exceso.

Además, los jóvenes no tienen la costumbre que sí tenían más frecuentemente sus padres o abuelos: acompañar las comidas con vino de forma cotidiana.

Entre líneas. El vino es cada vez menos algo cotidiano para pasar a ser algo más vinculado a un capricho. Menos volumen, más premium. En esa línea, el consumo global ha caído, pero no el interés por vinos de cierta categoría.

De hecho, en España el canal de alimentación ha subido en valor (+2,7%) aunque caiga en volumen (-0,5%).

Y ahora qué. La industria vitivinícola, que ya tiene en España sus propios problemas, tiene un dilema: o adaptarse al nuevo consumidor o seguir perdiendo presencia ante nuevos hábitos. El público joven, que bebe distinto y en menor cantidad, es la clave.

El modelo clásico, basado en volumen, tradición y hostelería, no está siendo suficiente. España, que sigue bebiendo, puede marcar el camino.

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Imagen destacada | Lily Combs en Unsplash

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