En los 50 decidimos bombardear latas de comida con enormes cantidades de radiación. Así descubrimos una nueva bacteria: 'D. radiodurans'

Publicado el 07/06/2025 por Diario Tecnología
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En los 50 decidimos bombardear latas de comida con enormes cantidades de radiación. Así descubrimos una nueva bacteria: 'D. radiodurans'

¿Qué ocurre si bombardeamos una lata de carne picada con una dosis de radiación 250 veces superior a la que desinfectaría esta carne de bacterias como la conocida Escherichia coli? Pues, probablemente puedan ocurrir muchas cosas, pero lo que pasó en 1956 fue que los responsables de este expermiento extremo descubrieron una nueva especie de bacteria.

La descubrieron por un simple hecho: Deinococcus radiodurans es una bacteria con una enorme resistencia a la radiación ionizante. En su experimento, el equipo sometió a la lata a una dosis de 4.000 Gray (Gy) de radiación-γ. Una radiación capaz de esterilizar casi cualquier cosa.

En un primer momento, sus descubridores bautizaron la especie como Micrococcus radiodurans, pero décadas de trabajo taxonómico llevaron a reclasificar la especie como miembro de un nuevo género que fue denominado Deinococcus. El nuevo nombre de la bacteria: D. radiodurans.

Casi siete décadas después del descubrimiento de su primer miembro, la extraña familia de los Deinococcus cuenta ya con 11 especies catalogadas. Lo de “extraña” no es un decir: el nombre de este género procede de la palabra griega “deinos”, que puede traducirse como “extraño” o “inusual”.

Siete décadas de estudio nos han permitido adentrarnos en los mecanismos que D. radioduransutiliza para salir ilesa de la exposición a la radiación ionizante (se estima que la bacteria puede salir “de rositas” de dosis equivalentes a 5.000 Gy y llegar a sobrevivir niveles aún superiores) y a las roturas de las cadenas de ADN que suelen resultar de este tipo de exposición.

Esta bacteria utiliza varios “trucos” de supervivencia que, según un artículo publicado en 2005 en Nature, pueden clasificarse entre mecanismos pasivos, y activos o enzimáticos.

Entre los mecanismos pasivos con los que cuenta esta bacteria, puede destacarse el hecho de que D. radiodurans porta con varias copias de su genoma y con una organización condensada en su cuerpo nuclear. Así puede evitar la difusión de fragmentos de ADN generados al recibir radiación, explica el equipo firmante del artículo en Nature.

Respecto a los mecanismos activos o enzimáticos, el artículo explica que este organismo unicelular cuenta con procesos para la reparación del ADN dañado. También cuanta con mecanismos que limitan la degradación del ADN después de recibir la radiación.

El estudio continúa

En los últimos 20 años hemos continuado avanzando en el estudio de esta extraña bacteria. El año pasado sin ir más lejos, la revista Proceedings of the National Academy of Sciences publicaba un nuevo artículo detallando un estudio que revelaba nuevos aspectos de la resistencia de esta bacteria.

En el artículo se estudiaba la presencia de una serie de metabolitos de esta bacteria que, en combinación con manganeso, podían formar un potente agente antioxidante. El equipo analizó una versión sintética de este compuesto a la que denominaron MDP, compuesto por iones de manganeso, fosfato y un pequeño péptido.

Según observaron, los componentes del MDP forman un complejo mucho más poderoso a la hora de proteger contra la radiación que los compuestos formados por la combinación del manganeso y los componentes individuales del MDP.

La resistencia de la bacteria puede fascinarnos pero si tanto atrae el interés de la comunidad científica no es solo por curiosidad. Descubrimientos como el antioxidante MDP puede ayudarnos a proteger nuestro propio cuerpo de la radiación y sus efectos. Si queremos realizar viajes espaciales de larga duración, protegernos de la radiación cósmica es imprescindible; como también lo puede ser proteger a personas que pudieran ser expuestas a dosis excesivas de radiación aquí en la Tierra.

No conocemos mucho sobre el origen de esta bacteria pero décadas de estudio nos han dado suficiente información como para descartar algunas ideas quizás más propias de la ciencia ficción, como la que postula que se trata de un organismo extraterrestre o fruto de la entrada en la era nuclear. D. radiodurans es una bacteria, lo que implica un vínculo claro con el resto de seres vivos de este planeta y la evolución de su género no parece algo que pueda darse en unas pocas décadas.

El estudio de esta bacteria, y de otras similares continuará, ya sea para satisfacer nuestra curiosidad natural o para tratar de encontrar nuevas formas de protegernos contra la radiación.

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