El miedo a quedarse sin iPhone existe. Se llama Nomofobia y así lo describe la ciencia
Publicado el 28/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Dejas tu iPhone olvidado en casa y, sin pensarlo dos veces, vuelves corriendo para llevártelo. No importa si eso te hace llegar tarde o si solo ibas a bajar a por el pan. La idea de estar sin el móvil te provoca un pequeño vértigo en el estómago. No es exagerado, es más común de lo que crees y tiene nombre: nomofobia.
Es el término que la ciencia utiliza desde hace años para describir el miedo irracional a quedarse sin acceso al smartphone. No se trata solo de olvidarlo, basta con que se acabe la batería, se pierda la cobertura o simplemente no esté a la vista para que empiecen a aparecer síntomas de ansiedad.
La nomofobia existe desde antes incluso de llamarla nomofobia
Nomofobia es el acrónimo de No Mobile Phone Phobia. Es decir, "fobia a no tener móvil". Representa literalmente eso y no hablamos solo de incomodidad, se trata de una sensación real de ansiedad que puede aparecer al no tener a mano el móvil. Puede parecer muy exagerado, pero sus síntomas y consecuencias están documentados por la psicología.
Y aunque este término es relativamente reciente, el fenómeno que describe no lo es tanto. Ya en 2008, cuando el iPhone apenas tenía un año de vida, una encuesta promovida por la consultora británica YouGov detectó que un 53 % de los usuarios de móviles sentían ansiedad al quedarse sin su teléfono. Desde entonces la dependencia de estos dispositivos ha ido creciendo a medida que también se ampliaban sus funcionalidades.
Dispositivos como el iPhone son, más que nunca, una extensión de nuestro cuerpo que se asienta en nuestra vida cotidiana. Desde pagar la compra en el supermercado con Apple Pay hasta poder comunicarnos de forma inmediata con nuestros amigos o pedir una cita médica. Y hasta para presentar la declaración de la renta
Y la nomofobia se manifiesta de forma clara cuando no tenemos el iPhone cerca, haciendo que aumente la frecuencia cardíaca, sudoración o temblor. Pero no es solo un exceso de dependencia funcional, es un vínculo entre ansia, autoestima y presencia digital.
Los más jóvenes son los que más nomofobia sufren

En 2023, un estudio en el que participaron 473 jóvenes, todos ellos estudiantes universitarios, mostró que la nomofobia es especialmente manifiesta en edades de jóvenes adultos. Estos no solo usan dispositivos como el iPhone para comunicarse, sino también como herramienta de validación social.
Un estudio realizado en Grecia abordó precisamente eso, viendo una clara relación entre el número de seguidores en redes sociales y la nomofobia. El estado de ánimo de muchos jóvenes dependen de las interacciones en redes sociales y no tener disponibilidad del móvil para seguirlo les genera agobio.
Pero no es cosa solo de jovenes, ya que otros estudios han demostrado como más de un 50% de usuarios adultos británicos han padecido en mayor o menor medida la nomofobia. Aunque el porcentaje entre jóvenes sigue siendo más alto, incrementándose hasta un 75% de adolescentes, los cuales reconocen tener síntomas de adicción y experimentar efectos de ansiedad cuando su batería es muy baja o se olvidan el móvil.
Además, la nomofobia tiene un componente neurobiológico que no puede ignorarse. Según otro estudio hecho por la Universidad de Corea, el uso compulsivo del smartphone activa circuitos de recompensa en el cerebro similares a los implicados en la adicción a sustancias. Cada notificación o like activa la dopamina, lo que refuerza la dependencia. Y también aquí se reconoce como un patrón más frecuente en adolescentes y jóvenes adultos, cuyos mecanismos de autorregulación todavía están en desarrollo.
Riesgos para la salud y recomendaciones
Desde una perspectiva de salud pública, esto no solo genera angustia, sino que también incrementa la distracción, deteriora el rendimiento académico, puede provocar aislamiento social y reduce la calidad del sueño.

Según explica la psicóloga Esperanza Bastine, hay varias formas de reducir la dependencia de dispositivos como el iPhone. Para ello aconseja poner límites como los que ofrecen los modos de concentración del iPhone o usar escala de grises. Otra psicóloga nos contó también lo interesante de configurar un fondo de pantalla feo.
También son recomendables otros ajustes de iOS como la reducción de notificaciones, eliminación de apps que no usamos e incluso atrevernos a llevar el iPhone en silencio con el fin de, poco a poco, ir descubriendo que no se para el mundo por no estar pendiente del iPhone de forma continua. De hecho, y esto es una experiencia personal tras años con el móvil silenciado salvo para llamadas, cuando ocurre algo grave, nos acabamos enterando sin necesidad de estar revisando WhatsApp a cada segundo.
Conviene recordar que el objetivo no es demonizar la tecnología ni renunciar a ella. El iPhone, como cualquier herramienta, puede ser tanto un puente como una barrera. La clave está en el uso consciente y que no sea la primera y última cosa que tocamos cada día.
Recuperar espacios sin pantallas, reconectar con el aburrimiento creativo y aprender a diviertirse también cuando no hay Wi-Fi son hábitos que, por pequeñoss que parezcan, pueden marcar una diferencia enorme en nuestra salud mental.
En cualquier caso, es importante acudir a un profesional si el problema es grave. Al final cada caso puede tener sus propias particularidades y nada mejor que un psicólogo o psiquiatra para tratar estos temas de forma pormenorizada.
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