El mayor cheque de la historia: 9.000.000.000 dólares que impidieron una catástrofe mayor en la Gran Recesión

Publicado el 10/05/2025 por Diario Tecnología
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El mayor cheque de la historia: 9.000.000.000 dólares que impidieron una catástrofe mayor en la Gran Recesión

El 28 de octubre de 1929, el índice Down Jones se desplomó casi un 13%. Fue uno de los días más devastadores de Wall Street y el ‘Lunes Negro’ que marcó la Gran Depresión de 1930. Las consecuencias a nivel mundial fueron devastadoras, pero es algo cíclico que se repitió en 2008 y que volvió a amagar hace apenas un mes. La crisis financiera de 2008 fue una de las mayores conmociones económicas de la historia reciente, y en ella se produjo una historia tan chanante como representativa del funcionamiento de los bancos.

La del cheque de 9.000 millones de dólares.

Colapso. El origen de la recesión fue… Estados Unidos. Los bancos se pasaron años emitiendo masivamente hipotecas de alto riesgo (créditos a particulares que no iban a poder pagarlos) y empaquetaron esas operaciones como productos opacos y mal calificados por agencias de valoración (tenían más riesgo del que se decía). Fueron los llamados "activos tóxicos" que bancos y fondos de todo el mundo habían comprado.

Es lo que provocó una especulación rampante y una burbuja inmobiliaria artificial. Y todos los elementos propiciaron la caída de varias entidades financieras tan potentes como Lehman Brothers. Los bancos dejaron de prestarse dinero, afectando tanto a las propias entidades como a empresas y particulares. No había dinero, la bolsa caía en picado, se perdieron empleos y los gobiernos tuvieron que inyectar miles de millones para evitar el colapso del sistema financiero.

¡Ayuda! Entre medias estaba Morgan Stanley, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo (del Big Four de EEUU junto a Lehman Brothers, Goldman Sach y Merrill Lynch) que necesitaba lo mismo que el resto de entidades: un rescate. Las grandes entidades independientes buscaron la forma de conseguir miles de millones para seguir operando, y el estado de Morgan Stanley era crítico.

Tras coquetear con algunos bancos, incluido uno chino controlado por el estado, pusieron sus esperanzas en Mitsubishi UFJ. Se trata de uno de los mayores bancos de Japón y, tras unas intensas negociaciones, accedió a inyectar una cantidad estratosférica.

9.000 millones. Se dice pronto, pero con esa cifra conseguirían el 21% de Morgan Stanley y un dividendo anual del 10%. Se harían con un buen trozo del pastel de la banca estadounidense y Morgan Stanley podría seguir operando, pero había un problema: no había forma de que la cantidad llegara a tiempo para evitar el colapso.

De hecho, todo apuntaba en una dirección: si ese dinero no llegaba, el banco desaparecería. El tiempo corría en contra de una Morgan Stanley que, en cuestión de días, vio cómo sus acciones cayeron de los 60 dólares a menos de 10 dólares.

Transferencia y festivos. Estábamos en 2008 y los métodos eran los mismos que en la actualidad (eso no habla bien de la banca tradicional, precisamente). La negociación entre las entidades se celebró con urgencia un fin de semana y si eres de los que realiza transferencias, ya sabes lo que significa eso: los bancos no realizan transferencias en fin de semana o festivos.

Debido al Día de Colón, además, iban a estar cerrados hasta el martes y, además, una transferencia tardaba entre dos y tres días. Puede que, para entonces, Morgan Stanley ya no existiera. Además, la entidad necesitaba hacer el anuncio de la fusión lo antes posible para aliviar un poco la carga y hacer ver a los inversores que había luz al final del túnel. La solución fue tan arcaica como efectiva: papel y boli.

De broma. En la negociación, uno de los miembros del equipo de Morgan Stanley comentó un “qué lástima que no puedas, simplemente, extender un cheque. Se cuenta que los asistentes se echaron a reír, pero fue una risa seguida de algo como “un momento, puede funcionar”. Y vaya si funcionó: si Mitsubishi podía afrontar extender un cheque de 9.000 millones de dólares, nada impedía a Morgan depositarlo en el banco antes de que los mercados abrieran el martes por la mañana.

Así, podían anunciar la fusión, tendrían el dinero en la cuenta, los inversores estarían contentos y fin de la historia.

Redondo. Los negociadores japoneses llamaron a la central, comprobaron que sí tenían la capacidad para extender ese cheque y el resultado fue el siguiente:

Cheque

Un papel que garantizaba que Morgan Stanley recibía una inyección de 9.000.000.000 dólares y que provocó un aumento del precio de las acciones de 9,68 dólares hasta los 17,92 dólares cuando los mercados abrieron el martes. La operación había salido bien para ambos y hoy, Morgan Stanley tiene una capitalización de 190.000 millones, mientras que la inversión de Mitsubishi en su día hoy supera los 40.000 millones.

Un negocio redondo que, más que por la propia historia, es curioso por cómo un trozo de papel (¿el más caro de la historia, puede ser?) se impuso sobre las limitaciones del sistema informático de los bancos. De hecho, en el documental que la firma realizó sobre su historia hace unos años, reconocen lo más importante de todo este asunto: Tuvieron suerte.

Imágenes | Mortan Stanley

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