Dime a qué hora desayunas y te diré cómo envejeces: un nuevo estudio asocia el desayuno tardío con una menor esperanza de vida

Publicado el 05/09/2025 por Diario Tecnología
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Dime a qué hora desayunas y te diré cómo envejeces: un nuevo estudio asocia el desayuno tardío con una menor esperanza de vida

Una de las grandes afirmaciones que se ha hecho siempre en el campo de la nutrición es que el desayuno es una de las comidas más importantes del día. Ante esa premisa, estamos en un momento donde el 'qué' comemos ha acaparado nuestra atención contando las calorías, analizando los macronutrientes y debatiendo sobre los superalimentos. Sin embargo, una nueva ola de investigación se está centrando en una pregunta igualmente crucial: el "cuándo" comemos.

Longevidad. Uno de los grandes objetivos que tiene la gente es durar cuánto más tiempo mejor. Si no, que se lo digan a Putin y Xi Jinping con el trasplante de órganos. Pero aunque esta no es una opción viable, un estudio que siguió a casi 3.000 adultos mayores en el Reino Unido durante más de tres décadas tiene claro que el desayuno puede ser clave para calcular nuestro riesgo de mortalidad. 

El punto clave es la hora a la que se desayuna, que sería un gran marcador de salud que apunta a lo mucho (o poco) que se puede llegar a vivir. 

Un reloj interno. El campo de estudio que se centra en este aspecto de nuestra vida es la crononutrición, una disciplina que estudia nuestro reloj interno, lo que conocemos como ritmos circadianos, que solo dictan cuándo dormimos o nos despertamos, sino que también regulan nuestras hormonas, nuestro metabolismo y cómo procesamos los alimentos. 

De esta manera, comer en sintonía con este reloj interno parecer ser beneficioso, según los investigadores, mientras que hacerlo a deshoras podría desajustar nuestra maquinaria interna. El nuevo estudio, liderado por investigadores de instituciones como la Universidad de Manchester y Harvard, se adentró de lleno en este concepto, analizando cómo cambian los horarios de las comidas a medida que envejecemos y qué significa eso para nuestra salud. 

El problema del desayuno tardío. Los investigadores analizaron los datos de 2.945 adultos mayores de 1983 hasta 2017. Los resultados en este caso fueron bastante claros: a medida que los participantes envejecían, tendían a retrasar la hora del desayuno y la cena, y a acortar su "ventana de alimentación" diaria. Pero lo que llamó la atención de verdad fue la relación con los problemas de salud que van surgiendo con la longevidad. 

Una mayor mortalidad. Retrasar el desayuno se asoció con un mayor riesgo de mortalidad en el corto plazo. En concreto, cada hora de retraso en el desayuno se vinculó con un aumento del 8% en las probabilidades de morir, incluso tras ajustar factores como el nivel socioeconómico o el estilo de vida. 

Nuevas enfermedades. Además de aumentar la probabilidad de morir, desayunar de manera tarde se puede relacionar con una mayor carga de enfermedades físicas y psicológicas, como la fatiga, la depresión, la ansiedad y la multimorbilidad, es decir, el padecimiento de varias enfermedades de manera simultánea. 

Menor supervivencia. Un criterio que puede aglutinar a los dos valores previos es la supervivencia de una persona. En este caso, el análisis identificó a dos grupos de pacientes: por un lado, los que comían muy temprano y por otro, los que comían más tarde. Los investigadores pudieron ver en estos casos que la tasa de supervivencia a 10 años fue notablemente inferior en el grupo que comía más tarde (86.7%), en comparación con el grupo que lo hacía más temprano (89.5%). 

 El efecto de envejecer. Lejos de ser una simple elección de estilo de vida, el estudio sugiere que este cambio en los horarios puede ser un reflejo de procesos de salud más profundos. Los investigadores apuntan a que la genética juega un papel fundamental en este caso. 

Por un lado, hay persona que tienen una predisposición genética a ser 'nocturnas' que es lo que se conoce como un cronotipo vespertino que tienen a retrasar las horas de todas sus comidas. 

Por otro, y quizás más importante, el estudio plantea que el inicio de una enfermedad puede ser lo que nos lleve a cambiar nuestros horarios, y no al revés. Afecciones como la depresión, la fatiga crónica o los problemas de salud oral pueden alterar el apetito y las rutinas diarias, provocando que la primera comida del día se posponga. Este fenómeno podría estar relacionado con lo que se conoce como "anorexia del envejecimiento", un síndrome geriátrico caracterizado por la pérdida de apetito y una menor ingesta de alimentos. 

Un biomarcador de salud. Los autores concluyen que, más que ser una causa directa de mortalidad, la hora del desayuno podría funcionar como un "sencillo marcador de salud en los adultos mayores". Es un indicador fácil de observar por cualquiera y que puede alertar sobre cambios subyacentes en el bienestar físico y mental de una persona. 

Esta investigación refuerza la idea de que mantener horarios de comida regulares y alineados con nuestro ciclo de día y noche es importante para tener un envejecimiento saludable. Como explican desde la Harvard School of Public Health, alinear las comidas con el reloj circadiano puede ayudar a regular el metabolismo y reducir de enfermedades crónicas. 

Imágenes | Realmac Software

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