Algo raro está pasando con las nubes del planeta. Algo que traerá consecuencias no muy agradables
Publicado el 20/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
¿Dónde nacen las nubes? La respuesta a esa pregunta puede llegar a ser mucho más compleja de lo que parece. Porque sí, las nubes se forman en el cielo, o en la atmósfera, pero la capa de gases que rodea a nuestro planeta es vasta y en ella se entremezclan factores predecibles con el caos.
Complejo y cambiante. Intentando responder a esta pregunta, algunos científicos se han topado con un problema adicional: el lugar donde nacen las nubes está cambiando. El área de la superficie terrestre en el que surgen estos cúmulos se ha desplazado y ha encogido lo que tiene importantes implicaciones en el clima y la meteorología del planeta.
Son los resultados de dos estudios publicados en los últimos años, el primero en agosto de 2024 en la revista Climate Dynamics, y el segundo en mayo de este año en Geophysical Research Letters.
Tres franjas nubosas. El primero de los estudios observó cómo las zonas nubosas ubicadas sobre los océanos de ambos hemisferios se han desplazado y contraído a lo largo de los últimos 35 años. El estudio se enfocó en tres zonas: una, denominada zona de convergencia intertropical (ITCZ) ubicada cerca del ecuador terrestre; y las otras dos situadas en latitudes medias, aproximadamente entre los paralelos 30 y 60 al norte y al sur.
A través de observaciones de instrumentos como el MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) a bordo del satélite Aqua, el equipo pudo cartografiar las zonas de mayor nubosidad así como su evolución en el tiempo.
Interpretando los datos. Según explica la agencia espacial estadounidense, la NASA, las nubes tormentosas que recorren nuestro planeta suelen formarse en los vértices de las zonas de circulación atmosférica de gran escala, como las célilas de Hagley, las polares y las células de Ferrel o de latitud media. Más concretamente en las áreas donde las corrientes asociadas a estas células convergen y hacen que el aire cálido y húmedo ascienda.
En contraste, las áreas de convergencia donde las corrientes llevan aire frío y seco desde capas superiores de la atmósfera hacia altitudes más bajas se corresponden con las zonas donde los cielos tienden a ser más despejados.
Cambio en la tendencia. El estudio de las nubes nos da pistas sobre las dinámicas de estas zonas tormentosas del planeta. El equipo responsable calculó por ejemplo que la zona de se contrajo entre un 1,5% y un 3% por década en los últimos años.
Según detalla la NASA, la ITCZ se estrechó y las zonas tormentosas en latitudes medias se desplazaron hacia sus respectivos polos a la par que también se contraían. En contraste, las zonas despejadas subrtopicales se expandieron.
Más que una cuestión de color. El más reciente de los estudios aborda las implicaciones climáticas del cambio en los patrones nubosos del planeta. Y es que el clima nuestra “canica azul” depende mucho de las nubes que opacan la atmósfera y la tiñen ocasionalmente de blanco ya que de esta capa de nubes depende la cantidad de energía solar que nos alcanza debido al albedo.
Las nubes reflejan la luz y por tanto la energía solar que alcanza la superficie de la Tierra por lo que menos nubes implica más energía y más calor. Según las estimaciones del estudio el cambio implica que los océanos absorben 0,37 vatios por metro cuadrado más por década debido a estos cambios.
¿Y el cambio climático? Podríamos caer en el error de asumir que este cambio explica la tendencia hacia el calentamiento global que asociamos al cambio climático antropogénico pero lo cierto es que los modelos climáticos ya incorporan estos cambios en ellos. De hecho, una estimación previa realizada por los instrumentos de CERES (Clouds and the Earth’s Radiant Energy System) estimaba en 0,47 vatios por metro cuadrado y por década el aumento en la radiación solar que recibe el planeta en su conjunto.
Estos cambios contribuyen al “desequilibrio energético” que implica el calentamiento, pero no lo explican por sí mismos. “Estos nuevos hallazgos sugieren que la pérdida de nubes tormentosas oceánicas es un factor clave en el desequilibrio”, explicaba a la NASA George Tselioudis, miembro del equipo responsable de los estudios. Según el experto, estos cambios también podrían ayudar a explicar el anómalo calentamiento oceánico visto hace un par de años y que hizo que el Atlántico norte batiera numerosos récords de temperatura.
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Imagen | Michala Garrison, MODIS Atmosphere Science Team / Tselioudis et al (2024), DSCOVR EPIC
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