100 millones de Tamagotchis en 30 años. El motivo de que sigan vendiéndose tiene un nombre: nostalgia millennial

Publicado el 03/09/2025 por Diario Tecnología
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100 millones de Tamagotchis en 30 años. El motivo de que sigan vendiéndose tiene un nombre: nostalgia millennial

Han pasado casi tres décadas desde su creación, pero la fiebre no se ha empezado a apagar. Con 100 millones de unidades vendidas, la máquina de Bandai es un artefacto para nostálgicos de los noventa, sí, pero también un objeto de deseo para nuevos coleccionistas, como demuestran sus últimos lanzamientos. Y lo que demuestra su validez actual: el artefacto al que hay que cuidar como a un niño con problemas de incontinencia e insomnio sigue generando historias alucinantes.

Tamagotchi: unos modestos orígenes. En 1996, Aki Maita, diseñadora de juegos de 31 años que trabajaba para Bandai tuvo la idea para el Tamagotchi cuando vio un anuncio en televisión donde una madre impedía que su hijo llevara una tortuga al colegio, lo que le inspiró a crear una mascota digital que pudiera caber en el bolsillo y que requiriera cuidados reales. Desarrolló ese concepto con la ayuda de Akihiro Yokoi: una criatura virtual que debía ser alimentada, cuidada y atendida.

Éxito inmediato. Con su lanzamiento internacional al año siguiente, el Tamagotchi se convirtió rápidamente en un fenómeno. Pronto comenzaron a llegar novedades y mejoras para el artefacto. En 2004, distintos Tamagotchis se comunicaban (y podían llegar a casarse) mediante infrarrojos; en 2008 llegaron las pantallas en color; y ya en esta década, la pantalla pasó a ser LCD táctil y se implementó Wi-Fi y distintas posibilidades de conectitividad. Han llegado a crearse más de treinta modelos distintos de Tamagotchi a lo largo de su historia.

La nostalgia de los 90 funciona. Aunque los Tamagotchi nunca se fueron del todo, como demuestra Tamaghotchi Paradise, que ha llegado a las tiendas este verano y que incluye un dispositivo de zoom para cuidar a las criaturas tanto desde una perspectiva cósmica como desde una microscópica, su estallido de fama principal de fama tuvo lugar en los noventa. El segmento de mercado Kidult que está haciendo reflotar líneas jugueteras como nunca se había visto antes manejan dos variables que los Tamagotchi cubren sabiamente: por una parte, fomentan y cubren las necesidades de los estímulos nostálgicos de los millennial, convencidos de que no van a vivir una época tan feliz como la de sus infancias y años mozos.

Port otra, significativamente, los Tamagotchi van de adquirir responsabilidades vicarias cuidando a una criatura que exige atención constante. Perfecto para una generación que, en muchos casos, se ve resignada, en muchos casos, a no tener hijos.

Saber evolucionar. Uno de los grandes secretos del éxito de los Tamagotchi ha estado en adaptarse a los nuevos tiempos, Y no hablamos solo de la incorporación de wifi o pantallas táctiles, sino de sus mecánicas, que han ido pasando de un mero cuidado y limpieza de un embrión alienígena a mecánicas de juego claramente inspiradas en Pokémon (y entroncamos así con otro fetiche de nostalgia millennial). En Tamagotchi Paradise tenemos cincuenta criaturas que se dividen en tres ambientes (cielo, tierra y agua), con tres de ellas ocultas al principio del juego, en curioso paralelismo con los Pokémon legendarios y otras rarezas.

La posibilidad de hacer que los Tamagotchi se apareen entre sí abre la puerta al nacimiento de 50.000 criaturas distintas, con características heredadas de sus respectivos padres. Otra mecánica que no bebe directamente de Pokémon, pero que sí conecta con las ideas de caza, crianza y cuidado de las criaturas de Nintendo.

Historiazas. Lo llamativo de los Tamagotchi es que han generado su propia mitología e historias singulares, a menudo derivadas de la particular ruptura de un tabú con respecto a las mascotas: pese a ser virtuales, estos animalillos digitales encapsulados también mueren. Por ejemplo, hay webs funerarias de recuerdo de las criaturas fallecidas, y foros con cientos de páginas que las recuerdan y que siguen activos. Y una anécdota tremenda: en el año 97, una niña enterró a su Tamagotchi en un ataúd de madera en un cementerio para mascotas reales. Pronto, el dueño del cementerio empezó a recibir otros tamagotchis en sus pequeños ataúdes y tuvo que reconvertir y adaptar el camposanto.

Imagen | Álex Alcolea

En Xataka | Un gran misterio rodeaba al Tamagotchi 27 años después de su lanzamiento. Ahora al fin lo hemos resuelto

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