Venecia es un bosque invertido que se está hundiendo. Hay un plan radical para salvarla: elevarla 30 centímetros

Publicado el 06/05/2025 por Diario Tecnología
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Venecia es un bosque invertido que se está hundiendo. Hay un plan radical para salvarla: elevarla 30 centímetros

Venecia es, en esencia, un prodigio de ingeniería invertida: se alza sobre millones de pilotes de madera clavados al revés en el barro lagunar, creando lo que se ha descrito como un bosque sumergido cabeza abajo. Estos troncos, elaborados con árboles, han soportado durante siglos la carga de palacios de piedra y campanarios imponentes sin recurrir a acero ni hormigón. El principio físico que sustenta este sistema no se basa en la fuerza bruta de los materiales, sino en la fricción del suelo húmedo comprimido que, junto con la madera y el agua, constituye una estructura tripartita resistente.

Sin embargo, ese esqueleto tiene un serio problema.

El abismo. La mítica ciudad vive una paradoja cruel: no solo es una urbe que flota, sino una que se hunde. En el último siglo, el suelo veneciano ha descendido unos 25 centímetros, mientras que el nivel del mar ha subido cerca de 30. Dicho de otra forma: es una combinación letal que ha desencadenado inundaciones cada vez más frecuentes y severas.

Si bien su decadencia le añade cierto magnetismo turístico (visitarla antes de que desaparezca), para los venecianos es una amenaza persistente que compromete su futuro. La ciudad se hunde dos milímetros al año por subsidencia natural, mientras las aguas aumentan unos cinco milímetros anualmente debido al cambio climático.

Un plan inédito. Ante dicha amenaza existencial, el ingeniero Pietro Teatini, profesor asociado de hidrología e ingeniería hidráulica en la Universidad de Padua, propone una solución tan audaz como controvertida: elevar físicamente la ciudad inyectando agua en los acuíferos profundos situados entre 600 y 1.000 metros bajo la laguna.

La idea nace de la observación de reservorios de gas en el valle del Po, donde al llenarse durante el verano, el terreno sube, y baja cuando se vacían en invierno. Según Teatini, mediante esta técnica, Venecia podría elevarse 30 centímetros de forma estable y homogénea, lo suficiente para otorgar un respiro de unas cinco décadas, tiempo en el que las autoridades podrían planear una solución definitiva.

Perforar y perforar. El proyecto consistiría en agujerear una docena de pozos distribuidos en un círculo de 10 kilómetros alrededor de la ciudad, todos ubicados dentro de la laguna. El agua a inyectar sería salina, aprovechando el abundante recurso local y sin riesgo de contaminar acuíferos de agua dulce.

Para asegurar la estabilidad, se inyectaría a baja presión y lentamente, evitando fracturas en la roca subterránea. La elección de una amplia circunferencia garantiza una elevación uniforme que no dañaría las estructuras históricas. Chioggia, en el extremo sur de la laguna, quedaría fuera del radio de acción.

El sistema que no fue suficiente. La búsqueda de soluciones también expone un fracaso. Actualmente, la principal defensa de Venecia contra las mareas altas es el sistema MOSE (Modulo Sperimentale Elettromeccanico), una serie de compuertas móviles que se elevan desde el fondo marino para aislar la laguna del mar Adriático. Aunque comenzó a planearse en los años 80 y se probó por primera vez en 2020, su coste ha superado los siete mil millones de euros y aún no está oficialmente operativo.

Originalmente concebido para activarse cinco veces al año, desde 2020 ya ha sido utilizado unas 100 veces, reflejo del agravamiento del problema. Cada vez que se activa, interrumpe el tráfico marítimo, perjudica el puerto (el segundo más activo de Italia) y altera el equilibrio ecológico de la laguna al impedir el flujo natural del agua. MOSE, por tanto, no resuelve el problema, y Teatini propone su proyecto como un complemento temporal extendiendo la funcionalidad combinada de ambos sistemas durante esos 50 años, margen que podría usarse para desarrollar una solución estructural definitiva.

Atlas Van Der Hagen Kw1049b12 068 Stadsprofiel Van Venetia Venecia hacia finales del siglo XVII

Tecnología subterránea. El plan de Teatini no es fracking, ni se basa en presiones extremas. Es más bien un proceso controlado que se ha empleado en ingeniería petrolera para estabilizar plataformas. La idea es que el agua penetre gradualmente en el sustrato arenoso profundo, expandiéndolo y empujando el terreno hacia arriba sin provocar fisuras. Una elevación máxima de 30 centímetros es el límite técnico que se puede alcanzar sin comprometer la estabilidad.

El ritmo de bombeo se iría reduciendo gradualmente para evitar sobrecargar los acuíferos, y se estudia la incorporación de aditivos que mantengan la expansión alcanzada incluso si se interrumpe el bombeo. Para probar la viabilidad, se propone un proyecto piloto en otra parte de la laguna, menos crítica, con un coste estimado de entre 30 y 40 millones de euros. La implementación completa sería tres veces más barata que el MOSE. Plus: el enfoque es más realista que otras ideas planteadas en el pasado, como inyecciones de cemento poco profundas que se usaron con éxito limitado en islas como Poveglia en los años 70.

Carrera contra el tiempo. Qué duda cabe, algunos expertos se muestran escépticos. David Dobson, profesor de materiales en University College London, reconoce que la idea genera "optimismo escéptico". Advierte que los acuíferos ya colapsados (como ocurrió en Marghera cuando se extrajo agua en los años 60) pueden no recuperar su volumen original.

Además, inyectar agua es más difícil que gas, pues fluye más lentamente y requiere mayor presión. Sin embargo, sostiene que, si se realiza un ensayo exitoso y se demuestra control del proceso, la propuesta podría ser veraz. En cualquier caso, señala que la raíz del problema sigue siendo el calentamiento global, y mientras no se aborde, cualquier solución será necesariamente temporal.

Símbolo y prioridad. Teatini lleva décadas estudiando el fenómeno de la subsidencia en Venecia. Su tesis con doctorado ya abordaba este problema, y fue su antiguo profesor, Giuseppe Gambolati, quien propuso primero esas inyecciones profundas como solución. Hoy, frente a la inercia institucional, insiste en que su propuesta es la única técnicamente desarrollada que puede empezar a probarse de inmediato.

Además, con la creación en marzo de 2025 de la nueva Autorità per la Laguna, una entidad estatal que se encargará de evaluar intervenciones en la laguna y planificar el futuro, se abre una ventana de oportunidad. Aunque todo plan tendrá costes elevados, Teatini argumenta que es una inversión razonable y hasta posible con financiación ciudadana.

La gran duda. De fondo, además, existe el eterno debate: ¿vale la pena salvar Venecia cuando su población ha disminuido drásticamente (de unos 170.000 habitantes en los años 50 a menos de 50.000 hoy) y su economía gira casi exclusivamente en torno al turismo?

Para Teatini, dejarla hundirse es "la opción más drástica que podemos imaginar". Venecia, insiste, no puede existir fuera de su entorno natural. Convertirla en una ciudad museo en tierra firme o rodeada de un lago artificial la despojaría de su esencia. Cuenta que su valor no es solo arquitectónico o histórico, sino simbólico: “representa un modelo de civilización, un legado cultural sin paralelo”.

Imagen | Pexels, Pieter Mortier

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