Ucrania es básicamente un país hecho dron. Así que la guerra entre humanos ha pasado a una zona inédita: bajo tierra

Publicado el 18/09/2025 por Diario Tecnología
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Ucrania es básicamente un país hecho dron. Así que la guerra entre humanos ha pasado a una zona inédita: bajo tierra

De todas las realidades que nos está mostrando la guerra en Ucrania, hay una que no tiene discusión: los drones son el caballo de Troya sobre el que se van a sostener los conflictos bélicos a partir de ahora. En el este de Europa estamos viendo escenarios que hasta hace poco eran más propios de la literatura fantástica que de la realidad. Es tal el protagonismo que la batalla entre soldados ya no se está librando en tierra. 

Se está librando bajo tierra.

 La guerra en las entrañas. Sí, el frente de Kharkiv está siendo escenario de un fenómeno inesperado: soldados rusos intentado infiltrarse a través de tuberías de gas y agua, arrastrándose por conductos subterráneos para superar el río Oskil y establecer posiciones más próximas a Kupiansk. 

Se trata de la tercera ocasión en que esta táctica aparece desde el inicio de la invasión, y supone un nuevo desafío defensivo para las fuerzas ucranianas, que han reaccionado inundando, dañando y fortificando varios de estos pasajes, conscientes de que las canalizaciones forman una red extensa y difícil de controlar. El Estado Mayor de Kiev confirmó oficialmente que las tuberías habían sido utilizadas, aunque subrayó que la ciudad permanece bajo control ucraniano y que la mayoría de los accesos ya han sido neutralizados o vigilados estrechamente.

Tuberías como rutas de espionaje. El caso de Kupiansk no es aislado. Como contamos entonces, el pasado mes de marzo, fuerzas especiales rusas recorrieron casi quince kilómetros a través de un gasoducto en Sudzha para lanzar un golpe contra la retaguardia ucraniana en Kursk, un episodio que Moscú celebró como éxito táctico, aunque terminó con el aniquilamiento de buena parte del equipo infiltrado. 

En Avdiivka, a comienzos de 2024, tropas rusas drenaron una tubería de servicio de agua y la adaptaron como vía subterránea, abriendo salidas cada cien metros para facilitar el avance. Estas maniobras, que evocan operaciones de comandos de otras guerras, aprovechan el tejido industrial y energético de Ucrania, un país atravesado por grandes gasoductos que durante décadas fueron clave para el suministro europeo de gas ruso y que hoy, en gran medida, están infrautilizados.

La respuesta ucraniana. Ante esta amenaza insólita, Ucrania ha desplegado medidas de ingeniería militar creativas. En Kupiansk, equipos del 429º Regimiento de Sistemas No Tripulados usaron explosivos para dañar el punto donde una tubería se cruzaba con el Oskil, provocando su inundación. Además, se han introducido alambradas en el interior de algunos conductos, con vídeos que muestran pasadizos booby-trapped pensados para atrapar o disuadir a los intrusos. 

Aunque los mandos reconocen que Rusia podría intentar reparar o reutilizar estos pasajes, aseguran que la vigilancia es constante y que cada intento será contestado. Este despliegue refleja cómo la defensa ucraniana no solo se libra en la superficie, con drones, blindados o artillería, sino también en un subsuelo convertido en un nuevo frente.

La expansión bajo tierra. Plus: la guerra en Ucrania ya había mostrado un rostro subterráneo en las catacumbas de Mariúpol o en las trincheras de Bajmut, pero el uso de gasoductos y tuberías abre una dimensión distinta: corredores industriales abandonados que ahora se convierten en túneles militares improvisados ante el temor de que los drones no permitan avances en la superficie.

Con un diámetro de más de un metro en algunos casos, permiten el paso de hombres equipados e incluso de suministros básicos. Su extensión, pensada para transportar hasta 140.000 millones de metros cúbicos de gas al año, constituye un campo de batalla potencial que multiplica las posibilidades de infiltración y obliga a Ucrania a destinar recursos a un terreno inesperado. La paradoja es evidente: las mismas infraestructuras que antaño conectaban a Europa con la energía rusa hoy son escenarios de combate donde se juega la seguridad inmediata de ciudades y posiciones defensivas.

Implicaciones estratégicas. El uso de tuberías como vías de penetración confirma dos cosas. Por un lado, que los drones han transformado lo que entendíamos como contienda hasta ahora. Por el otro, la capacidad rusa de explotar cualquier resquicio en la geografía ucraniana, incluso bajo tierra, junto a la necesidad de Kiev de desarrollar defensas multicapas que abarquen desde el cielo, saturado de drones, hasta los subsuelos, recorridos ahora por soldados arrastrándose en la oscuridad. 

Más allá de la eficacia puntual, estas tácticas ponen de relieve la plasticidad de la guerra contemporánea, donde cada infraestructura civil puede ser militarizada y donde el combate se libra en dimensiones antes secundarias. Para los analistas militares, la batalla de las tuberías en Ucrania anticipa un futuro en el que la defensa de un país dependerá tanto de la superficie que habita su población, plagada de enjambres, como de las entrañas que recorren sus redes industriales, convertidas ahora en inesperados túneles de guerra.

Imagen | Sergey Kolyasnikov

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