Para tumbar un F-16 ucraniano Rusia ha dotado a su arma más letal un compañero. Se llama Lancet y hace de señuelo

Publicado el 30/06/2025 por Diario Tecnología
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Para tumbar un F-16 ucraniano Rusia ha dotado a su arma más letal un compañero. Se llama Lancet y hace de señuelo

Que los drones Shahed de origen iraní se han vuelto una bomba de terror sistemático en Ucrania está fuera de toda duda. Sin embargo, el fin de semana Rusia llevó a cabo el mayor ataque aéreo de la guerra que se libra en el este de Europa, y lo hizo con un enjambre de Shaheds y una novedad: los drones iban acompañados de un enemigo mejorado contra Kiev. Su nombre: Lancet.

Una noche de fuego. En lo que ya se ha calificado como el mayor ataque aéreo desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022, Rusia lanzó 537 armas aéreas contra Ucrania en una sola noche, marcando una intensificación dramática de su campaña militar y asestando un duro golpe a las ya menguadas esperanzas de una solución negociada. El bombardeo incluyó 477 drones explosivos y de distracción, así como 60 misiles de diverso tipo, de los cuales 211 drones y 38 misiles fueron interceptados por las defensas ucranianas.

La magnitud del ataque parece evidenciar una estrategia deliberada de Moscú para erosionar sistemáticamente la red de defensa aérea de Ucrania, desgastar su arsenal occidental y provocar un colapso logístico en su capacidad de respuesta. En Lviv, cercana a la frontera con Polonia, varias instalaciones críticas fueron impactadas, mientras que en Kiev, Jersón y Járkov se registraron muertos y daños residenciales.

Cae un F-16. Con un suministro cada vez más escaso de sistemas antiaéreos y misiles interceptores, Ucrania ha recurrido a sus aviones de combate como parte de su escudo defensivo, un recurso limitado y arriesgado. De hecho, el piloto de F-16 Maksym Ustymenko murió tras derribar siete objetivos aéreos, desviando su aeronave de áreas pobladas antes de estrellarse. La negativa de la administración Trump a vender más sistemas Patriot ha obligado a Kyiv a reiterar su disposición a adquirirlos por cuenta propia.

Zelenskyy, al reclamar más ayuda occidental, subrayó que “Moscú no se detendrá mientras tenga capacidad para lanzar ataques masivos” y exigió mayor presión internacional sobre el Kremlin. Según cifras oficiales, en tan solo una semana, Rusia ha lanzado más de 1.270 drones, 114 misiles y cerca de 1.100 bombas planeadoras, en una ofensiva aérea inédita que busca no solo agotar recursos, sino también quebrar la moral de la población.

Drones y evolución. Lo hemos venido contando estas semanas. El ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, explicó que Moscú ha intensificado el uso combinado de misiles y drones, la mayoría de ellos del tipo Shahed, de diseño iraní, que ahora vuelan más alto, más rápido y con una mayor carga explosiva, escapando al alcance de las unidades móviles antiaéreas ucranianas.

Este salto cualitativo en la capacidad de los drones ha obligado a una lucha intelectual constante para adaptar las defensas y encontrar soluciones eficaces. Ucrania ha estado trabajando durante años en contramedidas electrónicas y tácticas de neutralización, pero la evolución tecnológica de Rusia obliga a una respuesta cada vez más sofisticada.

Ciclo de adaptación. El Shahed-136, también conocido como Geran-2 cuando es empleado por Moscú, ha pasado de ser un simple dron suicida iraní de bajo coste a convertirse en una pieza clave en la guerra tecnológica de Ucrania. Su bajo precio, largo alcance y considerable carga explosiva lo han hecho especialmente útil tanto para ataques en profundidad como para operaciones tácticas.

A pesar de su uso intensivo, Ucrania había logrado inicialmente un alto índice de neutralización, empleando una combinación de interferencias electrónicas, helicópteros Mi-24, cazas MiG-29 y ametralladoras montadas en vehículos para interceptar estos drones. Sin embargo, en los últimos meses, una evolución significativa en el diseño y las tácticas ha permitido a un número creciente de Shaheds superar las defensas ucranianas.

Eso, y algo más, han llevado al mayor ataque aéreo hasta la fecha.

El rediseño iraní. Los informes ucranianos apuntan a varias mejoras significativas en los Shahed más recientes. La más evidente: el blindaje del compartimento del motor, que ahora resiste mejor los disparos de ametralladora, mientras que los depósitos de combustible han sido reubicados desde las alas al fuselaje central, reduciendo la vulnerabilidad a impactos laterales. Así todo, la innovación más disruptiva es la incorporación de submuniciones.

Estas nuevas versiones no solo se limitan a explotar al impactar, sino que pueden dispersar pequeñas cargas explosivas durante el vuelo, incrementando su eficacia contra formaciones de tropas o posiciones fortificadas. Estos artefactos pueden ser liberados en cualquier punto del trayecto, ampliando su flexibilidad operativa. De hecho, las tropas ucranianas en las regiones de Sumy y Járkov han reportado encuentros de lo más desconcertantes con estos drones: no se oye impacto alguno, y veinte minutos después sobreviene una explosión inesperada.

Army 2020 314 Prototipo de Lancet

Lancet. Además, e igual de importante, las oleadas de Shahed rusos ahora no van solas. Junto a las mejoras físicas, Rusia ha cambiado su forma de desplegarlos. Una de las nuevas tácticas consiste en lanzar los drones por pares: uno a baja altitud, el otro a mayor altura. El dron inferior actúa como señuelo, atrayendo los radares ucranianos, mientras que el superior pasa inadvertido hasta que el primero es destruido, ganando tiempo y aumentando sus probabilidades de alcanzar el objetivo.

La otra táctica novedosa ha sido la combinación de Shaheds con los denominados drones Lancet. Hablamos de dispositivos más pequeños, muy difíciles de detectar y letales. Los Lancet se usan para atacar específicamente a los equipos ucranianos de defensa antidrón, despejando el camino para que los Shaheds lleguen luego sin oposición. Dicho de otra forma, la evolución de los Lancet los ha convertido en una especie de escudo antes de la ofensiva de los enjambres de Shahed. Una estrategia, la de “ataque a los interceptores”, que ha complicado seriamente la eficacia de las defensas móviles terrestres ucranianas.

Avance ruso en tierra. Simultáneamente al ataque aéreo masivo, las fuerzas rusas avanzan en el frente oriental al ritmo más veloz desde noviembre, apoyadas por bombas planeadoras de alta precisión y drones no interferibles guiados por fibra óptica. El comandante en jefe ucraniano, Oleksandr Syrsky, advirtió sobre intentos de ruptura de las líneas defensivas en tres direcciones, particularmente en torno a las ciudades clave de Kostyantynivka y Pokrovsk, que podrían quedar cercadas si continúa el ritmo ofensivo.

En el norte, las tropas rusas avanzan desde la región de Kursk hacia la de Sumy, amenazando con situarse pronto a distancia de artillería de su capital regional. Fuentes del gobierno ucraniano han anticipado que la ofensiva terrestre y aérea de Rusia se intensificará a lo largo del verano.

Cambio doctrinal y minas antipersona. Plus: ante el agravamiento del conflicto, Zelenskyy firmó un decreto para retirar a Ucrania de la Convención de Ottawa, la misma que prohíbe la producción y uso de minas antipersona, una medida que, según el parlamentario Roman Kostenko, responde a la asimetría moral y táctica del conflicto.

De fondo, Rusia, que no es parte del tratado, y que ha empleado (y mucho) estas armas contra militares y civiles ucranianos. Desde esa perspectiva, la permanencia de Ucrania en el acuerdo era vista como una desventaja estratégica. Aunque aún se requiere aprobación parlamentaria, el paso marca una nueva fase en la doctrina militar de Kyiv, cada vez más definida por la necesidad de adaptarse a una guerra sin reglas impuestas por el adversario.

Guerra sin tregua. El ataque aéreo masivo ruso no solo ha elevado el nivel destructivo de la guerra, sino que también ha exacerbado el desgaste de las defensas ucranianas y la urgencia de apoyo exterior. La falta de municiones antiaéreas, combinada con la sofisticación creciente de los medios ofensivos rusos, pone a Ucrania ante una carrera contrarreloj para sostener su capacidad de resistencia.

La estrategia de Putin parece orientada a mantener una presión constante (tanto psicológica como material) que debilite las capacidades de Ucrania antes de que nuevas ayudas internacionales lleguen con fuerza suficiente. La posibilidad de un acuerdo de paz se aleja aún más, mientras la guerra se adentra en un ciclo de intensificación sostenida, con consecuencias impredecibles tanto para el equilibrio regional como, qué duda cabe, para la seguridad europea.

Imagen | Heute, State Emergency Service of Ukraine, Nickel nitride

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