Los pacientes llevan al quirófano fotos suyas "mejoradas" con IA. Los cirujanos se encargan de hacerlas realidad

Publicado el 25/06/2025 por Diario Tecnología
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Los pacientes llevan al quirófano fotos suyas "mejoradas" con IA. Los cirujanos se encargan de hacerlas realidad

Hace un año, un concurso inédito copaba las portadas de diferentes medios: Miss IA. Como uno puede intuir, las modelos estaban creadas con inteligencia artificial y presentaban cuerpos imposibles: sin arrugas, sin poros, sin historia… El evento, promovido por la plataforma Fanvue World AI Creator Awards, no solo generó un aluvión de comentarios, sino que abrió un profundo debate: ¿estamos dispuestos a aceptar como ideal de belleza algo que ni siquiera existe? Y algo más allá, ¿el cuerpo real empieza a verse como una versión defectuosa del render digital?

Expectativas irreales. Según The Columbus Dispatch, cirujanos plásticos como la Dra. Jaclyn Tomsic y el Dr. Craig Lehrman están observando un fenómeno preocupante en sus consultas: pacientes que acuden con imágenes generadas por IA, pidiendo intervenciones imposibles. “Con la IA puedes hacer que tu cuerpo sea como quieras”, ha explicado Tomsic, cirujana maxilofacial en Cleveland.

Por su parte, Lehrman, cirujano plástico en el Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, ha relatado casos de pacientes mayores que llevan fotos de celebridades editadas. “Me dicen: ‘¿Por qué no me veo así?’. Y es que tienen 35 años menos y el rostro está manipulado”, ha lamentado. Ambos médicos han reconocido que han tenido que dedicar cada vez más tiempo a explicar porqué no pueden replicar lo que la IA promete: la biología, la estructura ósea o la edad no se pueden borrar con bisturí.

Más allá. Las expectativas creadas por filtros, apps y generadores de imagen están generando frustración y peligro: algunas personas insisten en operarse una y otra vez, persiguiendo un ideal inexistente. Además, han advertido de un riesgo psicológico: las personas que no logran parecerse a esas imágenes artificiales pueden obsesionarse, recurrir a múltiples cirugías y enfrentarse a una frustración constante. Lehrman lo ha resumido de la siguiente manera: “Eso llevará a mucha gente infeliz y a perseguir este sueño imaginario”.

De hecho, este fenómeno va más allá de lo quirúrgico: afecta a la forma en que nos relacionamos con nuestra propia imagen. Cada vez es más común que las personas pidan a la IA que valoren su apariencia física o les digan qué mejorar de su rostro. El punto no es lo que pueda la IA responder, sino el hecho de que su juicio tenga tanto peso sobre cómo nos podemos percibir.

La ficción hecha piel. Antes, manipular una imagen requería de conocimientos técnicos o trucos de luz y maquillaje. Hoy, con una app gratuita, cualquiera puede verse como una supermodelo en segundos. La IA no solo retoca, sino que lo ha llevado a otro nivel: puede generar rostros desde cero. Según Lehrman, esto hace que sea "cada vez más difícil distinguir lo real de lo inventado”.

Ante esta amenaza, la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos ha creado una galería con fotos reales de antes y después de procedimientos para combatir la desinformación. Pero la batalla es desigual: cada día se generan millones de imágenes falsas, estilizadas y estandarizadas por algoritmos.

El caso Aitana. Esta lógica se refleja en fenómenos como Aitana López, la influencer española con más de 350 mil seguidores en Instagram que en realidad no existe. En otras palabras, es una modelo 100% generada con IA. Sus creadores han admitido que buscaban crear una influencer que "nunca se canse, nunca envejezca, siempre sonría". Con su éxito, no solo ha conseguido contratos publicitarios reales; también ha impuesto un nuevo estándar estético bastante problemático pues no existen las limitaciones humanas.

Avances y dilemas. La investigación "Artificial Intelligence in Plastic Surgery: Where Do We Stand?" ha revisado 96 estudios sobre el uso de IA en cirugía plástica. Si bien ha demostrado ser útil en diagnósticos de enfermedades dermatológicas, planificación quirúrgica e incluso predicción de complicaciones postoperatorias. No obstante, las conclusiones también han alertado sobre riesgos éticos, falta de regulación y sesgos algorítmicos. Uno de los problemas clave es que los modelos de IA se entrenan con datos de poblaciones limitadas, lo que puede generar resultados racistas, clasistas o capacitistas.

El sesgo detrás de la IA. Los algoritmos están entrenados con millones de imágenes que refuerzan estándares eurocéntricos, delgados, cis y jóvenes. Como ha advertido el artículo de Kenig et al. citado en el estudio, la IA puede exacerbar desigualdades al replicar estereotipos invisibilizando otro tipo de cuerpos. Esta preocupación también ha sido señalada por voces críticas dentro del campo tecnológico. Por ejemplo, la autora Ruha Benjamin sostiene que la discriminación algorítmica no necesita odio para funcionar; solo necesita datos del pasado”, en su libro Race After Technology. Por su parte, Safiya Noble, en Algorithms of Oppression, ha detallado cómo las lógicas comerciales y racistas están incrustadas en los motores de búsqueda y sistemas de recomendación. La tecnología, lejos de democratizar la belleza, parece estrecharla aún más.

No es tanto la definición de belleza. Como ya apuntó Bell Hooks: “La representación importa”. No obstante, si ahora la IA, entrenada con patrones de exclusión, decide qué rostros vemos, qué cuerpos se muestran, y cuáles no, entonces no estamos solo asistiendo a un cambio estético, sino a una reconfiguración profunda de lo que consideramos deseable, posible y humano. El tema no es preguntarse: “¿Qué es bello?”, sino ¿a qué estamos dispuestos a obedecer?

Imagen | Freepik, Xataka

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