Los drones shahed rusos eran el arma más mortífera en Ucrania. Ahora son el anticipo de algo mucho peor: el doble impacto
Publicado el 11/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
En 2025 hemos visto cambios y adaptaciones en las ofensivas de Moscú. Los drones Shahed han seguido siendo la punta de lanza de la invasión, pero a ellos se han sumado otras tácticas que desde Kiev se han denunciado como “implacables”, como esa bomba indetectable de sabotaje a través de los móviles de los adolescentes ucranianos.
Lo último: las ofensivas de “doble impacto”.
Terror calculado. En los últimos meses, Ucrania ha sido testigo de la intensificación de una táctica rusa particularmente brutal: los llamados ataques “double-tap” o de doble impacto, una estrategia que consiste en atacar una zona determinada (frecuentemente un objetivo civil) y volver a golpear el mismo lugar tras la llegada de equipos de emergencia, voluntarios y personal médico.
Esta técnica, descrita por las Naciones Unidas como “ruthless”, o despiadada, está siendo observada en múltiples frentes por defensores aéreos y socorristas ucranianos, quienes relatan cómo los drones son empleados inicialmente para infligir daño, y minutos después, misiles crucero caen sobre el mismo objetivo cuando ya hay personal de rescate en el lugar.
Implacable. El resultado no solo multiplica las víctimas, sino que busca quebrar la moral y paralizar la capacidad de respuesta de las autoridades ucranianas. Según testimonios, esta forma de ataque ha sido empleada cerca de Kyiv, Bila Tserkva, Járkiv y Jersón, con impactos registrados sobre infraestructuras recreativas, residenciales o estratégicas.
Adaptación al escenario. La doctrina detrás de estos ataques no es nueva. Rusia ya fue acusada de utilizar la misma técnica durante su intervención en Siria, en apoyo al régimen de Bashar al-Ásad. Lo que marca la diferencia en Ucrania es la combinación de drones y misiles, donde los primeros actúan como cebos o avanzadas que atraen a los socorristas, y los segundos aseguran la devastación total.
Oleksiy, subcomandante de una unidad de defensa aérea móvil ucraniano, lo describe como un uso intencionado de armas múltiples “para intimidar a la población” y neutralizar toda capacidad de respuesta inmediata. Si bien algunos casos han involucrado únicamente drones, otros han combinado los dos vectores con letal eficacia, como se evidenció en un ataque a un complejo recreativo cerca de Kyiv en junio, donde la segunda explosión golpeó justo cuando los equipos de emergencia intentaban contener el incendio.
El silencio de Moscú. Por su parte, Rusia no ha respondido a las solicitudes de información sobre estos incidentes, y su Ministerio de Defensa ha remitido a declaraciones generales de la portavoz de Exteriores, Maria Zakharova. Mientras tanto, imágenes de vigilancia y testimonios sobre el terreno parecen confirmar la existencia de un patrón recurrente. Un ejemplo lo proporciona una grabación compartida desde las afueras de Kyiv, donde se oye el zumbido de un dron seguido de una explosión, justo cuando personal de rescate se encontraba en el área.
Aunque la frecuencia total de este tipo de ataques sigue siendo difícil de estimar, la acumulación de casos sugiere que no son accidentales, sino parte de una estrategia sistemática. Analistas del Instituto para el Estudio de la Guerra han afirmado que las fuerzas rusas “muy probablemente están apuntando intencionadamente contra civiles ucranianos y socorristas”, en un esfuerzo por desmoralizar y paralizar la respuesta institucional.
Situación defensiva. Esta tendencia coincide con un deterioro general del panorama defensivo ucraniano, agravado por la suspensión temporal de entregas de armamento crítico por parte de Estados Unidos, incluidas municiones antiaéreas y otros equipos esenciales. La decisión, adoptada en el marco de la política de contención de reservas estratégicas estadounidenses bajo la presidencia de Trump, podría tener consecuencias graves para la capacidad de Ucrania de defender sus ciudades y posiciones en el frente ante la ofensiva rusa.
La semana pasada, Moscú lanzó unas 550 municiones en una sola noche contra territorio ucraniano, reflejo de una campaña aérea cada vez más intensa. El Ministerio de Exteriores de Ucrania ha advertido que cualquier retraso en el apoyo occidental solo envalentonará al Kremlin, mientras los expertos alertan que la falta de respaldo acelerará los avances rusos sobre el terreno.
Resiliencia bajo fuego. Lo hemos contado: en este contexto de vulnerabilidad, el presidente ucraniano Zelenski ha mantenido conversaciones con su homólogo estadounidense para tratar de restablecer los envíos de defensa aérea, declarando que ambos países “trabajarán juntos para reforzar la protección de nuestros cielos”. Sin embargo, la incertidumbre persiste, y cada día sin asistencia eleva los riesgos de colapso defensivo en ciertas regiones.
Mientras, la comunidad internacional observa con preocupación el uso de tácticas prohibidas o moralmente reprobables por parte de Rusia, entre ellas los ataques sobre zonas civiles secundados por un segundo golpe letal. Más allá del campo de batalla, estos métodos cuestionan el compromiso del orden internacional con el derecho humanitario, y exigen una respuesta antes de que lo excepcional se convierta en norma.
Imagen | Picryl
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