Los científicos han doblado hielo salado y han descubierto que se comporta como un generador eléctrico

Publicado el 18/09/2025 por Diario Tecnología
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Los científicos han doblado hielo salado y han descubierto que se comporta como un generador eléctrico

Cuando pensamos en hielo y sal, lo normal es imaginar una carretera en pleno invierno: la nieve acumulada sobre el asfalto, los camiones esparciendo sal a toda prisa y los vecinos intentando no resbalar en las aceras heladas. Es una escena típica en el norte o en las zonas de montaña, donde el invierno convierte el paisaje en postal, pero también en un desafío cotidiano para quienes tienen que moverse entre carreteras cortadas o pasos peatonales convertidos en trampas.

Lo que solemos ver como una simple ayuda contra el hielo en las carreteras, en realidad puede esconder un potencial energético. Un equipo de la Universidad de Xi’an Jiaotong, en colaboración con el ICN2 y Stony Brook University, ha logrado probarlo en el laboratorio.

Un hallazgo con “sabor” a sal. Una pizca de sal para que un material, al deformarse, produzca electricidad. Este fenómeno tiene nombre y se llama flexoelectricidad. Ya se había observado en glaciares en movimiento o en placas de hielo bajo presión, pero nunca con resultados tan potentes como los logrados en este estudio.

Según el estudio, el equipo congeló agua con diferentes concentraciones de sal común (NaCl) y creó bloques de hielo en varias formas: conos, vigas y planchas. Luego aplicaron pruebas de flexión —colocar el hielo sobre dos apoyos y ejercer presión desde arriba— y midieron la electricidad generada. El resultado fue sorprendente: el hielo salado generó hasta 1.000 veces más carga eléctrica que el hielo puro.

El ingrediente clave. Pero, ¿cómo puede la sal potenciar algo tan inerte como el hielo? La respuesta está en los microcanales de agua salada que quedan atrapados entre los cristales. Como detalla el comunicado de prensa del ICN2, la sal impide que el hielo se congele por completo. Al doblarse, el agua y los iones de sal se desplazan de las zonas comprimidas a las estiradas, generando un flujo de carga eléctrica, lo que los científicos llaman un “streaming current” (corriente de arrastre).

En términos prácticos, el efecto es tan fuerte que los dispositivos experimentales alcanzaron valores comparables a los mejores materiales piezoeléctricos usados hoy en día en la industria, de acuerdo con la investigación.

Depender del hielo. A simple vista, esta tecnología podría tener aplicaciones en entornos extremos, como estaciones científicas en regiones polares, donde instalar infraestructuras energéticas convencionales es muy difícil.

El hallazgo contrasta con la realidad. Desde el año 2000, los glaciares han perdido 273.000 millones de toneladas de agua anuales, según la ESA. Eso equivale al consumo de toda la población mundial durante tres décadas. El retroceso ya se traduce en una pérdida del 5% del volumen global de hielo, con consecuencias visibles: aumento del nivel del mar y menor disponibilidad de agua dulce en ríos como el Ebro. Así, hablar del hielo como recurso energético plantea una paradoja incómoda: depender de algo que se derrite cada vez más deprisa.

Eso no es todo. Más allá de los dilemas ambientales, el propio estudio reconoce que aún hay mucho por resolver. Como señalan en TechXplore, los dispositivos de hielo salado sufren fatiga mecánica: tras muchos ciclos de flexión, su capacidad de generar energía puede caer hasta un 80%. Además, gran parte de la energía se pierde en forma de calor, lo que hace que la eficiencia todavía sea inferior a la de los dispositivos piezoeléctricos comerciales.

La mirada es amplia. Aun así, el hallazgo abre una puerta fascinante. "Sus ventajas —abundancia, sostenibilidad y bajo coste— lo convierten en un candidato prometedor para tecnologías limpias", subraya el ICN2. Y los investigadores creen que el modelo no se limita al hielo: podría aplicarse a otros sólidos porosos que contengan líquidos en su interior.

La paradoja, sin embargo, persiste: mientras la ciencia explora cómo aprovechar la energía oculta en el hielo, el cambio climático lo derrite a un ritmo alarmante. Tal vez este descubrimiento no solo sirva para pensar en nuevas tecnologías, sino también para recordar el valor de un recurso que está desapareciendo.

Imagen | Photo by NASA on Unsplash y FreePik

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