Las protestas de Nepal son la enésima prueba de algo: la generación Z de Asia está desafiando a su vieja guardia

Publicado el 12/09/2025 por Diario Tecnología
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Las protestas de Nepal son la enésima prueba de algo: la generación Z de Asia está desafiando a su vieja guardia

El mundo está pendiente de Nepal. Y es lógico. En solo unos días la joven República Federal Democrática (proclamada en 2008 tras una larga monarquía) ha visto cómo el Gobierno daba un giro de 180 grados en su política sobre redes sociales, dimitía su poderoso primer ministro y (lo más importante) la nación se sacudía con una oleada de protestas callejeras que ha dejado decenas de muertos y al menos un millar de heridos. Puede haber discrepancias sobre la deriva que ha tomado la revuelta, pero no sobre su motor: una 'Gen Z' que pide cambios.

Y Nepal no es el único país en el que lo hace.

El 'Día D' de Nepal. No es fácil identificar el 'Día D' de revueltas como la que vive Nepal. Si hubiera que buscar uno, el punto de inflexión, probablemente sea el 4 de septiembre, cuando el Gobierno de Sharma Oli ordenó el bloqueo de 26 redes sociales, incluidas Facebook, YouTube, Instagram, WhatsApp o X. El Ejecutivo lo justificó como una cuestión de soberanía nacional, pero los críticos no tardaron en interpretarlo como un recorte de libertades y la población (sobre todo los más jóvenes) como la pérdida de una de sus principales ventanas al mundo.

El malestar derivó en protestas a principios de esta semana en la capital, Katmandú, una movilización que en principio debía ser pacífica pero acabó de la peor de las formas posibles, con disturbios que llegaron al Parlamento y a los que las autoridades respondieron con una contundencia más que cuestionable. Tanto, de hecho, que Human Rights Watch (HRW) ya ha pedido que se investigue.

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¿Cuál fue el resultado? Disparos. Víctimas. Incendios que han afectado al Parlamento y otros edificios gubernamentales. Y una escalada en las protestas que se ha extendido más allá de Katmandú. De poco sirvió la cascada de dimisiones de ministros que siguió a la represión policial o que el Gobierno diese marcha atrás en su política de redes sociales. Ni siquiera importó la dimisión de Sharma Oli, quien había estado ostentando el cargo de primer ministro de forma alterna desde 2015. 

Las protestas escalaron, reclamando ya claramente a un cambio político, y dejando un saldo trágico. El miércoles el periódico local 'The Kathmandu Post' hablaba, citando al Ministerio de Salud, de al menos 30 fallecidos y más de mil heridos.

De 'nepo kids', redes… y mucho más. Achacar lo sucedido en Nepal únicamente al bloqueo de WhatsApp o Instagram sería un error. O como mínimo una simplificación excesiva. Antes de la decisión del Gobierno, en el país llevaba tiempo caldeándose el descontento hacia los Nepo Kids (una suma de "nepotismo" y "niño", en inglés), palabro que identifica a los hijos de políticos y la burguesía nepalí que hace ostentación de su alto nivel de vida precisamente en redes. 

En realidad ese malestar es otro síntoma más del problema real que ha derivado en la ola de protestas: el enfado de un país en el que el 20,3% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y miles de jóvenes se ven obligados a emigrar.

Algunos datos extra. Para comprender la realidad del país viene bien manejar ciertas claves. La ONG Ayuda en Acción asegura que (al menos en 2019) cada día 1.600 nepalíes se ven forzados a hacer las maletas para buscarse la vida en países como China o India, lo que explica la brutal dependencia que la nación tiene de las remesas. Ese dato (y otros, como la tasa de pobreza que citábamos antes) se suma al problema de nepotismo y corrupción denunciado estos días en las calles. 

En el ranking de "percepción de corrupción" elaborado por Tranparency International la nación asiática ocupa el puesto 107 de un total de 180 naciones. Ocho de cada diez personas (84%) lo consideran de hecho un "gran problema".

La 'Gen Z', en el foco. Las protestas de Nepal no destacan solo por su repercusión y consecuencias. Lo hacen también por algo en lo que coinciden la mayoría de analistas: su epicentro es un sector de la población muy concreto, la generación Z, la cohorte nacida entre finales de los 90 y principios de la década de 2010. Son ellos los que sufren el desempleo de una forma especial, en los que más ha calado el descontento por la ostentación de los 'neo kids' o el bloqueo de las redes y los que (a la vista de lo ocurrido en Kathmandu) más desconectados se sienten de las instituciones. De ahí que reclamen cambios en el país.

"Conocidas como las 'manifestaciones de la generación Z', las movilizaciones juveniles de Nepal muestran la creciente influencia política de una generación digitalmente activa que busca forjar el futuro del país", reflexiona un análisis publicado por la Fundación Asia Pacific Foundation of Canada. "Las protestas reflejan la profunda frustración por las precarias perspectivas económicas, la desigualdad y la corrupción. Ponen de relieve el descontento de una de las naciones más jóvenes del mundo ante la escasez de oportunidades".

@cnn

Protests in Nepal's capital Kathmandu were initially triggered by a ban on social media, but quickly expanded to include issues of wider corruption, lack of economic opportunities and police violence against demonstrators. CNN's Kristie Lu Stout breaks down the so-called "Gen Z" protests that has seen young people criticize "nepo babies," or entitled children of government officials. #cnn #news #nepal #protests

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¿Por qué es importante? Primero, porque nos ayuda a comprender mejor lo que ocurre en Nepal. Segundo porque conecta con una tendencia más amplia que se puede rastrear en otras partes de Asia, como señala en Bloomberg la columnista Karishma Vaswani. En un artículo titulado "Los manifestantes de la generación Z desafían a la vieja guardia asiática", la analista relaciona lo ocurrido en Nepal con otras revueltas similares (y recientes) en Indonesia, Sri Lanza y Bangladesh. 

Todas aparentemente con un denominador común: el papel de la población más joven. "La juventud asiática está furiosa. Las protestas muestran una generación que no está dispuesta a aceptar la desigualdad y la injusticia como destino".

Más allá de Nepal. Vaswani se refiere a tres episodios que han sacudido la política asiática. El más reciente lo deja Indonesia, donde la decisión de la Cámara de Representantes de mejorar los salarios (y prebendas) de sus legisladores desató una ola de protestas que se saldaron con muertos y cientos de detenidos. La chispa saltó por el cabreo que generaron los nuevos privilegios de los legisladores, pero las protestas se recrudecieron tras la muerte de un repartidor. Al igual que ha ocurrido en Nepal, a las autoridades no les quedó otra que dar marcha atrás.

Otro punto en común entre lo ocurrido en Nepal e Indonesia es el papel de los jóvenes. Nada soprendente si se tiene en cuenta su estructura demográfica. Como recuerda Vaswani, alrededor de la mitad de la población indonesia tiene menos de 30 años, un porcentaje que se eleva por encima del 50% en el caso de Nepal. Según OOSGA la edad media de Indonesia es de 29,6 años. La de Nepal, de solo 24

Otras fuentes situación esos indicadores ligeramente por encima, pero confirman en cualquier caso la relevancia demográfica de la generación Z. Algunos medios se han refirieron incluso a las protestas de Indonesia como la "revolución 'One Piece'" por el uso de la bandera del popular comic manga como emblema del descontento juvenil. El mismo estandarte pudo verse estos días en las calles de Nepal.

¿Son los únicos casos? No. Vaswani recuerda el levantamiento estudiantil registrado en Bangladesh el año pasado, lo que derivó a su vez en episodios de violencia y obligó a la poderosa primera ministra, Sheik Hasina, a huir a India. Llevaba en el poder desde 2009. Otro caso, algo más antiguo, es el de Sri Lanka, donde en 2022 otra revuelta liderada sobre todo por jóvenes forzó la dimisión del presidente Gotabaya Rajapksa. La pregunta que dejan botando Vaswani y otros analistas, sobre todo en Nepal, es… ¿Y ahora? ¿Qué viene tras las protestas?

Imágenes | Wikipedia 1 y 2 y Martijn Vonk (Unsplash)

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