La urbanización salvaje, el calor y las cucarachas han convertido Brasil en el destino perfecto de una criatura: el escorpión
Publicado el 18/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
En Brasil se han dado cuenta de un grave problema derivado de un mal común en un gran número de países. Se intuía que la urbanización salvaje, sumada a los cambios climáticos y el calor extremo del planeta eran una ecuación que no auguraba nada bueno. La nación ha descubierto, muy a su pesar, algo más. El ambiente de muchas de sus ciudades ha propiciado auténticas colonias de cucarachas y, tras ellas, aquellos que las devoran: escorpiones.
Invasión silenciosa. Sí, Brasil se enfrenta en estos momentos a una alarmante proliferación de escorpiones en muchas de sus ciudades, una consecuencia directa del crecimiento urbano descontrolado y del cambio climático, que ha transformado entornos urbanos en hábitats ideales para estos arácnidos. ¿Cuánto? Según el estudio publicado en Frontiers, entre 2014 y 2023, se reportaron más de 1,1 millones de picaduras, un aumento del 155 % en apenas una década, y las proyecciones estiman hasta dos millones de nuevos casos entre 2025 y 2033.
La situación es especialmente crítica en áreas densamente pobladas y con servicios precarios, como las favelas, donde la combinación de viviendas apiñadas, acumulación de residuos y sistemas de alcantarillado sin control ha creado el escenario perfecto para la expansión de los escorpiones. Estas criaturas encuentran allí refugio en grietas, escombros y tuberías, disponen de alimento abundante (las cucarachas), y disfrutan de temperaturas constantes y alta humedad. Plus: algunas especies son capaces de reproducirse sin necesidad de aparearse y pueden sobrevivir más de un año sin alimentarse, lo que los convierte en una amenaza resistente y difícil de erradicar.
Una crisis de salud pública. Contaba el Guardian que el aumento de las temperaturas, las lluvias intensas y las sequías prolongadas (patrones cada vez más frecuentes en el contexto del cambio climático) han favorecido la expansión de los escorpiones, cuyo hábitat natural se ve ahora complementado por esos entornos urbanos modificados por el ser humano. Investigaciones previas ya habían advertido del potencial de estos animales para adaptarse a las ciudades, pero los datos actuales han confirmado que el fenómeno ha escalado hasta convertirse en una crisis sanitaria.
Tan solo en 2024, se estima que casi 200.000 personas fueron picadas y al menos 133 murieron, aunque los expertos advierten que las cifras reales podrían ser mucho mayores, ya que muchos afectados no buscan atención médica y se tratan en casa. Aunque solo el 0,1% de las picaduras resulta letal, las víctimas más vulnerables son los niños y los ancianos, que corren un mayor riesgo de morir incluso con una sola picadura. Para el resto de la población, los síntomas incluyen dolor intenso, ardor, hinchazón, enrojecimiento, hormigueo y náuseas, con una recuperación que dura varios días.
Desinformación y prevención. Y aquí viene una de las patas a tratar sobre el problema. Contaba el medio británico que uno de los desafíos más complejos es la percepción errónea que existe sobre los escorpiones. Según la investigadora Manuela Berto Pucca, no son agresores naturales del ser humano, sino que actúan en defensa propia. De hecho, desempeñan funciones ecológicas clave al regular poblaciones de insectos urbanos, sí, como las cucarachas.
No obstante, su presencia en espacios habitados ha generado un miedo comprensible y creciente, especialmente entre las poblaciones más pobres, donde el temor a una picadura forma parte de la vida cotidiana. La clave, según los expertos, está en la prevención: mantener los espacios limpios y sin humedad, sellar grietas, colocar rejillas en desagües y revisar cuidadosamente calzado, ropa y toallas antes de usarlas. Además, el sistema de salud brasileño ofrece tratamiento gratuito y antídotos en determinados centros de emergencia, pero los investigadores insisten en la necesidad de actuar con rapidez ante cualquier picadura, sin esperar a que los síntomas empeoren.
Una llamada a la acción. Por último, conviene aclarar que el fenómeno no es exclusivo de Brasil. Países como Paraguay, Bolivia, México, Guyana o Venezuela también han experimentado un crecimiento preocupante del “escorpionismo”, el término médico que define las reacciones a estas picaduras, convirtiéndolo en una crisis sanitaria de escala regional. ¿Y en Europa? Existen más de 35 especies nativas de escorpión, pero no hay estudios integrales sobre sus poblaciones ni se ha observado una expansión comparable.
Con todo, lo que está ocurriendo en Sudamérica sirve como advertencia global sobre los efectos combinados de esa urbanización descontrolada y el cambio climático. La comunidad científica internacional ha subrayado que esta es una emergencia evitable si se aplican políticas urbanas más sostenibles, sistemas de saneamiento eficaces y campañas públicas de educación y prevención.
Para Pucca y sus colegas, la situación actual debe servir como catalizador de acciones urgentes, no solo para proteger la salud pública, sino también para recuperar el equilibrio entre los humanos y el resto del ecosistema urbano al que también pertenecen estas criaturas.
Imagen | Aitivamon NATU, Webysther Nunes
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