La eólica marina parecía la gran esperanza energética de Europa: ahora afronta un turbio futuro

Publicado el 27/08/2025 por Diario Tecnología
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La eólica marina parecía la gran esperanza energética de Europa: ahora afronta un turbio futuro

Durante la última década, construir aerogeneradores en el mar se vislumbraba como un cambio decisivo para la transición energética en Europa. En mitad del mar, donde el viento sopla con más fuerza y constancia, la promesa era garantizar más electricidad limpia y competitiva a gran escala. Sin embargo, esa esperanza se está deshaciendo bajo una tormenta de incertidumbre.

La crisis en el viejo continente. La gran apuesta europea por la eólica marina se ha topado con una realidad incómoda: las subastas empiezan a quedarse vacías. En Alemania, dos zonas del mar del Norte con 2,5 GW de capacidad no despertaron interés. Dinamarca ofreció 3 GW y tampoco hubo postores. Y en Reino Unido, la quinta ronda de contratos por diferencia (CfD) fracasó porque el precio máximo fijado no cubría los costes de construcción en un contexto de inflación.

Desde WindEurope, la patronal eólica europea citada por El Español, han advertido que la eólica marina sigue siendo más barata que nuevas centrales de carbón o nucleares, pero han denunciado que la inseguridad regulatoria y el actual diseño de subastas están sofocando el apetito inversor. Como posible solución, la organización reclama extender contratos por diferencia bilaterales, que darían estabilidad de ingresos y abaratarían la financiación.

Un factor común: Trump. Al otro lado del charco, los reveses tienen un nombre propio: Donald Trump. Según un extenso reportaje de The New York Times, la administración republicana ha paralizado tres proyectos eólicos ya aprobados por el gobierno anterior: Revolution Wind en Rhode Island, Empire Wind en Nueva York y Lava Ridge en Idaho. Las justificaciones oficiales aluden a vagas preocupaciones de “seguridad nacional”, pero expertos legales señalan que el fundamento es “sorprendentemente débil” y que no existen precedentes para detener obras con permisos federales en regla.

Consecuencias inmediatas. Como ha detallado The Guardian, las acciones de Ørsted, la mayor empresa eólica europea, cayeron un 17% en un solo día tras la suspensión de Revolution Wind, un proyecto ya completado en un 80%. Analistas calificaron la medida de “toma de rehenes política” y recordaron que la animadversión de Trump hacia la energía eólica se remonta a hace más de una década, cuando trató de frenar turbinas visibles desde uno de sus campos de golf en Escocia.

El golpe ha obligado a Ørsted a anunciar una ampliación de capital de 9.400 millones de dólares, casi tanto como su capitalización bursátil, según Financial Times. Voces políticas en Dinamarca han pedido incluso que la compañía reduzca su exposición a Estados Unidos, donde también mantiene proyectos en desarrollo.

La realidad frente a la retórica. Mientras tanto, el presidente estadounidense intensifica su retórica criticando las infraestructuras eólicas en sus viajes a Europa, según EuroNews. Sin embargo, el medio de comunicación confronta esas afirmaciones con datos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA): la eólica terrestre es la fuente más barata de generación eléctrica, con una vida útil de 20 a 25 años, y hasta el 95% de sus materiales son reciclables.

El espejo chino. En paralelo, el mejor ejemplo de lo que podría ser la transición lo da China. El país se ha convertido en el primer “electroestado” del mundo tras una década de planificación estratégica. Genera ya más de una cuarta parte de su electricidad con renovables y exporta tecnología limpia a gran escala, desplazando a Europa en un terreno donde se suponía que debía liderar.

Las consecuencias de cara al futuro. El resultado es, como ha resumido El Español, una crisis occidental más que global. Mientras Pekín domina la cadena de suministro y exporta tecnología renovable a precios competitivos, Estados Unidos y Europa se ven atrapados en batallas políticas y marcos regulatorios poco atractivos.

El efecto es doble: se encarece la financiación de los proyectos y se erosiona la confianza de los inversores. Según NYT, incluso si las compañías logran revertir los bloqueos en tribunales, los retrasos incrementan costes y siembran dudas que pueden frenar nuevas inversiones.

Quedándose atrás. Más allá del pulso político, la crisis refleja un cambio geopolítico. Como ha apuntado mi compañero en Xataka, estamos entrando en la era de los “electroestados”: países que construyen su poder no sobre el petróleo, sino sobre gigavatios de capacidad renovable y el control de cadenas de suministro críticas. China ya ocupa ese rol, mientras que Europa, pese a sus ambiciones climáticas, corre el riesgo de quedarse a medio camino.

La eólica marina prometía ser la joya de la corona en la transición energética occidental. Hoy, sin embargo, su futuro aparece marcado por bloqueos políticos, inseguridad inversora y subastas desiertas. Mientras Europa duda y Estados Unidos frena proyectos ya aprobados, China acelera y consolida su liderazgo.

Imagen | Pexels

Xataka | La era de los petroestados está terminando: China es el primer "electroestado" del mundo y no por su moral climática

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