Elon Musk le ha ganado la partida a Sam Altman: OpenAI da marcha atrás y renuncia a convertirse en una empresa con fines de lucro

Publicado el 05/05/2025 por Diario Tecnología
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Elon Musk le ha ganado la partida a Sam Altman: OpenAI da marcha atrás y renuncia a convertirse en una empresa con fines de lucro

En un sorprendente giro de los acontecimientos, OpenAI ha anunciado que su estructura empresarial no se transformará finalmente en una corporación con fines de lucro. La organización, cofundada por Elon Musk y actualmente dirigida por Sam Altman, ha decidido mantener su estructura híbrida (con su rama sin fines de lucro manteniendo el control de la misma), un movimiento que supone una inesperada victoria estratégica para Musk, justo cuando parecía que su batalla legal contra su ex-compañía estaba condenada al fracaso.

Y es que esta decisión llega apenas unas semanas después de que un tribunal federal de California rechazara la solicitud de Musk para frenar legalmente el proceso de conversión de OpenAI, lo que en su momento fue interpretado como una derrota significativa para el magnate de origen sudafricano.

Sin embargo, la reciente marcha atrás por parte de la junta directiva de OpenAI ha cambiado radicalmente el panorama. ¿Qué ha sucedido realmente y qué significa esto para el futuro de la inteligencia artificial?

El factor económico: la presión de los 40.000 millones de dólares

Uno de los elementos clave que explica la presión interna para convertir OpenAI en una empresa con fines de lucro era una multimillonaria inversión que estaba en juego: según informaba la CNBC, la compañía tenía asegurados 10.000 millones de dólares inmediatos: 7.500 millones provenientes del conglomerado japonés SoftBank y otros 2.500 millones de un sindicato de inversores privados.

Pero eso era solo el comienzo. OpenAI aspiraba a una ronda total de financiación de 40.000 millones de dólares, condicionada a una transformación completa hacia una estructura 100% con ánimo de lucro. Los 30.000 millones restantes estaban comprometidos para finales de 2025, siempre y cuando la conversión empresarial se completara con éxito. De no lograrlo, la compañía perdería al menos una cuarta parte de esa inversión, lo que ahora supone un golpe financiero considerable.

Conflicto de intereses

OpenAI nació en 2015 como una organización sin fines de lucro con una misión ambiciosa: desarrollar inteligencia artificial general (AGI) "en beneficio de toda la Humanidad". Entre sus fundadores se encontraba Elon Musk, que aportó financiación y visibilidad al proyecto.

Sin embargo, con el tiempo, la organización comenzó a explorar estructuras híbridas que le permitieran atraer inversiones multimillonarias, como su transformación en 2019 a un modelo de "lucro limitado".

Ese modelo permitió la entrada de gigantes como Microsoft, que invirtió miles de millones en la empresa y se convirtió en un actor clave en el desarrollo de ChatGPT y sus aplicaciones. Sus planes recientes para convertirse completamente en una empresa con fines de lucro despertaron las alarmas de Musk, quien se sintió traicionado por lo que considera una desviación de los principios fundacionales.

Musk contra Altman: la batalla legal

En marzo de 2024, Elon Musk presentó una demanda contra OpenAI, acusando a Sam Altman y a su equipo de transformar una entidad sin fines de lucro en una empresa lucrativa para su propio beneficio, utilizando fondos benéficos —como los que él mismo había aportado— con fines privados.

También denunció prácticas anticompetitivas al aludir a la presión ejercida sobre inversores para no apoyar iniciativas rivales como su nueva compañía, xAI.

La demanda buscaba medidas cautelares para detener el proceso de reestructuración. Sin embargo, un tribunal desestimó la petición, al considerar que Musk no había aportado pruebas suficientes para justificar una intervención judicial de ese calibre. En ese momento, la situación pintaba mal para el fundador de Tesla y SpaceX.

Una decisión inesperada: OpenAI se repliega

Sin embargo, ahora, y en un movimiento totalmente inesperado, OpenAI anunció públicamente que revertirá su rumbo: su brazo sin fines de lucro mantendrá el control total sobre su estructura empresarial, que pasará a ser una "corporación de beneficio público" (Public Benefit Corporation, o PBC), pero bajo la supervisión directa del consejo sin ánimo de lucro.

Según Bret Taylor, presidente del consejo de OpenAI, esta decisión se tomó tras "escuchar a líderes cívicos y mantener un diálogo constructivo con las oficinas del fiscal general de Delaware y California". En palabras del propio Taylor:

"OpenAI fue fundada como una organización sin fines de lucro y seguirá siendo supervisada y controlada por esa organización".

Además, se enfatizó que cualquier ingreso generado por la nueva estructura PBC se reinvertirá en iniciativas benéficas como educación, salud y ciencia, lo que marca un retorno a las raíces éticas de la organización.

Esta decisión tiene repercusiones profundas: refuerza la idea de que las empresas de IA deben operar con un nivel de responsabilidad social superior al de otras industrias tecnológicas.

¿Victoria moral o estratégica?

El resultado, más allá del ámbito judicial, representa una clara victoria para Elon Musk. Aunque los tribunales no le dieron la razón formalmente, la presión pública y el potencial desgaste institucional parecen haber influido en la decisión final de OpenAI. En la práctica, Sam Altman y su equipo han cedido en el punto más polémico de la disputa: la conversión total a empresa con fines de lucro.

También hay que recordar que Musk había ofrecido casi 100.000 millones de dólares para adquirir OpenAI, propuesta que fue rechazada de forma unánime por su junta. El propio Altman acusó entonces a Musk de actuar por despecho, temiendo el ascenso de OpenAI frente a su recién fundada xAI.

Pero ahora, con la reversión del proceso, Musk ha logrado el objetivo esencial de su ofensiva: impedir que OpenAI se transforme en un coloso comercial al margen de su misión original.

Además, la batalla judicial no ha terminado. Musk podría aún perseguir un juicio acelerado para esclarecer si se produjo una desviación ilegal de fondos benéficos.

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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