El metal que viaja en secreto: así llega el antimonio a EEUU burlando el veto de China
Publicado el 11/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Puede que el antimonio no aparezca en los titulares como el litio o cobalto, pero es igual de crucial. Se usa en baterías, semiconductores, equipos militares y retardantes de llama. Su disponibilidad determina el ritmo de industrias enteras. Y en este momento, su suministro está en el centro de una pugna geopolítica entre China y Estados Unidos.
Desde que Pekín prohibió su exportación a Washington en diciembre de 2024, todo parecía indicar que las fábricas estadounidenses se quedarían sin acceso al mineral. Sin embargo, los registros comerciales muestran otra realidad: EEUU sigue recibiendo toneladas de antimonio, solo que ahora llegan bajo otra bandera.
El inesperado redireccionamiento. Como respuesta a nuevas sanciones impuestas por la administración Biden —la más dura hasta la fecha contra empresas chinas—, China vetó oficialmente las exportaciones de antimonio, galio y germanio a EEUU. Todos ellos minerales esenciales para tecnologías estratégicas: chips, telecomunicaciones, energías renovables y defensa.
Las sanciones chinas hicieron saltar las alarmas en la industria. En cuestión de meses, el precio del antimonio se cuadruplicó: pasó de unos 13.000 a más de 60.000 dólares por tonelada, según Reuters. Empresas de baterías y fabricantes de equipos militares se vieron obligados a buscar fuentes alternativas para no detener su producción.
Sin embargo, los datos comerciales contaban una historia distinta. Entre diciembre de 2024 y abril de 2025, Estados Unidos importó 3.834 toneladas métricas de óxidos de antimonio desde Tailandia y México. Dos países que, hasta entonces, casi no figuraban en el mapa global del antimonio.
Transbordos creativos. Un reportaje de Reuters ha señalado que no hay evidencia directa en los documentos de envío de que se trate de antimonio chino, pero los flujos comerciales apuntan a un ingenioso sistema de transbordo: el mineral sale de China, pasa por terceros países, y termina en EEUU con una etiqueta distinta.
El proceso puede incluir reetiquetado como materiales inocuos —hierro, zinc, incluso “material de arte”— y el uso de intermediarios en Asia. Empresas chinas, como Youngsun Chemicals, han demostrado ser expertas en esquivar regulaciones. Su filial tailandesa, Thai Unipet Industries, ha multiplicado por 27 sus envíos a EE.UU. en seis meses.
El gran intermediario asiático. Como ha recogido Reuters, Tailandia no produce antimonio en volúmenes significativos y cuenta con solo una fundición. Sin embargo, entre enero de 2024 y mayo de 2025, se ha convertido en un receptor clave de exportaciones chinas de antimonio.
Thai Unipet, en particular, ha enviado más de 3.300 toneladas a Estados Unidos, según plataformas comerciales como ImportYeti y Export Genius. Los documentos no revelan el origen del mineral, pero los analistas y los patrones de exportación apuntan a un uso sistemático del país como puente legal.
Y México como pieza clave. Con una única fundición de antimonio —reabierta recién en abril de 2025— y sin extracción significativa del mineral, ahora figura entre los tres principales destinos de exportación china. En 2023 ni siquiera aparecía en el top 10.
Como han explicado en la agencia de noticias, el fenómeno se explica por la cadena montada en torno a Youngsun & Essen, la filial texana de Youngsun Chemicals, que antes recibía antimonio directamente de China. Hoy, el mineral viaja vía Thai Unipet y entra a EE.UU. a través de México o Tailandia, en una operación difícil de rastrear, pero claramente diseñada para sortear el veto chino.
El problema se multiplica. La crisis del antimonio no es exclusiva de Estados Unidos. En Europa, la situación es igualmente tensa. Este metal, considerado estratégico por la Comisión Europea, es clave para armamento, defensa, aeroespacial, electrónica y sistemas médicos. Su escasez ha creado un cuello de botella que amenaza el suministro tecnológico del continente.
Según la analista Ellie Saklatvala, de Argus Media, Europa enfrenta una competencia feroz por acceder a minerales como el antimonio, el renio y el hafnio. Mientras los precios escalan, la Unión Europea ha aprobado planes para diversificar su abastecimiento y financiar proyectos mineros propios, como el de tierras raras en Extremadura. Pero esas soluciones aún están lejos de materializarse.
Reconfiguración global del mapa minero. La presión está forzando cambios estructurales. En EEUU, la administración saliente de Biden aprobó la reapertura de una mina histórica en Idaho, cerrada desde 1996, que podría cubrir hasta el 35% de la demanda nacional de antimonio. La empresa Perpetua Resources, respaldada por el multimillonario John Paulson, prevé operar a plena capacidad en 2028. Además, compañías como Clarios planean construir una planta de procesamiento de minerales críticos por $1.000 millones, mientras que Nyrstar busca producir antimonio en Australia, aunque requiere apoyo gubernamental.
China, por su parte, intensifica la vigilancia sobre el transbordo y el contrabando. Las empresas chinas que no realicen la debida diligencia sobre el destino de sus productos pueden enfrentarse a multas, prohibiciones o incluso penas de prisión de más de cinco años.
Ambos lados del juego. El caso del antimonio no es único. China también está jugando una baza parecida, utilizando el mismo enfoque para obtener chips de inteligencia artificial de última generación, cuya exportación ha sido expresamente prohibida por EEUU. Como ha explicado mi compañero en este reportaje, entidades militares y académicas chinas han accedido a unidades de procesamiento gráfico (GPU) de fabricantes como NVIDIA, AMD e Intel a través de intermediarios ubicados en Malasia y Singapur, que han emergido como centros neurálgicos del contrabando tecnológico hacia el país asiático.
Este patrón —eludir sanciones mediante terceros países— refleja la dificultad real de contener a una potencia como China en un mundo hiperconectado. Así como EEUU sigue recibiendo antimonio bajo otras banderas, China sigue alimentando su desarrollo en IA gracias a rutas indirectas. En ambos frentes, los intermediarios son actores clave. El desafío es evidente: en esta nueva guerra comercial, ningún bloqueo es hermético, y cada resquicio se convierte en una vía de acceso.
Lecciones de una guerra invisible. El caso del antimonio ilustra cómo una economía globalizada puede encontrar rutas incluso bajo bloqueo. Pero también pone en evidencia la fragilidad de las cadenas de suministro y la necesidad urgente de relocalizar, reciclar y diversificar. Porque esta vez fue el antimonio. La próxima vez, podría ser el bismuto. O el cobalto. O el litio. Y cuando se trata de tecnologías que definen el poder económico y militar de una nación, no hay margen para la dependencia.
Imagen | Unsplash
utm_campaign=11_Jul_2025"> Alba Otero .