Durante cinco días un soldado ucraniano estuvo rodeado del ejército ruso. Hasta que llegó un dron con una bicicleta

Publicado el 01/08/2025 por Diario Tecnología
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Durante cinco días un soldado ucraniano estuvo rodeado del ejército ruso. Hasta que llegó un dron con una bicicleta

En Ucrania se habían dado momentos que posiblemente se recordarán al final de la contienda por el avance que supone para las guerras del futuro. Un día las máquinas capturaron e hicieron prisioneros sin la ayuda humana, otro, los drones llevaron un ataque completamente autónomo despegando desde casas móviles. Sin embargo, pocos escenarios pueden dar tanto de sí como el ocurrido esta semana con un soldado ucraniano atrapado en la batalla.

Un rescate imposible. Sí, el dramático rescate del soldado ucraniano “Tankist”, rodeado por tropas rusas y aislado durante cinco días detrás de las líneas enemigas, ofrece un anticipo nítido de cómo las operaciones de salvamento en combate están mutando ante la omnipresencia de drones y la imposibilidad de aplicar métodos clásicos.

La operación, conducida por el Batallón Rubizh de la Guardia Nacional, consistió en el envío de una bicicleta eléctrica de 40 kilos mediante un dron de gran tamaño para permitir su huida.

La misión. Al parecer, los dos primeros intentos fracasaron: uno porque el dron fue derribado y otro porque la bicicleta resultaba demasiado pesada para el transporte. Finalmente, en un tercer esfuerzo, el vehículo llegó a sus manos y Tankist emprendió la fuga, aunque pocos metros después detonó una mina terrestre que por fortuna solo le causó heridas menores.

Aun así, logró continuar hasta llegar a una zona segura gracias a una nueva bicicleta lanzada por otro dron y finalmente fue rescatado por sus compañeros. El episodio, registrado en un vídeo de dieciséis minutos, refleja tanto la desesperación como la inventiva en un frente donde cada metro está expuesto a fuego y emboscadas aéreas.

La irrupción de la movilidad. El caso, además, no es aislado: el uso de drones para evacuaciones médicas o extracciones de combatientes se ha disparado en los últimos dieciocho meses, impulsado por la proliferación de municiones merodeadoras de corto alcance que hacen extremadamente arriesgado enviar equipos humanos de rescate.

Tanto ucranianos como rusos recurren cada vez más a vehículos terrestres no tripulados para mover heridos, transportar suministros o abrir rutas de escape bajo fuego constante. La combinación de riesgo letal, saturación del espacio aéreo y limitaciones de movilidad ha generado una dependencia inédita de estas tecnologías, en muchos casos improvisadas pero efectivas.

El ejemplo. Esta tendencia se ha extendido incluso a ámbitos civiles. Por ejemplo, contaba hace poco el New York Times el caso reciente de un agricultor en China que se salvó de inundaciones gracias a un dron agrícola, confirmando que la robotización de los rescates es ya una realidad más allá de la guerra.

El factor tiempo. En este contexto, la rapidez resulta decisiva. Los profesionales sanitarios destacan la “hora dorada”, esos primeros sesenta minutos tras una herida grave en los que se decide la vida o muerte del combatiente. Cada retraso implica un riesgo irreversible, y en escenarios donde el fuego enemigo impide la intervención de equipos tradicionales, los drones ofrecen la única opción viable.

La capacidad de entregar un medio de movilidad ligera, como las bicicletas eléctricas del rescate, demuestra cómo la tecnología está redefiniendo el concepto de auto-rescate, permitiendo al combatiente desplazarse hacia áreas donde la extracción resulte menos arriesgada o posible. La escena del soldado emprendiendo la huida en bicicleta bajo la vigilancia de sus compañeros a través de drones de reconocimiento parece sacada de una peli de ciencia ficción, pero ya forma parte del día a día de las fuerzas en Ucrania.

Implicaciones estratégicas. De hecho, incluso el Pentágono ha tomado nota de estas transformaciones. En escenarios futuros, como un hipotético conflicto en el Pacífico, las operaciones clásicas de rescate aéreo con helicópteros podrían volverse inviables debido a las enormes distancias y a las densas redes antiaéreas de los adversarios.

Ni siquiera un caza furtivo podría sobrevivir en ciertos entornos, mucho menos un helicóptero lento cargado de rescatistas. De ahí que se estudien nuevas fórmulas de auto-rescate basadas en drones aéreos y terrestres, vehículos eléctricos ligeros o incluso aeronaves no tripuladas diseñadas específicamente para extraer heridos sin arriesgar a más soldados.

En definitiva, lo ocurrido con Tankist es, en realidad, una versión rudimentaria de estas estrategias: un vistazo tangible a un futuro donde la supervivencia de un combatiente dependerá tanto de su capacidad de resistir como de la disponibilidad de tecnologías autónomas que lo conecten con la salvación.

Imagen | Rubizh 4th Brigade NGU

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