Ceuta enchufa el Estrecho: el primer cable que la conecta a la Península ya está en el mar
Publicado el 16/09/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Giulio Verne, un buque cablero de la empresa Prysmian, cruzó el 15 de septiembre el Estrecho para atracar en Ceuta. En su bodega traía algo más que cobre y acero: el primer cable submarino que conecta a la ciudad autónoma con el sistema eléctrico peninsular. Con ello, Ceuta deja atrás décadas de aislamiento energético. Y España, al mirarse en ese espejo, ve reflejados los retos que aún arrastra en sus propias redes.
Tejiendo redes. Según el comunicado de prensa de Red Eléctrica de España, el 26 de agosto comenzó el tendido desde La Línea de la Concepción, en Cádiz. El cable recorrió 58 kilómetros bajo el mar hasta alcanzar la costa ceutí, con maniobras a casi 900 metros de profundidad y medidas especiales para proteger la biodiversidad del Estrecho.
La embarcación escogida para esta operación, Giulio Verne, es una de las pocas del mundo preparada para este tipo de misiones: puede cargar hasta 7.000 toneladas de cable y colocarlo a más de 1.600 metros bajo el agua.
Dejando atrás la "isla energética". Hasta ahora, la demanda eléctrica de Ceuta se cubría con diésel y turbinas de gas. El resultado eran unos altos costes para el sistema, dependencia de combustibles fósiles y emisiones contaminantes en un enclave especialmente sensible como el Estrecho.
Gracias a la interconexión, Ceuta dejará de depender por completo de los combustibles fósiles. Según señalamos en Xataka, hasta el 87% de la demanda eléctrica podrá cubrirse con energías limpias. Eso supondrá un respiro para el medio ambiente —se evitarán unas 300.000 toneladas de CO₂ cada año— y también para la factura del sistema, con un ahorro de unos 30 millones de euros anuales. Desde REE lo resumen con una imagen clara: este “cordón umbilical” dará a Ceuta un suministro tan estable y seguro como el de la Península, pero además más barato y sostenible.
El reto es aún mayor. Sí, Ceuta ha dejado de ser una "isla energética", pero España sigue siéndolo en más de un sentido. La Península Ibérica mantiene un nivel de interconexión con Francia de apenas un 2,8%, muy lejos del 15% marcado por la Unión Europea para 2030. Además, aún siguen esperando para alcanzar planes concretos para crear corredores de interconexión eléctrica, mientras siguen sufriendo un "cuello de botella" eléctrico.
Sin embargo, el problema también es interno. Dentro de España, a mediodía sobra renovable barata en la España rural, pero al caer la tarde falta electricidad en las áreas urbanas. Según la patronal Aelēc, el 83,4% de los nudos de distribución ya está saturado, lo que bloquea la conexión de nuevos consumos industriales o digitales y obliga a desperdiciar hasta un 30% de la energía limpia en algunos puntos.
Más que aliviar directamente estos nudos —el enlace de Ceuta responde a otra lógica—, el proyecto demuestra que España tiene la capacidad técnica para acometer grandes interconexiones, justo lo que necesita para reforzar su red interna y dejar de perder energía limpia en el camino.
Más redes. En Ceuta, la hoja de ruta está clara y beneficiará al sistema eléctrico. El segundo circuito submarino se tenderá a lo largo del otoño. En tierra, la nueva subestación Virgen de África (132 kV) debía quedar lista en septiembre, y en octubre se pondrá en servicio el nuevo parque de transformación de Algeciras, conectado a la subestación existente de 220 kV. Con los tramos terrestres soterrados ya casi terminados, la previsión oficial es que toda la infraestructura esté en marcha antes de finales de este año.
Hay que sacar musculo. El cable de Ceuta demuestra que España tiene músculo técnico para acometer proyectos complejos y sostenibles, con soterramiento, perforación dirigida y subestaciones compactas. Pero también lanza una advertencia: no basta con celebrar un nuevo enlace. La transición energética exige más red interna, más capacidad de distribución en los polos de demanda, más almacenamiento y más interconexiones internacionales.
Otros países ya se han adelantado. El Reino Unido y Dinamarca estrenaron en 2023 el Viking Link, un cable de 765 kilómetros que cruza el mar del Norte para importar o exportar electricidad según sople el viento. España, que bate récords de generación renovable barata a mediodía, necesita algo similar para no encallar al caer la noche. El Estrecho ya tiene su “cordón umbilical”. La cuestión es si España sabrá tejer la red que la conecte, de verdad, consigo misma y con Europa.
utm_campaign=16_Sep_2025"> Alba Otero .