Arabia Saudí se abraza a las renovables para lo más inesperado: reforzar su poder petrolero

Publicado el 01/09/2025 por Diario Tecnología
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Arabia Saudí se abraza a las renovables para lo más inesperado: reforzar su poder petrolero

El mercado petrolero enfrenta un giro inesperado: la amenaza para los grandes exportadores no proviene de las capitales que lideran la electrificación, como Oslo o Shenzhen, sino del propio corazón de la industria, Arabia Saudí. En una columna publicada en Bloomberg Opinion, el analista David Fickling lo resumió con una metáfora inquietante: “El asesino llama desde dentro”.

El apetito doméstico por el crudo se frena. Desde principios de siglo, el consumo de petróleo en Arabia Saudí se había disparado. Según Bloomberg, se duplicó hasta los 2,3 millones de barriles diarios, con entre un cuarto y un tercio destinados a alimentar centrales eléctricas de crudo y fueloil para combatir los veranos abrasadores. Sin embargo, esta tendencia ha empezado a revertirse.

El plan oficial es eliminar casi por completo la quema de crudo en la generación eléctrica de aquí a 2030. Como ha explicado el presidente de Saudi Aramco, Amin Nasser, sustituir ese petróleo por renovables equivale, en términos de exportación, a perforar nuevos pozos. La Agencia Internacional de la Energía advierte incluso que este cambio podría representar la mayor caída de demanda de petróleo en el mundo en los próximos cinco años.

La apuesta por las renovables. Detrás de este giro está el despliegue masivo de energía solar. El experto en energía Fickling ha señalado que ACWA Power, el mayor desarrollador saudí, planea alcanzar 78 gigavatios de renovables en 2030, suficiente por sí sola para cubrir toda la electricidad que el país genera hoy con petróleo.

Desde 2024 ya ha conectado casi 5 GW en nuevas plantas solares y tiene otros 15 GW en camino. La lógica es sencilla: en Arabia Saudí, la electricidad solar cuesta menos de la mitad que la de la red convencional. Además, los paneles son más fáciles de instalar que las infraestructuras petroleras, un terreno en el que el reino siempre fue fuerte. No obstante, el entusiasmo no está exento de dudas. La consultora Kpler calcula que, de los 130 GW anunciados por el gobierno, sólo 11,6 GW estarán realmente en línea en 2030, lo que prolongaría el uso del crudo en la red eléctrica.

El impulso saudí no se limita a la solar. El país ya ha conectado el sistema de baterías de almacenamiento, Bisha BESS (500 MW/2.000 MWh), operado por Saudi Electric Company con tecnología china de BYD. Esto permite integrar renovables intermitentes en la red y da flexibilidad a la infraestructura. A ello se suma un plan para producir litio en 2027 y proyectos de extracción y enriquecimiento de uranio para impulsar la energía nuclear.

Choca con los megaproyectos. Este avance energético contrasta con los problemas de Visión 2030 en su versión más espectacular. El Fondo de Inversión Pública saudí recortó 8.000 millones de dólares al megaproyecto NEOM, cuestionando la viabilidad de iniciativas como The Line o la estación de esquí Trojena.

Una jugada geopolítica de alto riesgo. El movimiento saudí tiene implicaciones más allá de su balance energético. Mientras que el reino ha impulsado a la OPEP+ a aumentar producción en un mercado saturado, con el objetivo de presionar al fracking estadounidense y recuperar cuota de mercado. Esto ha tensado las costuras del cartel: Emiratos Árabes Unidos, Kazajistán o Irak producen por encima de sus cuotas, y Rusia ha mostrado un desacuerdo abierto con la estrategia saudí.

En el mercado internacional los precios también sufren. Según Reuters, Arabia Saudí podría recortar los precios oficiales de venta (OSP) para Asia en octubre: el Arab Light se abarataría entre 40 y 70 centavos por barril, hasta 2,50–2,80 dólares sobre la referencia Omán/Dubái, y otros grados caerían entre 40 y 60 centavos. La combinación de menor demanda, abundancia de crudo ruso y un mayor flujo de petróleo estadounidense presiona a la baja el interés por el crudo saudí.

La paradoja saudí. Lo que parecía el talón de Aquiles de Arabia Saudí —su voraz consumo interno de crudo— se ha convertido en su arma estratégica más sorprendente. Al apostar por la energía solar, el almacenamiento en baterías y, en menor medida, la nuclear, el reino busca mantener su papel como proveedor dominante en el mercado global.

Pero esta misma jugada amenaza con minar los cimientos de la OPEP y con agrandar un déficit fiscal que ya está obligando a recortar proyectos faraónicos como NEOM. Arabia Saudí libra dos batallas al mismo tiempo: una para seguir reinando en el petróleo y otra para reinventarse en la era post-hidrocarburos. La pregunta que queda abierta es si podrá ganar ambas.

Imagen | Unsplash

Xataka | Para sorpresa de absolutamente nadie, Arabia Saudí ha empezado a hacer recortes en su ciudad imposible: NEOM

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