El SUV que tiene que salvar a Nissan empieza con problemas antes de empezar a venderse
Publicado el 10/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Nissan atraviesa uno de los peores momentos en su historia y no es ningún secreto. La compañía no está demasiado lejos de la bancarrota, y para sanear sus cuentas tiene previsto cerrar siete fábricas y reducir un 15% su plantilla. A nivel producto, el nuevo Nissan Leaf es una de sus grandes apuestas, pero ha empezado con mal pie.
El nuevo Leaf no tiene nada que ver con el Leaf anterior. Sigue siendo eléctrico, pero ahora es un SUV en lugar de un compacto tradicional, tiene un diseño mucho más moderno y se ha puesto al día en tecnología, tanto en conectividad como en asistentes y por supuesto, en lo que respecta a su propulsor.
Sin embargo, los primeros problemas han llegado antes de empezar a fabricarse. Nissan se ha visto obligada a reducir la producción que tenía prevista para el nuevo Leaf, según informa la prensa japonesa. Esta vez no tiene que ver con una demanda floja, sino con las restricciones que China ha puesto a la exportación de tierras raras. Esto está provocando escasez de determinados componentes.
La mayor crisis de la industria desde los semiconductores
China es uno de los principales proveedores de tierras raras en el mundo, unos elementos esenciales para fabricar muchos componentes, especialmente en coches eléctricos, pero también para multitud de dispositivos tecnológicos. China no ha interrumpido por completo la exportación de tierras raras, pero sí ha endurecido las licencias de exportación de tierras raras a sus empresas locales. El origen del problema hay que buscarlo en las políticas arancelarias de Trump. China ha sido uno de los países más presionados por las medidas del presidente de Estados Unidos, y China movió ficha para intentar perjudicar al comercio y la industria de Estados Unidos. Pero colateralmente también afecta a otras economías, entre ellas la de la Unión Europea y la japonesa. La consecuencia directa de las mayores restricciones que ha puesto China es que los fabricantes de coches y sus proveedores, al tener problemas para conseguir tierras raras, se vean obligados a interrumpir la producción de ciertos componentes. Esto conlleva, a su vez, retrasos en la producción de coches nuevos. China ha endurecido la exportación de tierras raras, fundamentales para los coches eléctricos (y multitud de dispositivos tecnológicos)