Xàbia puso límite de aforo y control de acceso en sus dos calas más famosas. Sonaba muy bien en la teorí

Publicado el 09/06/2025 por Diario Tecnología
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Xàbia puso límite de aforo y control de acceso en sus dos calas más famosas. Sonaba muy bien en la teorí

En Xàbia viven alrededor de 30.000 personas. Al menos según los datos del INE, que registra solo los vecinos censados formalmente en la localidad. Si hablamos de los meses de verano e incluimos en la ecuación a los visitantes, la cosa cambia y esa cifra se multiplica de forma exponencial. Y es comprensible. Xábia es conocida por sus paisajes, su gastronomía y playas y calas como Portitxol o Granadella. El problema es que ese  atractivo amenaza con ser una condena de colapso.

Una que este año promete dejar imágenes de accesos a los arenales saturados.

Las playas, cara y cruz. Tener una playa cerca de casa en verano es una bendición. Y un suplicio. Hace casi un año los vecinos de O Hío, en Cangas, una localidad de las Rías Baixas muy popular por sus arenales, salieron a la calle para protestar por la saturación turística que sufren cada verano. Para dejar clara su postura un domingo se pusieron a cruzar un paso de cebra del pueblo durante minutos y minutos, bloqueando el tráfico de acceso a la zona de playas.

"Los vecinos tenemos derecho a vivir. Es una avalancha de coches que no solo contamina, sino que afecta a la vida de todos porque aparcan donde les da la gana", lamentaba una vecina. Las Rías Baixas no son las únicas que lidian con los turistas en busca de playas paradisíacas. En el otro extremo de la península, en Xàbia, las calas atraen también a miles de veraneantes, muchos de ellos a bordo de coches, lo que ha obligado a la localidad a tomar medidas para controlar su trasiego.

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Objetivo: playas ordenadas. Hace justo un año el municipio alicantino presentaba un dispositivo especial para controlar el acceso a dos de sus calas más populares, la Granadella y el Portitxol, con vigilantes encargados de supervisar el paso y un sistema de estacionamiento regulado en la calle. La idea era sencilla: del 1 al 21 de junio (la "temporada media") se controlaban los accesos solo los fines de semana; desde el 21 esa supervisión pasaba a ser diaria hasta el 13 de septiembre y luego la vigilancia volvía a centrarse en sábados y domingos hasta octubre.

No era la única medida. Alicante Plaza precisa que en junio de 2024 empezó a regularse el estacionamiento en Pic Tort, en la cala Granadella, y La Barraca (cala Portitxol). Para evitar el colapso de vehículos, el Ayuntamiento optó por recurrir a un sistema con "barreras y pago", lo que permitía a los visitantes aparcar durante casi todo el día (de 9 a 19.00 h) abonando nueve euros por cada vehículo. Una vez el parking se llenaba, los operarios bloqueaban el acceso con barreras.

"Evitar el embotellamiento". E Ayuntamiento incluso instaló paneles informativos en las carreteras de acceso a las calas para que los conductores pudieran conocer casi en tiempo real la disponibilidad de plazas de aparcamiento en Granadella y Portitxol. "El sistema intenta evitar que los bañistas lleguen al punto donde se encuentra la barrera de control y tengan que dar la vuelta al estar completo el aparcamiento", aclaraba el concejal de Playas. La idea era que esos bañistas pudiesen "optar por otra playa y evitarse el embotellamiento".

Y llegó (casi) el verano de 2025. A las puertas de 2025 Xàbia se encuentra ahora con un desafío, según revelaba ayer Levante-El Mercantil Valenciano. El diario asegura que el concurso lanzado por el Gobierno local para encargarse del control de acceso a Granadella y el Portitxol parece no haber despertado el interés de ninguna empresa. El lunes pasado se abrieron los sobres de las candidatas y el Ejecutivo descubrió que no se había presentado ninguna compañía. La explotación del servicio no habría atraído siquiera a la firma que lo asumió los últimos años.

A finales de mayo Levante ya advertía de que Xàbia se estaba aproximando al verano con las playas sin balizar, boyas de fondeo ni supervisión de acceso a las playas. La licitación del servicio de vigilancia, control y seguridad en las calas de la localidad, que entre otras cosas pretende evitar el colapso de coches en Granadella y el Portitxol, se habría lanzado por un año prorrogable y un presupuesto de casi 104.000 euros. Ahora, aclara el periódico, ese contratado ha quedado desierto, el expediente se ha archivado y las calas afrontan un horizonte incierto.

"Hay quien amenaza con atropellarnos". El supuesto desinterés de las empresas llega después de que los controladores alertaran el año pasado de los encontronazos que viven en las calas con visitantes coléricos. Uno de ellos admitía en agosto de 2024 a Levante-El Mercantil haberse encontrado con bañistas que, cuando se enteran de que no pueden estacionar en la zona, las toman con los trabajadores, a los que amenazan o incluso amagan con atropellar.

Sin barreras ni control, el estacionamiento en las carreteras a Granadella y la Barraca suponen también un problema. Al aparcar donde no deben, los coches complican el tráfico e incluso llegan a dificultar el paso de los bomberos y las ambulancias. De hecho los arenales ya han dejado escenas de saturación.

Imágenes | Martin_vmorris (Flickr) 1 y 2

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