WhatsApp estrena anuncios, pero los chats siguen siendo privados. Lo que monetiza son las emociones que compartes
Publicado el 16/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Meta ha diseñado lo que podríamos llamar la geografía de la privacidad perfecta:
- Cifrado de extremo a extremo en tus conversaciones privadas...
- ...pero targeting publicitario milimétrico cuando compartes un estado emocional.
Así se resumiría su estrategia: protegen lo que dices en privado (conversaciones directas o grupos) para capitalizar lo que "sientes" en público (estados).
Los anuncios de WhatsApp no llegan, al contrario que en el resto de plataformas, por datos demográficos fríos ("hombre, 34 años, Valencia"). Llegan porque ayer subiste un estado desde la playa, porque tu ubicación sugiere que estás de vacaciones, o porque el timing de tus publicaciones revela un cierto estado de ánimo.
Meta ha descubierto que las emociones en tiempo real valen más que las estadísticas estáticas. Al menos para un producto como WhatsApp. Sabían lo que ocurriría si desactivan el cifrado en favor de los anuncios.
Cuando publicamos un estado, no solo compartimos un momento: ofrecemos un contexto emocional que la publicidad también puede aprovechar.
El momento del estado es el momento vulnerable. Es cuando bajamos la guardia y mostramos quién aspiramos a ser, no solo quién somos. Meta ha convertido esa ventana de autenticidad en su mina de oro.
- El anuncio del restaurante llegará justo cuando publicas que estás celebrando algo.
- El de la marca de ropa aparecerá justo cuando tu estado sugiera que te sienten bien contigo mismo.
Son ejemplos de la ingeniería emocional que nos espera en los anuncios de WhatsApp, para entender por qué nos sale qué. Y por qué acierta pese a que las conversaciones siguen cifradas.
Es, independientemente de qué tal nos parezca como usuarios, un modelo muy inteligente: una división entre privacidad para las comunicaciones y exposición aspiracional.
Sirve para generar confianza total en los chats, y eso alimenta la confianza para compartir más estados. Nos protege donde somos vulnerables –chats privados– para explotarnos donde somos vanidosos –el estado en el que publicamos nuestro vídeo en el gimnasio, una selfie arrebatadora, la tarta de cumpleaños–.
Y además, lo vamos a ver en gran medida como un equilibrio justo: nuestros secretos están a salvo, pero nuestros sueños están en venta. Y de eso van a ir los anuncios en WhatsApp.
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