Una enorme fábrica secreta está inclinando la balanza en la guerra de Ucrania. Rusia está multiplicando un ejército implacable

Publicado el 22/07/2025 por Diario Tecnología
Artículo original

Una enorme fábrica secreta está inclinando la balanza en la guerra de Ucrania. Rusia está multiplicando un ejército implacable

La guerra en Ucrania ha entrado en una etapa de saturación táctica donde el volumen, más que la sofisticación, se ha convertido en el arma decisiva. Rusia ha incrementado y mucho el uso de enjambres de drones Shahed en territorio ruso bajo la denominación Geran, logrando perforar las defensas ucranianas a un ritmo sin precedentes. ¿Cuánto? Un vídeo ha revelado lo que está a punto de ocurrir.

Guerra de enjambres. Recordaba el Financial Times que, según datos oficiales, entre abril y junio de 2025, el porcentaje de drones que lograron impactar sus objetivos alcanzó un 15%, triplicando la tasa de éxito de los tres meses anteriores. Lo contamos: la noche del 9 de julio marcó un récord cuando Rusia lanzó 728 drones y señuelos Shahed, junto a misiles balísticos Kinzhal e Iskander, en un intento claro de saturar y desbordar las defensas aéreas ucranianas.

Esta táctica demuestra que el uso masivo de plataformas baratas puede superar sistemas de defensa costosos y sofisticados, exponiendo un punto crítico: el desequilibrio entre coste y eficacia en el combate moderno.

Gera-3 y una máquina letal. Las mejoras técnicas introducidas por Moscú en sus drones han elevado su eficacia de forma notable. Entre ellas destaca el Geran-3, una variante turboalimentada capaz de alcanzar velocidades de hasta 800 km/h en picado, lo que la vuelve casi invulnerable al armamento antiaéreo tradicional montado en camiones, como ametralladoras pesadas.

Además, los Shahed actuales pueden volar a mayor altitud, evitando las zonas óptimas de impacto de las defensas terrestres. Este cambio, más que reflejar un debilitamiento ucraniano, muestra la capacidad rusa para adaptar rápidamente su doctrina de ataque y explotar las debilidades del adversario. Las oleadas nocturnas, persistentes y combinadas con misiles más sofisticados, buscan desgastar no solo las defensas técnicas de Ucrania, sino también la moral de su población y forzar concesiones políticas a través del agotamiento.

Una fábrica del terror. Y aquí es donde aparece el último anuncio de Rusia. Moscú ha revelado al mundo lo que describe como su mayor y más secreta planta de drones: el complejo industrial de Alabuga, en la región de Tartaristán, donde se ensamblan los drones suicidas Geran. La planta, situada en el parque industrial de Yelabuga y lanzada oficialmente en 2023, aparece en un video del canal militar ruso Zvezda, que no escatima en mostrar a adolescentes operando estaciones de trabajo y manipulando piezas tecnológicas en líneas de montaje.

Según Timur Shagivaliev, director ejecutivo de la Zona Económica Especial de Alabuga, la instalación ha multiplicado por nueve su producción prevista, alcanzando un ritmo mensual de 5.200 unidades entre drones de ataque y modelos señuelo, lo que la convierte, asegura, en “la mayor planta de su tipo en el mundo”. La escena, qué duda cabe, es inquietante: adolescentes construyendo armas diseñadas para matar a gran distancia, mientras el Kremlin presume de una capacidad fabril implacable.

Geran-2, más barato. Si la tercera versión es la más avanzada, su antecesor, la versión directa del Shahed-136 iraní, es el dron clave de la fábrica. Hablamos de un dispositivo de 3,5 metros con una ojiva de 50 kg, una velocidad de crucero de 300 km/h y un alcance de 1.800 km. Su coste estimado de entre 35.000 y 49.000 dólares lo convierte en una herramienta de destrucción masiva asequible, ideal para saturar los sistemas defensivos enemigos.

Comparado con los interceptores occidentales como el misil Patriot (valorado en varios millones de dólares por unidad) el Geran-2 encarna una disrupción asimétrica: barato, resistente, fácil de fabricar en masa y con un efecto psicológico devastador.

Nuevo umbral estratégico. A la industria rusa de drones, con esa fábrica de Alabuga a la cabeza, se ha sumado una noticia que ha puesto en alerta a Ucrania. Rusia se prepara para alcanzar una capacidad de ataque sin precedentes: el lanzamiento simultáneo de 2.000 drones contra Kiev, según advirtió el general alemán Christian Freuding, jefe del grupo de trabajo para Ucrania del Ministerio de Defensa de Alemania.

Esta cifra, que redefine por completo la escala de la guerra no tripulada, forma parte de una expansión colosal del programa ruso de drones, que prevé para 2025 la fabricación de 2 millones de FPV y 30.000 drones de largo alcance o señuelo, según informes de la inteligencia exterior ucraniana (SZRU).

Defensa sobrepasada. Ucrania, por su parte, ha respondido a toda esta maquinara con una combinación de técnicas clásicas (como sistemas antiaéreos Oerlikon Skynex o interferencias electrónicas contra el GPS de los Shahed) y un impulso acelerado en el desarrollo de drones interceptores. De hecho, Zelenski anunció recientemente un acuerdo con Eric Schmidt, exdirector ejecutivo de Google y actual líder de Swift Beat, para la coproducción de cientos de miles de drones, incluidos interceptores.

Según el presidente ucraniano, estos dispositivos ya están derribando decenas de Shaheds en cada ataque y comienzan a demostrar buenos resultados, con cientos de eliminaciones confirmadas en apenas una semana. En cualquier caso, para ser eficaces contra el nuevo perfil de vuelo de los drones rusos, estos interceptores deben alcanzar velocidades de al menos 200 km/h y altitudes de hasta 6 km, capacidades que permiten contrarrestar los ataques por saturación que desbordan fácilmente a las unidades móviles ucranianas armadas con tecnología de mediados del siglo XX.

Adaptación sin tregua. El escenario se inscribe en una dinámica de evolución continua entre ofensiva y defensiva: un ciclo de innovación y contra-innovación que se acelera exponencialmente. Andrew Turner, ex mariscal aéreo de la Royal Air Force y actual director de Saibre Capital, resumía en el Times dicha dinámica como una “escalera persistente de medidas y contramedidas que en Ucrania se renueva cada 14 días”.

Así, el conflicto se ha convertido en un laboratorio acelerado de guerra aérea no tripulada, donde el factor decisivo ya no es el número de cazas o tanques, sino la capacidad de producir y adaptar enjambres de máquinas autónomas a un ritmo más veloz que el enemigo puede responder.

Un solo color. En resumen, la guerra de drones en Ucrania ha alcanzado un nuevo nivel de complejidad. Por un lado, Rusia ha logrado integrar con éxito volumen, velocidad y saturación para crear una amenaza constante que escapa a los esquemas tradicionales de defensa aérea. Por otro, Ucrania, con ayuda extranjera, comienza a construir una capa defensiva igualmente descentralizada y reactiva basada en drones interceptores.

En este enfrentamiento de enjambres, la balanza no se inclina simplemente por el número de armas, sino por la rapidez con que cada bando aprende, se adapta y escala su producción. El campo de batalla aéreo se ha transformado en una competición industrial y algorítmica, donde el software, la fabricación distribuida y la IA están sustituyendo a los cañones y los misiles como herramientas decisivas del poder militar.

Y en ese tablero nuevo, la guerra está tomando un único color.

Imagen | Zvezda/Rutube

En Xataka | Máquinas capturando y haciendo prisioneros era coto de la ciencia ficción. Hasta que llegó la guerra en Ucrania

En Xataka | No es que la guerra sea asimétrica, es que Rusia está atacando con shaheds de carga termobárica y Ucrania con perdigones

utm_campaign=22_Jul_2025"> Miguel Jorge .