Ucrania se ha llenado de civiles armados con rifles de la Segunda Guerra Mundial: derriban drones rusos por 2.400 dólares

Publicado el 13/06/2025 por Diario Tecnología
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Ucrania se ha llenado de civiles armados con rifles de la Segunda Guerra Mundial: derriban drones rusos por 2.400 dólares

De un tiempo a esta parte la palabra Shahed se ha hecho un hueco importante en el ámbito militar. Hablamos de un dron de combate de origen iraní que en la guerra de Ucrania se ha erigido como actor importante en las ofensivas de Moscú. De hecho, Rusia tiene tal capacidad que incluso le acaba de dar a Corea del Norte la tecnología para añadirlo a su ejército. Mientras tanto, en Ucrania se ha tomado una decisión inédita: los civiles pueden ir armados en busca de los Shahed.

La recompensa son hasta 2.400 dólares.

Voluntarios y armas de otro tiempo. Contaba esta semana el New York Times una escena en directo en la periferia de Kyiv. Mientras la noche caía sobre los campos ucranianos, un grupo de civiles armados con viejas ametralladoras y tablets de mapeo se preparaba para enfrentarse a uno de los mayores desafíos del conflicto moderno: los enjambres de drones rusos.

Sí, son voluntarios (profesores, periodistas, trabajadores de la construcción) que recorren caminos rurales en camionetas, con equipo rudimentario y toneladas de determinación, para proteger la capital de Ucrania de los ataques aéreos no tripulados que se intensifican cada semana. En uno de los puntos de vigilancia en la ciudad de Pereiaslav, a unos 80 kilómetros de Kyiv, el grupo liderado por Mykhailo y Sofia se organiza cada noche con una mezcla de rutina militar, camaradería y resignación ante una amenaza que no da tregua.

El miedo invisible. Mientras sistemas antiaéreos de última generación como los misiles Patriot defienden los núcleos urbanos, la protección exterior de Kyiv se apoya en una red de unidades móviles como la de Pereiaslav. Estas operan en los anillos más alejados de la capital, con la tarea no solo de derribar drones, sino también de alertar a las capas interiores del sistema de defensa sobre ataques inminentes.

Los voluntarios, formados de manera muy básica por el ejército y abastecidos con armamento de épocas pasadas como ametralladoras Maxim de la Segunda Guerra Mundial o modelos checoslovacos de los años 50, patrullan zonas donde se detectan vuelos rasantes de drones enemigos que intentan evadir radares siguiendo el curso del río Dniéper. En sus turnos de doce horas, que compaginan con trabajos diurnos, confían en el café, la experiencia adquirida y una férrea coordinación con otras unidades para sobrevivir.

Amenaza sofisticada. Y aquí aparece de nuevo ese viejo conocido. Rusia ha perfeccionado su estrategia aérea mediante el uso masivo de drones Shahed e imitaciones, los cuales emplea en oleadas para agotar las defensas ucranianas antes de lanzar misiles de crucero o balísticos. En los últimos ataques se han registrado cifras récord de hasta 472 drones y señuelos en una sola noche.

Estas tácticas incluyen vuelos a gran altitud, cambios de trayectoria impredecibles y un uso creciente de decoys, lo que complica enormemente el trabajo de defensa de las unidades mal equipadas. A pesar de sus limitaciones, la unidad de Pereiaslav contaba al Times que ha logrado derribar más de 30 drones desde su creación en 2024. Su armamento, aunque “vintage”, sigue siendo efectivo contra objetivos a baja altura, mientras cada vez es más frecuente que los drones vuelen a altitudes que sus armas no pueden alcanzar, dejando a los voluntarios en un rol de observación y coordinación.

Barricade Line Separating Interior Troops And Protesters Seen As The Conflict Develops Clashes In Kyiv Ukraine Events Of February 18 2014

Resistencia civil. Hablamos de voluntarios que hasta hace nada no recibían ningún estímulo económico. Los protagonistas de esta defensa improvisada son ciudadanos que han transformado sus vidas en una doble jornada: durante el día imparten clases, trabajan en obras o redactan informes, y al llegar la noche se convierten en centinelas.

Yaroslav, por ejemplo, es profesor universitario de informática y examina a sus alumnos durante el día, pero al anochecer monitorea el cielo con prismáticos de visión nocturna. Sofia, experiodista, ha dedicado su vida al trabajo con la unidad tras presenciar cómo los drones rusos sobrevolaban su ciudad sin oposición. Sin sueldo ni apoyo logístico estable, el grupo depende de donaciones personales para adquirir desde chalecos antibalas hasta combustible. Contaban al Times que ahora tienen ametralladoras Browning estadounidenses montadas en un vehículo... que aún están aprendiendo a manejar.

Llega la recompensa. En las últimas semanas algo ha cambiado, tal y como explicaban en Insider. En un intento audaz por reforzar su capacidad defensiva frente a los ataques con drones de Rusia, el gobierno de Ucrania ha aprobado un nuevo programa que permite a estos civiles participar activamente en la intercepción de aeronaves no tripuladas a cambio de una remuneración que puede alcanzar los 2.400 dólares mensuales.

La medida fue formalizada por el Parlamento ucraniano y anunciada por Taras Melynchuk, representante del Gabinete ante la Rada Suprema, quien subrayó que el objetivo principal es fortalecer la defensa aérea del país en un momento en que las oleadas de drones Shahed castigan con demasiada frecuencia las infraestructuras y ciudades ucranianas.

Una fortuna frente a los salarios. La cifra no es baladí. El incentivo económico ofrecido por el gobierno asciende hasta los 100.000 grivnas mensuales, equivalentes a aproximadamente 2.426 dólares, una cifra que representa un ingreso muy superior al salario medio de los ucranianos antes de la guerra, situado en apenas 14.577 grivnas (unos 353 dólares) según datos oficiales de enero de 2022.

Incluso tomando en cuenta el aumento registrado por portales de empleo como Work.UA, que sitúan el promedio salarial actual en unos 24.241 grivnas, el pago por colaborar en las tareas de defensa antiaérea representa una retribución considerable para una población que ha visto su economía profundamente afectada tras tres años de conflicto.

Vale todo para derribar. El plan contempla la integración de civiles no movilizados que puedan actuar con independencia bajo supervisión militar, permitiéndoles utilizar no solo equipamiento proporcionado por las Fuerzas Armadas de Ucrania, sino también sus propios vehículos particulares, armas de caza, armamento ligero y otros medios disponibles.

Esta decisión se alinea con las tácticas que ya han demostrado ser eficaces y que nos sitúan en una distopía que se acerca a una escena de Civil War: unidades móviles de civiles que patrullan de noche armados con ametralladoras montadas en camionetas o coches personales, disparando contra drones rusos desde el terreno. Aunque oficialmente estas unidades cuentan con armamento pesado como la M2 Browning, no es inusual que también se utilicen escopetas para derribar drones FPV en zonas de combate.

Supervisión para los voluntarios. A la gran pregunta, de dónde saldrá el dinero para las recompensas, el gobierno ha explicado que los pagos a los voluntarios provendrán de los presupuestos de los gobiernos locales y serán determinados por los comandantes de las unidades de Defensa Territorial, quienes trabajarán en coordinación con líderes de grupo que deberán entregar informes mensuales sobre las actividades y el personal implicado.

Además, el plan prevé la formalización de operadores de drones provenientes de unidades voluntarias y paramilitares ya existentes, quienes deberán presentar certificados de formación para ser aceptados oficialmente bajo la estructura del Ministerio de Defensa. En caso de fallecimiento durante las operaciones, las familias de los civiles incorporados a estas tareas de defensa podrán recibir indemnizaciones únicas y pensiones similares a las otorgadas a los familiares de veteranos militares.

Una línea de defensa ciudadana. El relato de estos civiles armados con piezas de museo, sostenidos por litros de café y una voluntad férrea, revela tanto la vulnerabilidad del sistema defensivo ucraniano como la resiliencia de quienes lo sostienen. En medio de una guerra de alta tecnología, la defensa del espacio aéreo depende, en parte, de grupos improvisados que combinan patriotismo, ingenio y recursos limitados para contener una ofensiva cada vez más sofisticada.

Si se quiere también, en un escenario donde la amenaza aérea se ha vuelto diaria y masiva, Ucrania apuesta por convertir a sus ciudadanos en actores clave de la resistencia, armados con lo que tengan a mano, aunque respaldados por una estructura oficial y un incentivo económico sin precedentes.

Imagen | Віктор Огнев’юк, Mstyslav Chernov

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