Teletrabajando con toda libertad, mucha gente decide quedarse en casa. Yo, nómada digital casi toda mi vida adulta, los comprendo

Publicado el 24/05/2025 por Diario Tecnología
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Teletrabajando con toda libertad, mucha gente decide quedarse en casa. Yo, nómada digital casi toda mi vida adulta, los comprendo

Cuando teletrabajamos, podemos llevar a cabo nuestras tareas diarias desde cualquier lugar del mundo que queramos (más o menos, porque sí hace falta una conexión estable a Internet; que los horarios del lugar donde estemos compagine con el de la empresa, si eso se exige; y si la empresa no pone restricciones en cuanto a seguridad informática y exige que sus empleados no se muevan de casa para sus labores). Aun así, seguro que conoces a mucha gente que teletrabaja y no se ha movido de su casa en estos años, más que para algún viaje, como cualquier trabajador más que va a la oficina.

Hace unos días, echando un vistazo a la información general, me encontré en Forbes un artículo que se titulaba: ¿Por qué no hay más nómadas digitales?. Yo, que llevo siendo nómada digital muchísimos años de toda mi vida adulta desde el 2009, supe darle una respuesta a esa pregunta nada más leerla. Todo, a pesar de que amo teletrabajar y adoro poder vivir en muchos lugares distintos.

Hay muchísimas razones que puedo dar para no ser nómada digital pudiendo serlo y la mayoría de ellas, spoiler, las que dé ahora no hubieran sido las mismas hace 10 años. Esto, teniendo en cuenta que acabo de volver a mi casa, tras unos meses viviendo, muy felizmente y muy plena, en otro país en el que ya había vivido, y aún extrañando esa vida, a mis amistades y a mí misma y mi entusiasmo cuando estaba en ese otro lugar, mientras escribo este reportaje.

Personas que han decidido no moverse más

Aun así, hay razones para no moverse de casa pudiendo hacerlo. Hay razones para levantarte cada mañana, servirte un café o lo que tomes recién levantado o levantada y ponerte a trabajar delante de tu ordenador, estando en tu hogar, en tu pueblo y con la vecindad de siempre.

Ayer me encontré con un pariente, al que hacía tiempo que no veía (creo que la última vez lo ví en Estados Unidos porque él vivía allí arrancando una startup y yo estaba de paso, cerca de su ciudad en Florida) que contaba que le encantaba su anterior trabajo pero que lo de ver a la misma gente todos todos los días le agotó y acabó volviendo a sus inicios, porque él también lleva mucho trabajando online, y que ahora vuelve a hacerlo. Sé que pasó una larga temporada viviendo en un pueblito, con su familia (ya hemos visto reportajes de gente que vive en aldeas trabajando para grandes empresas, gracias al teletrabajo) y que ahora ha vuelto a la ciudad donde tiene su piso.

Se quejó de que no le encanta su piso como lugar de trabajo porque, por la orientación, es muy oscuro. Estoy segura de que hace años, pocos, le hubiera dicho: "teletrabajas, vete y múdate aquí o allí". A día de hoy, ni se me pasó por la cabeza hacerlo. Entendí que solo quiera buscarse un terreno en otro pueblo cercano para poner una casa en la que vivir con más verde y menos asfalto.

Una de mis mejores amigas de la universidad, también periodista, que ha sido nómada digital durante más de una década, decidió mirar a fondo hace un par de meses todo el mapa de la geografía española para decidir dónde vivir. Tras su última aventura, en países de Asia de donde volvió feliz, decidió que se asentaba en su país, pero también vio que Madrid, la ciudad donde estudió y luego vivió más tiempo en su vida adulta y la que más le gusta, está demasiado cara como para permitirse un estudio para ella sola.

Valoró qué ciudades de provincia podrían tener ciertos requisitos de vida imprescindibles y se puso a buscar pisos en un mercado inmobiliario de precios altos para lo que ofrece. Ha acabado en Murcia y también, mientras me iba compartiendo toda su experiencia de querer quedarse en España, me iba pareciendo lógico. Cuando me contó sus razones, más la comprendí.

Ahora teletrabaja, y hasta se podría decir que es nómada digital. Está viviendo en un lugar en el que nunca había vivido, tiene que hacer amistades, conocer la ciudad, los sitios que le gustan... pero para una persona que ha viajado tantísimo como ella, ahora lo que valora es que está en su país y ya no está alejada de su familia.

Por qué quedarse en casa pudiendo vivir en cualquier lado

Hay un estudio que aunque está solo centrado en Estados Unidos, muestra una cifra muy rotunda. La enorme mayoría de nómadas digitales son personas millennials. Y, como milenial que soy, hay parte de culpa de en mi edad para pensar que ser nómada digital no es tan sencillo en cualquier momento.

Pero hay ciertos motivos que pueden hacer que tomar la decisión de mudarse de país, o de ciudad en el mismo país (no todo el mundo tiene un pasaporte que permita viajar fácilmente), de vivir con una mochila a la espalda dé mucho vértigo. Es duro estar lejos de la familia; es difícil echar de menos a las amistades; y para ciertas personas introvertidas es complicado conocer nuevas personas o querer abrirse a ellas.

Yo tengo que decir que lo mejor que me ha dado mi vida como nómada digital son las personas que he conocido en mis destinos. Personas que ahora son mis amistades, muchas de ellas ya desde hace años y de una manera cercana a pesar de la distancia.

Yo echo muchísimo de menos mi pueblo y a mis amigos y mi familia cuando estoy fuera y, luego vuelvo a mi pueblo y echo de menos a la gente con la que creé fuertes vínculos de los países en los que estuve. Ahí se suma otro hándicap: es un constante echar de menos, da igual donde estés, y echar de menos es triste.

Buscar dónde vivir, a menudo

Otro aspecto es el constante buscar dónde vivir, en unos momentos como los actuales donde la vivienda ha subido mucho a nivel global. Tantos lugares enfocados en el turista que gasta mucho, la falta de control en los precios, los requisitos infinitos para alquilar algo a largo plazo... hace difícil encontrar un lugar.

Es sabido que los nómadas digitales son una causa de esto. En Genbeta lo hemos analizado muchas veces y hemos entrevistado a personas afectadas. Personalmente, como publiqué en otros reportajes, es muy importante, a la hora de mudarse a otro país, ser cauto con las decisiones que se toman para no afectar la vida local.

De todos modos, mi salario nunca ha sido muy alto, y eso iba acorde de lo que alquilaba. Lo que, además, me ha permitido compartir piso con gente que luego pasó a ser amiga y que me ha ayudado a amar los lugares que visitaba, porque esas personas han sido de gran utilidad para conocer bien sus culturas, rutinas y ciudades o pueblos.

Mi amiga periodista que, tras años de viajes ha decidido volver a España y se quedó con Murcia tras su búsqueda, comenta a este respecto algo importante:

"Creo que todo depende de la etapa de la vida en la que te encuentres. Recorrer el mundo mientras trabajas sin tener que pagar piso en España estuvo bien durante años, pero la parte negativa es que regresas y no tienes absolutamente nada. Entonces, vuelves y debes buscar piso, con lo que esto supone sobre todo ahora con el problema de la vivienda.
 Hacer y deshacer mudanzas de continuo puede resultar atractivo un tiempo, pero llega un momento en el que apetece tener algo estable y esto pasa por "aparcar" los viajes durante una temporada o, al menos, en la forma en la que yo los concebía hasta ahora, que era de larga estancia".

Ser nómada digital es precioso, pero agotador

Yo siempre he sido muy activa y muy sociable. Me encantaban ambas cosas, mantenerme haciendo cosas y conocer gente. Ahora que, con la edad ya soy algo menos activa y menos sociable (esto no va contra la gente de mi edad, no quiero ser odiada entre la gente de 40: hay gente de todas las edades poco activa y muy poco sociable), me doy más cuenta de que recomenzar una vida cada poco tiempo en un nuevo destino supone un gran esfuerzo.

Mudarte, hacer nuevas amistades, encontrar nuevos espacios para socializar, hacer trámites diarios, pero en otro país y a veces otro idioma y muchas nuevas idiosincrasias... no es sencillo. A mí no me cuesta, a mí me encanta, pero sé que hay muchas personas que me cuentan que se les hace un mundo hablar con gente nueva. Pues más complicado es si hay que, por ejemplo, llamar a un mecánico o un fontanero en un país desconocido para que te arregle algo de tu casa o tu coche...

También está esforzarse por conocer gente nueva, pero además hacer amistades nuevas, que es la parte bonita de la gente, cuando se hace más cercana y cuidar de esas amistades (una amistad no es tomar dos cafés y tener conversaciones banales, sino que amistad es cuidarse y saber que hay una persona en la que puedes confiar y viceversa).

Otro tema que puede ser complejo y derivar en trámites complicados es el de la sanidad. Si padeces alguna dolencia específica y necesitas hacer pruebas o acceder a un tratamiento, es complicado todo el cambio para hacerlo en otro país, sin tu médico de cabecera, sin que tengan todo tu historial en la mano y a veces puede ser costoso porque un seguro no siempre cubre todo.


Tomar decisiones que sean sostenibles

La vida es un constante tomar decisiones. Eso, más en la vida adulta, ya lo sabemos y también sabemos que, esas decisiones van a tener consecuencias positivas o negativas, en nosotros mismos, en nuestro futuro y en los demás. La incertidumbre de decidir mudarse de país, ya es una de esas decisiones que no todo el mundo quiere enfrentar.

Yo he conocido a muchísima gente que así me lo ha confesado; gente que ha querido mudarse infinidad de veces; personas que han querido cambiar de vida y no se han atrevido; amistades que prefieren la certidumbre aunque no sea lo que más les fascine en la vida... es natural. Aquí, entra en juego decidir estar lejos de tu madre, padre, abuelos; de tu pueblo o ciudad; del espacio laboral donde compartes con compañeros profesionales y donde ves oportunidades de crecimiento....

Día a día, hasta las más pequeñas afectarán a nuestro entorno: por ejemplo ir a comprar a pequeños comercios o hacerlo en grandes empresas, esos actos afectan. Pues viajando hay que tener aun más cuidado con las decisiones que tomamos.

Para mí, el mayor reto, es el de siempre tener mucho cuidado con nuestros actos y decisiones, dejar una huella positiva en nuestros destinos y evitar contribuir a la gentrificación, ser amables con el país que nos acoge, abrazar su cultura y respetarla, y no fomentar el encarecimiento de la vida de los locales.

Imagen | Bárbara Bécares

En Genbeta | El teletrabajo puede perjudicar a los empleados más jóvenes. Les quita visibilidad y capacidad de aprendizaje


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