Puerto Rico, comunidad autónoma 18: el viejo anhelo de una asociación para anexionar la isla a España
Publicado el 18/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Lo contamos hace un tiempo: frente al secesionismo, tanto en Europa como en otros continentes nos encontramos con la cara de la otra moneda, movimientos que lo que buscan es la unión frente a la separación. Uno de ellos ha vuelto a sonar con fuerza estos días. En realidad, no es nuevo, pero siempre da que hablar tratándose de un territorio muy particular de Estados Unidos… y que quiera ser parte de España.
Puerto Rico.
Como decíamos, esta otra cara de la moneda recorre geografías dispares y narrativas históricas compartidas, desde el anhelo de los moldavos de retornar al cuerpo de una Rumanía con la que comparten lengua, cultura y pasado, hasta en los ecos de nostalgia imperial de algunos puertorriqueños que, en un gesto tan insólito como revelador, imaginan su futuro no en la estrella número 51 de la bandera estadounidense, sino como comunidad autónoma número 18 de España.
Hay más, ya que Tirol del Sur ha reavivado en el pasado viejas pertenencias Habsburgo-germánicas al soñar con una reintegración en Austria, mientras que en la “Gran Albania” se revivían fantasmas étnico-nacionales aún encendidos en los Balcanes. El iberismo, más lírico que político, evocaba la unión peninsular entre España y Portugal, sostenido más por intelectuales nostálgicos que por movimientos con tracción ciudadana real.
En paralelo, la “Gran Hungría” seguía latiendo en los márgenes del nacionalismo magiar, sobre todo entre los húngaros que quedaron fuera de las fronteras tras el Tratado de Trianón, y en Valonia, un pequeño partido sueña con devolver a Francia una franja del antiguo espacio napoleónico.
Todos estos movimientos, aunque de escasa viabilidad práctica, revelan que las identidades no sólo se fragmentan: a veces también buscan reconstituirse, como si el mapa de Europa, lejos de estabilizarse, fuera aún un lienzo inacabado donde algunos pueblos aspiran a unirse más allá de las fronteras que les tocó habitar.
El caso puertorriqueño
Pongamos como ejemplo el caso de Puerto Rico.
Entre los rescoldos de un imperio que se disolvió hace más de un siglo, aún quedan territorios y movimientos que, por convicción o nostalgia, aspiran a restaurar los lazos políticos que un día los unieron a la corona española. Es el caso de Puerto Rico, un archipiélago que durante más de 400 años formó parte integral del Imperio Español y que, tras los efectos de la guerra hispano-estadounidense en 1898, fue cedido a Estados Unidos.
Desde entonces, la isla ha vivido en una ambigua condición jurídica como Estado Libre Asociado: no es una nación independiente, pero tampoco un estado soberano dentro de la federación norteamericana. En ese limbo institucional florece el movimiento Adelante Reunificacionistas, una agrupación que propone, de manera seria aunque controvertida, que Puerto Rico retorne al seno de España y se convierta en su comunidad autónoma número dieciocho. Dicho de otra forma, la iniciativa busca activar resortes históricos, sentimentales y jurídicos para revertir el rumbo tomado hace más de un siglo, desafiando tanto la estructura del Estado español como la rigidez constitucional de Estados Unidos.
Obviamente no es tan sencillo. De hecho, la realidad jurídica se muestra implacable frente a las aspiraciones del movimiento. La Constitución de Estados Unidos prohíbe cualquier forma de secesión territorial que no esté mediada por el Congreso, lo que anula de raíz la posibilidad de que Puerto Rico abandone su vínculo con Washington sin un proceso legal altamente improbable.
Por otro lado, España carece de un mecanismo en su ordenamiento que contemple la incorporación de un territorio ajeno como nueva comunidad autónoma. Aunque los activistas denuncian un apagón informativo que impide la difusión de su mensaje dentro de Puerto Rico, aseguran contar con el apoyo del 16,3% de la población (cifra no verificada por estudios independientes).
Además, y muy importante, al estar constituidos como asociación cultural y no como partido político (una limitación impuesta por la legislación estadounidense a entidades con propuestas incompatibles con su sistema federal) no pueden concurrir a elecciones ni desarrollar actividad política institucional. Todo ello confiere al movimiento un carácter más simbólico que pragmático, más provocador que realizable.
Sea como fuere, y pese a las limitaciones evidentes, Adelante Reunificacionistas abre una ventana peculiar sobre la percepción de identidad en Puerto Rico. En un territorio donde no hay derecho a votar por el presidente de Estados Unidos, donde la ciudadanía estadounidense se concede sin representación plena y donde el español sigue siendo el idioma materno de la mayoría, hay sectores que se sienten culturalmente más próximos a la Europa hispánica que al universo anglosajón.
El fenómeno, aunque minoritario, reaviva viejos debates sobre descolonización, autodeterminación y pertenencia, no solo desde una perspectiva jurídica, sino también desde una emocional, histórica y lingüística.
Imagen | Pexels
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