Nueva York ha estrenado sus nuevos y revolucionarios contenedores de la basura. Llevan décadas en España

Publicado el 04/06/2025 por Diario Tecnología
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Nueva York ha estrenado sus nuevos y revolucionarios contenedores de la basura. Llevan décadas en España

Lo llaman "la Revolución de la Basura", aunque en realidad tiene poco de revolucionario. Al menos para cualquier europeo habituado a hacer algo tan simple como tirar sus desperdicios al cubo de la basura. El lunes las autoridades de Nueva York sacaron pecho anunciando su nueva y flamante estrategia para gestionar los residuos de la Gran Manzana, una programa piloto que de momento está acotado a un barrio y, según sus impulsores, será pionero en todo estados Unidos.

Hasta ahí nada sorprendente más allá de la retórica política. Lo curioso es con qué quiere impulsar Nueva York esa peculiar "revolución" de la limpieza: con cubos de basura y camiones como los que se ven en las calles de España desde hace décadas.

Pendientes de la basura. En Nueva York los trabajadores del servicio de recogida de basura se ven obligados a hacer algo cada vez menos frecuente en España y la mayoría de ciudades europeas: retirar de las aceras bolsas plásticas llenas de desperdicios y arrojarlas a la parte trasera de un camión. Para ellos es un trabajo latoso. Para la ciudad, un problema: las bolsas se amontonan en las calles, dificultan el paso, generan malos olores, rezuman líquido y atraen a las ratas. De hecho el Consistorio neoyorquino ya ha tenido que vérselas con los roedores.

Por eso en países como España desde hace tiempo se opta por una estrategia distinta. Se instalan colectores en las calles para que los ciudadanos puedan arrojar dentro sus bolsas de basura, dejándolas a salvo de ratas y gaviotas. Con el paso de los años el sistema se ha ido depurando con cubos a prueba de jabalíes, colectores dotados de cerraduras electrónicas que se desbloquean con tarjetas especiales y sistemas que facilitan la descarga de la basura dentro de los camiones.

Revolución en Nueva York. Tras medio siglo de "acumulación de basura en calles", en Nueva York han decidido decir basta y cambiar su modelo de recogida de basura por uno nuevo, muy similar al de Europa. El primer paso lo dieron en 2023, cuando las autoridades exigieron a los negocios del ramo de la alimentación (desde bares a supermercados) que depositasen sus desperdicios en contenedores. Hace un año esa obligación se extendió a todos las empresas y en los últimos meses la misma norma ha ido abriéndose paso entre pequeños edificios residenciales.

El gran cambio ha llegado ahora con una prueba piloto en las calles de la Junta Comunitaria 9 de Manhattan, donde el uso de contenedores se aplicará a todo tipo de edificios residenciales, desde los pequeños bloques de menos de diez viviendas a los más grandes, con más de 30. El Ayuntamiento reivindica que el barrio se ha convertido así en "el primer vecindario de Norteamérica en tener el 100% de su basura en contenedores" e incluso habla de una "Revolución de la Basura".

Una revolución con sabor a viejo. Lo más curioso es que esa revolución tiene en realidad poco de revolucionario. Al menos desde la perspectiva de los europeos, que llevan años (si no décadas) habituados a las herramientas con las que Nueva York quiere mejorar ahora la gestión de su basura. El motivo es simple: el cambio en el Harlem se apoyará básicamente en tres piezas, todas integradas desde hace tiempo en el paisaje urbano de las ciudades españolas: cubos de basura Empire con capacidad para 3.000 l, colectores con ruedas y camiones de carga lateral.

Cubos cerrados y con tarjeta. A lo largo de las últimas semanas el Departamento de Sanidad de Nueva York se ha dedicado a instalar en West Harlem alrededor de 1.100 contenedores Empire, que son los que presentan una pequeña novedad. A diferencia de la mayoría de cubos de basura que se pueden ver en Europa, estos colectores no estarán disponibles para cualquier vecino que pase por la acera. Permanecerán cerrados y su uso se asignará exclusivamente a un edificio, que podrá acceder al colector gracias a una tarjeta especial.

De hecho los residentes ni siquiera podrán tirar las bolsas en el cubo. La idea es que las dejen en un área de recolección en el propio edificio y los cubos en sí solo los maneje el personal de los edificios o los gestores de residuos. No es el modelo que suele usarse en España, aunque aquí también se ven colectores de tarjeta.

Midiendo edificios. A los bloques más grandes del West Harlem, los que tienen más de 30 viviendas, se les han asignado grandes cubos de basura Empire. A los de entre 30 y 10 apartamentos se les permite escoger entre ese modelo o contenedores más pequeños con ruedas y a los edificios con menos de una decena de familias se les pide que usen cubos de 200 l. Para agilizar el trabajo de los operarios, hace un año el Ayuntamiento presentó además un prototipo de camión de recogida de basura con carga lateral que puede ser manejado por solo dos operarios.

En noviembre el Consistorio ya pidió a estos edificios más pequeños de uso residencial que empezasen a usar contenedores, con lo que tiene una primera idea de cuál es su resultado. ¿Sus conclusiones? "Los primeros datos muestran que el uso de contenedores está funcionando: desde que las exigencias entraron en vigor, hace seis meses, el número de avistamientos de ratas ha disminuido", celebra.

Una revolución con retos. Nueva York está descubriendo algo más que el uso de los contenedores. También se ha encontrado con los desafíos que representan. The New York Times publicó una crónica este mismo lunes en la que explica cómo los empleados del servicio de limpieza tienen que lidiar con coches aparcados en doble fila que bloquean los cubos e impiden a los camiones acceder a ellos.

También advierte del impacto que tendrán en las plazas de aparcamiento. Las autoridades municipales ya calculan que expandir el programa a toda la ciudad exigiría eliminar 50.000 espacios para estacionar vehículos. Eso sin contar con los cientos de millones de dólares que requeriría comprar cubos de basura y camiones de recogida capaces de atender toda la población de la Gran Manzana. Los críticos anotan un "pero" más: que no se expanda la iniciativa al reciclaje.

Imagen | City of New York

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